viernes, 10 de junio de 2016

AVOCA

El valle de Avoca se encuentra al sur de Dublín y las montañas separan la capital del condado de Wicklow, de gran belleza natural y estilo rural.

El río Avoca comienza su vida como dos ríos (el grande y el pequeño) que se unen en un punto al que el poeta romántico irlandés Thomas Moore denominó "The Meeting of the Waters" (no hay en el mundo un valle tan dulce en cuyo seno las aguas se encuentran...) y desemboca en Arklow.

En este maravilloso lugar, denominado por muchos el jardín de Irlanda, el matrimonio Pratt adquirió en la década de 1970 uno de sus molinos (de 1723) para recuperar la tradición del tejido artesanal de la lana que tanto abunda en aquella zona.

Desde el primer momento, Hilary (profesora) y Donald (abogado) pusieron mucha ilusión en el proyecto: potenciar la economía local haciendo y vendiendo sus productos artesanales.

 El molino había pertenecido a las tres hemanas Wynne, hijas de un cura que heredaron la fábrica textil. En ella se hacía la ropa para los mineros y se proporcionaba empleo a los lugareños. Tuvieron el acierto de ir más allá de los tonos grises y marrones y se atrevieron a cultivar plantas que producían colorantes vegetales para experimentan con diferentes tintes. Fueron las pioneras en dar colores vibrantes a sus tejidos de lana. En 1930 se produjo el golpe de suerte: la diseñadora italiana Elsa Schaparelli, atraída por sus atrevidos colores, mostró el tweed en uno de sus desfiles de Estados Unidos y el éxito fue indiscutible.

Basándose en la filosofía de la firma, los Pratt quisieron mostrar al mundo el alma irlandesa a través de sus productos y empezaron a venderlos en sus inmediaciones. Sólo llevaban a cabo tejidos naturales utilizando al 100% lana virgen, mohair, cashemere, angora, hilo, algodón y, por supuesto, de forma artesanal.

La cualidad se encontró con la oportunidad y la marca empezó a calar en el pueblo irlandés, amante de la belleza y la calidad. Cuarenta años después el mapa Avoca se ha convertido en la ruta de la seda de Irlanda y se ha extendido por todo el mundo. Sus tiendas son "concepstores"  pues no sólo venden tejidos sino comida, café, jabones, velas y jardinería (perfumistas, ceramistas, productores de velas...).

Como tejedora, una de las escenas que guardo en mi retina con más cariño es la de las ovejitas pastando en el valle. La tradición unida a la vanguardia es algo que me apasiona, pues además de producir grandes beneficios económicos respeta y cuida todo lo que ya estaba bien encaminado. Las hermanas Wynne formaron parte de las mujeres irlandesas emergentes en una nueva era prometedora de igualdad con el hombre y "la lana" fue su hilo conductor...


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