domingo, 6 de noviembre de 2016

LA SERIEDAD, LAS LÁGRIMAS, LA RISA...


Aquel que trata de satisfacer sus intereses egoístas, tiene un aspecto serio, pero la seriedad también se refleja en la cara de quien quiere ayudar a los más necesitados. En ambos casos de habla de "seriedad", pero ¡qué diferencia en su expresión!
Hay risas vulgares, tontas, hipócritas, malvadas..., pero también las hay sutiles, francas, llenas de amor, como una fuente que brota, porque la fuente ríe vertiendo generosamente el agua de la vida.
Las "lágrimas" suelen ir asociadas a la pena, pero cualquier emoción puede provocarlas (tristeza, cólera, despecho, alegría, admiración...). La poesía, la música, la pintura, la literatura, pueden llenar nuestros ojos de lágrimas, pero también pueden hacerlo ciertas conductas humanas cuando son particularmente bellas y nobles.

Así como las lágrimas no indican debilidad de carácter, "la risa" no siempre significa despreocupación o falta de seriedad, pues la risa actúa de forma más beneficiosa en el campo mental que la seriedad y austeridad que muchos creen que es una de las características del sabio; en la risa existen energías vivas que alimentan nuestro cerebro.

Los niños ríen o sonríen espontáneamente y si su risa es tan agradable es porque se ven continuamente atravesados por corrientes que contribuyen a su desarrollo físico, afectivo y mental. Sus depósitos se llenan de energía y su risa es una explosión de vida.
La risa es una forma de comunicar la vida; cuando te ríes es como si las energías acumuladas se desbordasen y se sintiera la necesidad de compartir algo con los demás. Al reír se da vida, pero también se recibe.
Existen acontecimientos que no se prestan a la risa, pero son más soportables si nos habituamos a ver la vida con cierto humor, lo que favorece mantener nuestro equilibrio interno y hacer la vida más ligera.
Es cierto que la sabiduría es seria, pero la energía que extraemos de la alegría alimenta los depósitos de nuestra seriedad y recibimos muchas posibilidades nuevas para gozar de la riqueza y el sentido de la vida.

He hecho esta pequeña reflexión ante la gran cantidad de gente que no se ríe, que es demasiado seria y que no es capaz de dejar derramar una lágrima por su mejilla. Me temo que el sofocar la alegría y no fomentar el sentido del humor, puede entorpecer mucho las relaciones humanas de calidad y sería una verdadera pena...

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