martes, 21 de febrero de 2017

MUÑECOS REBORN

Llegan a mi vida los muñecos "reborn" (renacidos) a través de una amiga con la que comparto el maravilloso mundo de "lo pequeño".
Son hiperrealistas, parecen niños de verdad y están hechos de vinilo y silicona, por lo que el tacto no puede ser más agradable.
La idea surgió en Alemania (el país más juguetero del mundo) cuando, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, ante la escasez de medios, las madres rehacían y redecoraban las muñecas de sus hijas para que parecieran nuevas.

Una vez más fue una española, la porcelanista Joyce Moreno, la que realizó en primer reborn, modificando una muñeca Berjusa (marca de Onil, Alicante) en los años 60; desarrolló asombrosamente su propia técnica hasta que logró dar con los pigmentos y materiales más adecuados. Pero fue en Estados Unidos donde se produjo el boom, en los años 90. En Europa todavía falta mucho recorrido para que estos muñecos encajen con la misma naturalidad con la que los aceptan los americanos.

 Se les ve con frecuencia en el cine, la televisión, las redes sociales, las ferias de muñecos... y cada vez existe más demanda. No sólo son aptos para los niños, sino también para los adultos. Las matronas, por ejemplo, los utilizan para sus prácticas en cuanto a clases de parto y cuidados del recién nacido. Son muy beneficiosos para personas que no se sienten cómodas con otras personas o los autistas, pues les motivan en su plano emocional. A los ancianos o afectados por el Alzheimer les crean un vínculo de responsabilidad, les desarrollan la afectividad, la memoria, la movilidad...
Como terapia son muy útiles, siempre que no se pierda la perspectiva de que no son seres vivos sino sólo muñecos.
Jamás podrán sustituir a un hijo que no se ha tenido o se ha perdido, pero sí son muy beneficiosos en una etapa psicológica concreta, con un objetivo preciso, usándolos de forma temporal hasta que se supere la experiencia afectiva traumática; no hay que dejar que vayan más allá de "reparar una herida psicológica".
Compartir el hobby de estos muñecos con otras personas puede fortalecer los vínculos emocionales reales.

Todo los instrumentos de los que nos podamos servir para alcanzar el bienestar holístico al que todos aspiramos son buenos en tanto en cuanto no perdamos el norte. El mundo de los muñecos y lo que les envuelve entra en el universo sentimental de la persona y desarrolla su ternura, su sensibilidad, su emotividad y afectividad y son un magnífico objeto para canalizarlos. Pero no nos pasemos al otro extremo y hagamos un "wishful thinking", pues entonces lo convertiríamos en algo nocivo. ¿Jugar? ¡Sí!, pero siendo plenamente conscientes de que estamos jugando... (que no es poco).


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