sábado, 16 de mayo de 2015

MADAME DE STAËL

Enemiga de Napoleón y "Baronesa de la libertad", lo que más me atrae de esta gran mujer es la confianza que tenía en sí misma y la tranquilidad con la que se manifestaba sin dejar que el menor convencionalismo la coartara.

Inteligente y muy realista, no se le ocurrió reclamar en aquél momento los derechos políticos de la mujer, pero sí que se reconocieran sus méritos más allá del papel de esposa y madre.

Creía que la inteligencia femenina era tan potente como la masculina y que, además, estaba dotada de una sensibilidad superior. Por eso, era necesario que recibiese una educación igual que la de los varones y que la relación hombre-mujer se desarrollara en un plano de igualdad. Se pasó la vida buscando "el amor absoluto", pero no lo encontró...

Vivió entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera década del XIX y, aunque su origen era suizo, fue considerada francesa. De su madre heredó la pasión por la literatura y frecuentaba, desde muy pequeña, el salón literario que había en su casa al que asistían grandes filósofos y personas muy destacadas.

En realidad fue una intelectual que intentó unir la razón ilustrada y la atronadora fuerza que comenzaba a cobrar el sentimiento, una fusión en que las ideas de Voltaire y d´Alembert quedaban fusionadas con el núcleo de los escritos de Rousseau.

"Hay razón en el entusiasmo y entusiasmo en la razón, siempre y cuando tanto una como el otro surjan de forma natural".

Me encanta y me reconforta su actitud tan entusiasta y emprendedora y su proclamación de que la libertad es la única vía posible para obtener la felicidad (tanto en lo político como en lo personal)

Se casó con el Barón de Staël en 1786 y decía de él: "es un hombre perfectamente honesto e incapaz de decir o hacer la menor tontería, pero sin el nervio necesario como para atreverse a inmiscuirse en mi auténtica felicidad, me respeta demasiado".

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