martes, 8 de diciembre de 2015

LOS IDILIOS

La palabra "Idilio" es un diminutivo griego que significa "pequeña escena" y Plinio lo empleó por primera vez en latín para referirse a poemas de corta extensión. Yo voy a hablar de los Idilios de Teócrito, poeta que nació en Siracusa (Magna Grecia) en el siglo IV antes de Cristo. Su temperamento sensible, gran sencillez, delicadeza de sentimientos y vivacidad de estilo contribuyeron a hacer de él el poeta "idílico" más grande de su tiempo, sirviendo su obra de modelo para las Bucólicas de Virgilio.

"Una abeja maligna picó un día
a Eros que robaba una colmena,
Eros patea, grita, se lamenta,
se sopla las heridas y a Afrodita
mostrando su dolor, llora y se queja
de que por ser tan pequeño y diminuto
produzca unas heridas tan cruentas.
Y la madre, riendo, dice al hijo:
¿no eres tú semejante a las abejas?
Tú también, hijo mío, eres pequeño
¡pero qué heridas tan terribles dejas!
(Teócrito, Idilio XIX)
(cuadro de Lucas Cranach, 1529)

Los griegos en su Mitología divinizaban las pasiones humanas y las fuerzas naturales y dieron al amor el nombre de "Eros", representándole en forma de un niño ciego y alado que llevaba su carcaj lleno de flechas. Era hijo de Afrodita, la diosa de la hermosura.

En el Renacimiento, el autor volvió con mucha fuerza. Haciendo una lectura de "Cupido", con los conocimientos Humanistas de la época, se llegó a la conclusión de que la palabra "a-mor" es no-muerte y que las flechas que lanzaba eran para despertar a las mentes adormecidas y que fueran en busca de la diosa "Sabiduría". Así, el ser humano, al entregarse al conocimiento sería conducido a la verdadera vida, a esa "vida idílica" que todos anhelamos...

Como he dicho otras veces, no está nada mal volver a los clásicos, pues en realidad sus pensamientos están de rigurosa actualidad. El niño tuvo que aprender que el que comete un delito debe sufrir las penas y que hay que estar muy atento a guardar las leyes de la naturaleza... Es imposible actuar mal y que el hecho no reciba su merecido... Los Renacentistas, una vez más, pragmáticos y serenos, nos recuerdan que "las mentes deben estar despiertas"...


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