domingo, 17 de julio de 2016

EL TEJIDO DE LA VIDA, HILO A HILO

Las mujeres han ido ligadas en la historia a la labor cotidiana de tejer, hilar y coser, cosa que vale la pena considerar desde un presente en el que los robots las reemplazan. Visto desde hoy, todo lo que rodea la costura adquiere un aire mágico y misterioso, acaso sólo accesible a un mundo de iniciados.
En nuestro actual mundo tecnificado, especializado y global cabe subrayar que las mujeres no saben coser y que el no necesitar manos expertas no debe llevarnos a olvidar la sabiduría que otorga la capacidad de hacer cosas con las propias manos.
Hilar, tejer y coser producen el gozo de ver una tarea terminada como fruto del propio esfuerzo y además hacer tareas con las manos es pensar. Sus caras, concentradas en la labor, esconden secretas reflexiones. ¿Qué piensa una hacendosa mujer? El hilo de la vida y acaso el del destino pasa por esas manos que cosen, hilan o tejen.
En los oscuros momentos en que todo estaba por descubrir, el hilo - un simple hilo como símbolo de una evolución inteligente - fue un invento estratégico. Tras el hilo llegaron muchas cosas. Llegó el tejido, la rueca, el telar, la costura: detrás de cada invento hay muchos ensayos y muchas mujeres cosiendo, experimentando, descubriendo. El invento es tan antiguo que apenas se puede datar con precisión; fueron los pintores quienes documentaron la evolución de los primeros hilos...
Tras aquel hilo creció la variedad, la estética, la moda, la elegancia, la distinción, el arte. Toda la cultura occidental gira en torno a este simbólico hilo universal que está en las seguras manos de mujeres.
Si, en épocas antiguas, a las mujeres que perdían el hilo se las tenía por poco virtuosas y fácilmente seducibles, hoy esa posibilidad nos hace sonreir.

Hago esta pequeña reflexión ante la atónita mirada de las mujeres que se sorprenden, asustan, escandalizan y llegan a criticar la escena de una o varias mujeres cosiendo, hilando o tejiendo al pensar que se han quedado ancladas en un pasado remoto. Otras, por el contrario, admiran, valoran, respetan y se interesan porque, en el fondo de su subconsciente, se dan cuenta de que esa escena representa de una forma muy plástica el que "las mujeres aún guardamos el hilo de la vida" (sepamos coser o no).

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