lunes, 1 de agosto de 2016

LA COLECCIÓN PHILLIPS

Cuando el joven crítico de arte, Duncan Phillips, visitó en 1911 (con 25 años) el Museo del Prado comenzó a forjar su sueño de aunar el pasado y el presente del arte en su propio Prado americano en la ciudad de Washington. Llegó a deslucir a la National Gallery de Londres, pues mientras ésta contaba con 2500 piezas él llegó a la cifra de 4000. Y fue a finales de 1918 cuando concibió un museo para la capital estadounidense, cuando todavía no existía un ente pictórico lo suficientemente atrevido como para superar el referente clásico de la pintura. Y así, en 1921 nacía "The Phillips Memorial Art Gallery", el primer museo de arte moderno de Estados Unidos que, con motivo de su 95 aniversario, ha querido visitar Roma, Barcelona y, ahora, Madrid (la Caixa Forum mostrará hasta el 23 de octubre una muestra de sesenta obras procedentes de la prestigiosa Galería Phillips).

Podemos ver pintores impresionistas y modernos a través de las 60 obras de 44 artistas en seis ámbitos temáticos mientras realizamos un paseo por la historia de la pintura; 175 años que reflejan la evolución de este bello arte desde el siglo XIX hasta bien entrado el XX, desde el Romanticismo y clasicismo hasta el arte contemporáneo.
Éste cuadro, de Pierre Bonnard, es un ejemplo claro de la sensibilidad de Duncan. En medio del cubismo y el surrealismo, el trabajo de Pierre tenía una tensión entre la placidez y el onirismo; en él había sugerencias, veladuras y audacia en la composición. Al mismo tiempo que era pintor de taller, trabajaba en una agencia de publicidad y fue el primer pintor que salió a la calle con una máquina de fotos (memorables sus retratos con cámara de Monet y Renoir).

Movido por el instinto de captar nuevas promesas del arte, Duncan empezó a coleccionar cuadros de la década de los años 20. Con el nacer de las vanguardias y poco tiempo después de fallecer Modigliani consiguió, en 1949, el retrato de "Lena Povolozky".
El apasionado coleccionista era nieto de uno de los primeros magnates de la industria de acero y supo invertir el dinero heredado con la misma destreza que si se tratara de una importante empresa.
Había conocido a la pintora Marjorie Acker en una exposición en el año 1921, reconociéndose en el acto como almas gemelas y casándose ese mismo año. Juntos visitaron Europa y en 1923 surgió, en Francia, el flechazo con lo impresionistas. A Marjorie le gustaba pintar para celebrar la maravilla del mundo y, según su marido, "era una artista luminosa y rítmica cuyos paisajes eran como figuras; ella había nacido, sin duda, para pintar". Ella fue la que más le impulsó para que la Galería fuera de vital importancia para el arte contemporáneo de hombres y mujeres.

Kennet Hayes Miller era una de las pintoras americanas con una gran originalidad creativa y sincera independencia;  mostraba a las mujeres de su tiempo tal y como eran, sin adornos ni ensoñaciones y participó activamente en los encuentros que Duncan hacía con los artistas.
Más que un simple "marchante de arte" era amigo de los pintores y consiguió que su museo fuera como una especie de centro de investigación para que, sin la barrera del tiempo, los artistas pudieran aprender unos de otros y de sus antepasados. Era una forma novedosa de entender el mundo del arte, dinámica y divertida, en la que la ilusión era el motor de todo lo demás. Coleccionando cuadros aprendió y su gusto fue evolucionando pasando de un conservador simbolismo comprensible a considerar que "el deber del mecenas es estar atento y mostrarse abierto de miras alentando a los creadores arriesgados e innovadores prestándoles ayuda y colaborando en sus esfuerzos".


 Me parece importante recordar a Marjorie, en este autorretrato, porque la Colección Phillips no hubiera sido lo mismo sin ella. Fue una pareja que formó un buen equipo, audaz, joven y con coraje. El arte actual tiene mucho que agradecerles y os sugiero dar una vuelta por la Caixa, merece la pena...
 



No hay comentarios:

Publicar un comentario