viernes, 18 de julio de 2014

UN PINTOR NAIF

Hay un pintor naif que se llama Tito Lucaveche que me encanta. Fue ganador de una de las Muestras que convoca la Galería Éboli, de Madrid, en la Casa de los Guzmanes (siglo XVI), cerca del Palacio Real.
Nacido en Chile, comenzó a trabajar su pintura (ingenua pero sabia), en el Madrid de los años setenta, atraído más tarde por el cálido clima del Mediterráneo malagueño.

Está considerado como uno de los mejores (en este tipo de pintura) porque define los contornos con mucha precisión, sus cuadros carecen de perspectiva y consigue una sensación voluménica gracias a su extraordinario colorido. Cuida mucho los detalles, es terriblemente minucioso y, aunque el dibujo puede ser incorrecto, su obra contiene una gran potencia expresiva.

Siempre me he preguntado de dónde vendría la palabra naif y he descubierto que viene del francés y quiere decir ingenuo.

Pero hay que entender la ingenuidad como la búsqueda de la simplicidad para ofrecer una visión del mundo sincera y exenta de artificios.

En contra de lo que se podría pensar, el naif no es infantil sino reflexivo, filosófico, irónico, surrealista, divertido... Hay tantos estilos como personalidades, pero a todos ellos les une el amor por la obra bien hecha, los detalles y el intento de dar lo mejor de sí mismos.

En realidad son aficionados pues no se dedican a la pintura como actividad principal, sino que es un complemento de otras actividades profesionales. No son pintores con una formación académica sino creadores autodidactas. Huyen del academicismo y no se dejan contaminar por el convencionalismo.

 Entieden el arte no como algo reflexivo y transcendente sino como reflejo de una tranquilidad interna, creando ambientes serenos y despreocupados.

Si todo arte, por definición, ofrece un lenguaje universal, el naif hace a este lenguaje más diáfano y directo, más puro y elemental, más cercano al sonido directo de las cosas, puesto que como señala Kadinsky: "es un cosmos de los seres espiritualmente activos".

Paciencia ejemplar en estos tiempos de prisas y sobresaltos, lo importante es el íntimo disfrute del pintor, que goza logrando hasta el pormenor más mínimo del detalle riguroso. Lleno de humanidad, de toda la humanidad en movimiento pacífico de buen talante: "pintura vivida para la vida viva".


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