viernes, 25 de julio de 2014

LA MISTERIOSA DESAPARICIÓN DE AGATHA CHRISTIE

Esta magnifica escritora británica, que destacó por sus intrincadas novelas de misterio con personajes emblemáticos como Hércules Poirot y Miss Marple, fue protagonista, en la vida real, de una historia que, con mucho, supera la ficción...

En la noche del 3 diciembre 1926 desaparecía en la casa en que vivía cerca de un pequeño pueblo de Inglaterra. Había sido recientemente editado su 7º libro, "El asesinato de Roger Ackroyd" y, a pesar de ser un best seller, ella se mostraba algo nerviosa y deprimida. Su madre había muerto unos meses antes y su marido, un apuesto héroe de guerra, mantenía una aventura que no se esforzaba en ocultar.

Agatha desapareció. Había anunciado que salía a pasear, pero a la mañana siguiente su coche apareció a varios kilómetros de la casa con algunas de sus ropas y su identificación. La prensa especuló con un posible suicidio, un asesinato, una pérdida de memoria o, simplemente, un truco publicitario.

Unos días antes había escrito varias cartas, bastante confusas, a su marido y a otras personas. En una de ellas decía que se iba a Yorkshire a descansar y en otra, dirigida al jefe de policía local, aseguraba que temía por su vida. Como el lago "Silent Pool", que ella mencionaba en uno de sus libros, se encontraba cerca de allí, lo dragaron sin el menor resultado. Se intervinieron todos los teléfonos del marido y se organizó un grupo de 15000 voluntarios para buscarla en la campiña circundante.


Agatha se había ido a un centro de spa en la ciudad de Harrogate, donde se registró la mañana del 4 de diciembre bajo el nombre de Teresa Neel.

A los tres días y con su imagen en los periódicos, una persona la reconoció, pero ella se limitó a sonreír. El hecho fue notificado a la policía que llevó a su marido para identificarla. Al verle, ella comentó: "mi hermano acaba de llegar".

Días después el matrimonio se recluyó en su hogar y se llamó a varios médicos para que diagnosticaran qué le había ocurrido. Apuntaron, como bastante probable, que sufría una amnesia provocada por el profundo dolor que le producía a ausencia de su querida madre.

Cuando las aguas volvieron a sus cauces, le ingeniosa escritora se negó a difundir el asunto. Sin embargo, como buena británica, había conseguido un doble objetivo con la mayor elegancia: cambió de aires y expuso públicamente la conducta indadecuada de su esposo.

Como es lógico, en 1928 se divorciaba de una persona que no encontraba demasiado adecuada para ella, casándose más tarde con el arqueólogo Max Mallowan.

Una vez más se demuestra que la realidad supera al arte...











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