domingo, 13 de julio de 2014

EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS

"El mundo es un libro y aquéllos que no viajan no leen de él más que una pagina". (San Agustín).

Marco Polo, el viajero más fascinante de todos los tiempos, era un simple comerciante veneciano que se convirtió en una leyenda. Nació en 1254 y partió, con su padre y su tío, hacia el Continente Asiático, permaneciendo en él hasta los 46 años, explorando y recorriendo aquéllas tierras totalmente desconocidas...

 A su regreso, fue capturado en Génova a causa de la guerra y, curiosamente, fue en la prisión donde dictó de viva voz a su compañero de cárcel, un tal Rustichello de Pisa, sus portentosas memorias.

Reinos legendarios, costumbres inauditas, animales fabulosos, mercancías valiosísimas como la seda, las especias y las piedras preciosas poblaban con todo su esplendor de tosoro oriental las páginas del Libro de las Maravillas, testimonio de todos sus viajes.

Nadie ha visto, conocido o estudiado tanto, ni tan grandes maravillas, como micer Marco Polo. A lo largo de su vida se puede comprobar que poseía un espíritu justo y excelente que le abría las puertas de todos los lugares a los que acudía. Tuvo la generosidad de elaborar su magnífico libro para gran placer de sus lectores y permitirles compartir todo lo que él había experimentado.

Cabalgaba en invierno y en verano sin importarle peligros o esfuerzos; atravesaba inmensos desiertos y pasos muy difíciles, pero siempre hacia delante, en el sentido del viento griego y de la Tramontana, hasta que llegó ante el Gran Kaán que vivía en una magnífica ciudad llamada Chemeinfú. Lo recibieron con gran fiesta y él les contó cosas sobre su vida y cómo le había ido en el camino.

Marco aprendió muy pronto los usos y costumbres de los Tártaros, así como varias lenguas y cuatro tipos de escritura; era sabio y prudente y el Gran Kaán le apreciaba más que a ningún otro por "el buen natural que en él veía y por su gran valor". Era el único que le satisfacía plenamente cuando le relataba las costumbres y curiosidades de otros países, pues estaba atento a todas las novedades y cosas extrañas que podía ver para luego poderlas contar con todo lujo de detalles.

En este largo, complicado, nebuloso y casi mágico trayecto hacia territorios completamente desconocidos para la mayoría de sus contemporáneos, Marco Polo nos proporciona un enorme caudal de datos sobre los países y paisajes que atraviesa. A veces, se expresa con lenguaje de inventario y aburridas fórmulas estereotipadas, pero lo que predomina es un estilo vivo, ágil y ameno para seducir a su público y luego poderle persuadir...

Lo más maravilloso, para mí, del Libro de las Maravillas es que es un libro que está hecho más para ser escuchado que leído. Me parece una preciosidad que la multitud de Génova se agolpara bajo la ventana de la celda donde Marco Polo y su escriba pasaban su cautiverio, para escuchar la lectura en alta voz de sus aventuras.

Para mantener despierta la atención de sus oyentes, contaba historias y leyendas mezclando los tiempos verbales situando acciones del pasado en el presente y convirtiéndolas así en algo vivo e intrigante. Con frecuencia se dirigía a la audiencia y mezclaba con mucha gracia preguntas directas y frases admirativas, con lo que conseguía contagiar la emoción y la sorpresa.

 La prisión de Malapaga se convirtió en una inacabable fábrica de maravillas que incendió la imaginación de los europeos desde el primer momento en que se puso por escrito.

"Maravillarse"es sentir excitación ante todo lo que nuestros sentidos nos presentan, pero también es una necesidad innata de saber, conocer, explorar, experimentar, mirar, tocar, descubrir...

Lo cierto es que Marco Polo contó y puso por escrito la travesía que realizó hasta llegar a un mundo fantástico, pero real.

La verdad, cuando no se conoce, suena a fábula, pero afortunadamente la fantasía de una fábula, bien contada, puede ser totalmente cierta...


.













No hay comentarios:

Publicar un comentario