jueves, 1 de octubre de 2015

¡EN MARCHA!

Hoy, mi primer día del Curso 2015-2016, me pongo mis zapatitos rojos y ¡en marcha! Ha llegado el momento, después de las largas vacaciones, de empezar a llevar a cabo todos los planes y proyectos que tengo in mente pues mi estado anímico me predispone a "estar lista para actuar". Sé que me van a salir al paso un montón de retos y dificultades, pero también sé que cuento con la fe, la esperanza, la fortaleza y la compasión necesarias para vivir con coraje y determinación.


Mi terminología será constructiva y vitalista y procuraré no dejarme torpedear por palabras como aburrimiento, pasividad, insensibilidad, angustia, depresión, indiferencia, despersonalización... ¡no!, ya es hora de cambiar el chip y aportar ideas nuevas que lleguen al corazón, pues son las que de verdad nos despiertan.

Procuraré ser coherente entre lo que pienso, siento y hago pues sé que la incoherencia individual produce un estado de caos, confusión y conflicto. El mundo actual ha permitido que la incoherencia se propague como una pandemia y yo quiero probar si la coherencia produce el efecto contrario.

Dependemos unos de otros para nuestro bienestar emocional y físico. Un comentario negativo puede provocar un caos físico en nuestro cuerpo, mientas que uno positivo puede convertir el caos en armonía. Emociones como el amor, la compasión, la empatía y la alegría devuelven al cuerpo un estado de equilibrio conocido como "homeostasis" en el que se activan los mecanismos de autorreparación dando como resultado la sanación biológica. Está demostrado que, cuando una persona se siente bien, los que están alrededor también lo hacen pues ambas fisiologías se reflejan una en la otra. Es decir, mi felicidad puede sanar a otra persona igual que me sana a mí.

 Igual que un pensamiento viaja por internet y llega a millones de personas en cuestión de horas, la felicidad de una persona no tiene límites. Se multiplica exponencialmente como una infección benigna, creando orden en vez de desorden, unidad en vez de separación. No me veo como un individuo separado de los demás, sino formando parte de un todo y así mi visión de la vida es más completa.

Estoy absolutamente convencida de que lo que tememos y deseamos cambiar puede transformarse mediante la felicidad (el bienestar), desde los anhelos más simples a los más profundos... de forma que ¡allá vamos!




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