viernes, 7 de octubre de 2016

HELEN Y THOMAS

 Helen Allingham (1848) fue una gran acuarelista inglesa que llegó a formar parte de la "Royal Watercolour Society", algo insólito en la época victoriana. Con exquisita sensibilidad plasmaba en sus obras la naturaleza, los niños, las costumbres sencillas de la vida cotidana. Su libro "Happy England" (1903) es algo que hay que tener si se quiere conocer la auténtica esencia inglesa.

Thomas Hardy (1840), escritor, nació cuando Dickens comenzaba a hacerse nombre y las Brontë o George Eliot todavía no habían comenzado a publicar. Después de la eclosión de Virginia Woolf y el grupo de Bloosmbury, tuvo que vivir el paso del siglo XIX al XX; aparecía el automóvil, el avión y los cambios ideológicos (Darwin, Freud, Marx...). Escribía con nostalgia del pasado y con mucha sensibilidad hacia toda la Historia anglosajona; añoraba la vida rural, que se había mantenido sin la menor fisura a lo largo de la Historia de Inglaterra.


En Model Village hay una reproducción de su "cottage" como recuerdo imborrable del lugar en el que escribió la mayoría de sus obras, con sus evocadores paisajes y sus personajes llenos de fuerza y ternura. Se le puede considerar un autor auténtico, genuino. En su novela "Los habitantes del bosque" describe como una refinada y cultivada mujer vuelve a su pueblo al que le resulta difícil adaptarse de nuevo. Pero, haciendo aparecer un personaje, el autor nos demuestra que la devoción y la lealtad conducen a un desenlace extraordinario.

No es extraño que ambas personalidades se llevaran bien, fueran amigos y colaborasen en diferentes trabajos conjuntos. Thomas escribía y Helen ilustraba sus textos formando un tándem perfecto a la hora de transmitir lo que para ellos era, de verdad, el alma inglesa. Él, siempre estuvo enamoradado de su esposa y ella estaba casada con un hombre muy mayor, frío y distante que no compartía sus gustos, pero creo que fue esa extraña mezcla de situaciones personales lo que dio lugar a una profunda y verdadera amistad entre ambos.
A los latinos nos resulta inexplicable que entre hombre y mujer pueda haber una relación tan extravagante, sin embargo, el profundo respeto, el prudente distanciamiento y la habilidad de no involucrarse en la intimidad del otro es tan british como sus casitas de campo. 



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