domingo, 12 de octubre de 2014

CON BUEN PIE

Los franceses dicen una frase muy significativa y que me encanta: "entrar con buen pie".

Si analizamos un poco lo que intentan decir es que la calidad del trabajo que llevamos a cabo y los éxitos que obtenemos dependen de cómo demos el primer paso en lo que nos disponemos a acometer.

El estado en el que nos encontremos o la intención con que lo hagamos influyen poderosamente en los resultados. Yo he comprobado, a lo largo de los años, que de un mínimo detalle puede depender todo un desencadenamiento de circunstancias (favorables o adversas), por eso hay que estar vigilantes y en estado de alerta continuo para que no se nos escape nada.

La agitación, el nerviosismo, desencadenan fuerzas caóticas, por eso jamás hay que emprender nada en semajante estado. Debemos estar calmados, serenos y plenos pues sólo así, en ese estado de espíritu (producto de un trabajo y depuración interna) estaremos convenientemente preparados para ponernos en marcha y avanzar.

Si tenemos el arte de sabernos rodear de personas que nos vuelven más lúcidos, que despiertan en nosotros la generosidad y la bondad y que, además, nos estimulan en el desarrollo de nuestras cualidades, el éxito en lo que emprendamos está prácticamente asegurado. Hay que huir de quienes nos confunden y tratan de disminuir nuestra ilusión y entusiasmo pues provocan una toxicidad nociva que nos puede afectar.

Conscientes de todo esto deberíamos saber discernir entre lo que nos beneficia o perjudica, abriéndonos a lo primero y rechazando de plano lo segundo. Partiendo de la base de que todo lo que vemos u oímos afecta a nuestro sistema nervioso, deberíamos huír (como de la quema) de todo aquéllo que proceda del desorden o de la torpeza. Para ello hay que elegir los libros que leemos, la música que escuchamos, las imágenes que contemplamos, la gente con la que tratamos...

Dado que todo lo que pensamos, sentimos o hacemos deja huellas, ¿no sería estupendo dejar huellas de bondad, luz y paz? Pero, para ello, debemos cuidar nuestros pensamientos y sentimientos, mejorándolos y purificándolos, ya que son nuestras armas más poderosas... son las únicas que, de verdad, nos hacen "imbatibles".

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