martes, 12 de julio de 2016

LOS PAPELES DE PICKWICK

Charles Dickens, a pesar de pertenecer al siglo XIX (1812-1870) está de plena actualidad. La creación de personajes memorables, su sentido del humor y la forma de describir a la sociedad británica de su tiempo, hace que su obra tenga una gran acogida entre los lectores contemporáneos.
Es famoso en cualquier lengua; algunos de sus títulos y ciertos personajes forman ya parte del imaginario cultural (Scrooge descubre la Navidad).

En la presentación de "Los Papeles de Pickwick", el narrador observa que "los grandes hombres rara vez se distinguen por la escrupulosidad de su indumentaria". Es una de las novelas de humor más populares desde su primera publicación en formato de serie por entregas en una revista (1836); divertida, de fácil lectura, rica en personajes y con valores humanos positivos es una auténtica delicia para el paladar de un buen lector.
En esencia es seria, pues el autor nos muestra la vida en su cruda realidad aunque suavizándola con una fina ironía, mostrándonos los placeres sencillos y pintándonos un mundo ideal repleto de inocencia y benevolencia pero jugando con los contrastes de la miseria, las traiciones, la pobreza, los sentimientos mezquinos... Intentaba educar haciendo pasar buenos momentos mostrando la complejidad de una sociedad llena de contradicciones. Ponía cosas muy transcendentes de relieve, pero sin asperezas ni brusquedades, con una pizca de mordacidad, mucho sentido del humor y, a veces, un amargo sarcasmo. Rechazaba la explotación del hombre por el hombre.

En aquella época, los editores de una revista o periódico, solicitaban a un escritor poco conocido que trabajara sobre un argumento y cada semana o quincena entregase un capítulo de la historia. El joven Dickens, cuando tenía 24 años fue contratado por Chapman & Hall para que escribiera sobre el género de "narración de viaje doméstico de una delegación de caballeros de una sociedad diletante típicamente inglesa". Sus escritos debían someterse a los dibujos del famoso Robert Seymour (aunque ocurrió lo contrario).

La fórmula de entregas facilitaba la aceptación (o no) por parte del público, lo que permitía hacer cambios sustanciales. Por ejemplo, introdujo a Sam Weller, quien con su lenguaje "cockney" (propio de las clases bajas), su picardía, gracia y astucia era el contrapunto perfecto del idealista filántropo Mr Pickwick, que disfrutaba de la vida de la mano de la risa, el honor y de la burla ante quienes no entendían su forma de ver el mundo, siendo duramente juzgado por algunas personas.
Su argumento es el siguiente:  el Club Pickwick decide fundar una Sociedad de Viajes en la que cuatro miembros se desplazan alrededor de Inglaterra y hacen reportajes de sus aventuras. Pickwick, es un amable hombre de negocios, al que le gusta filosofar y va acompañado por: un apasionado por las mujeres (de muy escasas conquistas), un poeta (que jamás escribe un poema), un deportista (a quien le sobra la ineptitud) y Sam Weller, el criado, que es el único que aporta un poco de la cordura que escasea en la pequeña troupe.

 Me imagino lo maravilloso que sería ver y escuchar al mismísimo Dickens leyendo en voz alta (read along) sus Papeles de Pickwick. Había intentando ser actor antes de decidirse por el periodismo y fue una manera de canalizar esa vocación frustrada. Él no estaba sentado, sino de pie y moviendo el brazo, la mano y las piernas. Utilizaba una gama enorme de expresiones, pero jamás desagradables. Con sus gestos, actitud, palabra y entonación imitaba con fidelidad al ingenioso Pickwick, al abogado charlatán, al devoto hipócrita, al amante tímido, al especulador desvergonzado, al pobre hambriento...
Fue un verdadero activista social tanto en su obra como en su vida. Hizo campañas para mejorar la educación, la sanidad y un centro para mujeres marginadas. Tras una extenuante gira de lecturas falleció a los 58 años. Tuvo diez hijos y se recorrió Inglaterra y los Estados Unidos, donde no fue muy aceptado por ir frontalmente contra la esclavitud.

"Amigo, precisamente, no. Cierto que es mi criado, pero yo le permito muchas libertades; porque, de usted para mí, me agrada su originalidad y estoy algo orgulloso de él" decía Mr Pickwick (nuestro Quijote) a Sam Weller (nuestro Sancho Panza), pues no podemos perder de vista la enorme influencia que tuvo Cervantes en este magnífico autor.


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