jueves, 4 de agosto de 2016

SANTILLANA DEL MAR

Me encanta ir al norte de España y encontrarme con su suave lluvia que da vida a la vida. Hidrata la tierra, matiza los colores, duplica las fragancias, se siente en la piel como las flores lo hacen un sus pétalos... Jamás he entendido por qué se relaciona un día nublado o lluvioso con la nostalgia o la tristeza, a mí me sucede todo lo contrario, me revitaliza y me proporciona un enorme bienestar.
Santillana del Mar en una villa medieval, uno de los pueblos más bonitos que conozco y que me corre por la venas.

En la Alta Edad Media un grupo de monjes se asentó para construir una ermita en la que proteger las reliquias de una mártir. Más tarde, se transformó en monasterio y a su alrededor se fueron construyendo casas formando un pueblecito al que llamaron "Santillana" (en honor a la mártir, Sancta Luliana). 
Creció y adquirió importancia jurídica y administrativa, recibió donaciones y privilegios reales y el monasterio se convirtió en Colegiata, ahora considerada como el edificio románico más representativo de Cantabria.

En su época de esplendor se construyeron casonas y palacetes por lo que, paseando, se puede contemplar una gran variedad de estilos arquitectóncios (medieval, reanacentista, barroco). En realidad es como un museo de Historia al aire libre. Me maravilla el espléndido estado de conservación y la vida que tiene con sus tiendecitas, sus quesadas, sus sobaos pasiegos y un sinfín de productos del lugar.

Allí permanecen, señoriales y majestuosas, las casonas de los Cossio y Quevedo (de la familia del insigne escritor de nuestro Siglo de Oro), el Parador de Gil Blas, los rincones recoletos donde tomar (a cubierto) un humeante chocolate con picatostes...
También las casas de los Indianos, que se iban a América sin nada y regresaban con verdaderas fortunas que invertían y desarrollaban en sus lugares de origen. Todos llevaban a cabo obras benéficas (asilos, hospitales) y promovían la educación facilitando la creación de escuelas.


El sirimiri invita a recogerse pronto y así poder gozar también de "los interiores". Por lo general, su clima favorece la laboriosidad, la lectura, la conversación, escuchar música o simplemente estar tranquilo, en pura contemplación. Una de las mejores cosas que nos ofrecen las vacaciones es que nos podemos organizar pequeñas excursiones, a lugares no muy lejanos, y poder disfrutar al máximo de la gran variedad que nos ofrece España.


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