lunes, 10 de agosto de 2015

MÚSICA EN LA PINTURA

Este cuadro fue pintado por Goya en abril de 1800. La obra es de una belleza singular por su armonía relajada, su tensión contenida y porque nos muestra una dama delicada, de actitud y mirada melancólica, que parece aceptar un forzado destino...

Tenía 20 años y estaba esperando a su primera y única hija, la Infanta Carlota. Es como si, con sus brazos, crease un espacio en forma de rombo que sirviera para proteger y resguardar su embarazo con gran candidez.

En la cabeza, espigas como símbolo de fertilidad (recordando a la diosa ceres) suavizadas por una gasa blanca y unos lazos azules.

La puesta en escena es sencilla: no hay elementos accesorios, sólo el sillón en que reposa Maria Teresa de Borbón y Villabriga, XV condesa de Chinchón y marquesa de Boadilla del Monte, esposa de don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz.

Ciertos empastes en blanco, en las zonas más sobresalientes, a modo de acentos musicales, marcan la situación de las rodillas, su embarazo, su pecho... y hacen vibrar la superficie cromática. La soltura en el manejo del pincel es total, hasta en los más mínimos detalles; de los anillos, el más grande representa a Godoy.

El perfecto dominio de la técnica, que reúne simplicidad y detallismo, y la placidez con que reposa, me lleva a pensar que, lo que evoca este cuadro podría ser, quizá, una música en un tono menor, sosegada y romántica, algo así como  un Nocturno de Frederic Chopin.

¿Lo que más me atrae de esta maravillosa obra? Pues que su perfecta armonía contrasta con los secretos que se adivinan en su interior... Otro día profundizaremos en su biografía que, como todas las que son interesantes, no fue fácil. Tuvo el honor y el privilegio de ser captada por uno de los mejores pintores de todos los tiempos y ese es uno de sus legados... Se puede contemplar en la sala 87 del Museo del Prado.

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