lunes, 12 de junio de 2017

EL ENTUSIASMO

Según Bach, la Verbena (Vervain) es una flor que sirve para aplacar el exceso de entusiasmo. Su nombre es de origen celta: fer (limpiar) faen (piedra) y era utilizada para proteger las cosechas de las tormentas y para ahuyentar a los malos espíritus. También los romanos rociaban con agua los altares de Júpiter antes de iniciar sus ceremonias. Era una de las flores preferidas de la diosa del agua, Deva, la que emana vida, purificación, salud y amor...
Como todas las cosas, el "entusiasmo" debe tener su justa medida, pues es un don del cielo, una suerte recibida que conviene proteger. "En-théos" (sentirse protegido por un dios) nos indica que théos es lo enérgico, lo poderoso, lo divino (como adjetivo), una propiedad maravillosa que no debe ser excedida.
Soy propensa a entusiasmarme y siento una íntima efervescencia cuando descubro un rastro. Me llena de entusiasmo seguir una pista, sentir que la huella de lo que persigo se intensifica, que estoy cerca de conseguirla, que los indicios convergen...

Reflexionando, hace unos días, ante el Memorial de Shaftesbury (en Piccadilly Circus), me dí cuenta de lo famoso que se ha hecho el monumento por la estatua de Eros y de lo poco que se sabe de este gran filántropo (1671-1713) que afirmaba que "la moral es la relación justa entre las inclinaciones sociales y las egoístas". La moral, pues, es independiente de la tradición y los motivos intelectuales, ya que su origen está en la naturaleza del hombre y en sus inclinaciones elaboradas durante siglos. Las emociones son fuente para la evolución de la sociedad y de ahí surge un sistema de leyes éticas.

Recordé que él hablaba de "la Doctrina del Entusiasmo" en la que decía que "sin el impulso originario que nos lleva a admirar lo bello, la vida se hunde en la dejadez y la flojera". La inteligencia de este autor, su ingenio vivo y penetrante, le llevaron a escribir ensayos filósoficos claros y útiles.
Proponía desarrollar la inteligencia ingeniosa y bienhumorada, recuperando el entusiasmo y recordando que hay que suscitarlo, mantenerlo, encauzarlo y ayudarlo a que no se desborde.
Es importante no perder de vista que el "Enlightment" fue anterior a la Ilustración Francesa (siglo de las luces), asegurando que el pensar con libertad era la luz de la Humanidad. Sin embargo, los ilustrados ingleses animaban al hombre no sólo a pensar bajo la luz de la razón, sino a "sentir", dando importancia a la sensibilidad.
¿A dónde me han llevado las pistas de las emociones que sentí? pues a una conclusión que da contenido al nombre de mi blog: necesitamos la luz (razón) y el arte (corazón) para ir actuando con sabiduría. Nada mejor para celebrar su tercer aniversario, pues el primer post lo escribí en junio de 2014.
Agradezco a mis lectores la amabilidad de seguirlo y lo ánimos que me dan.
Un fuerte abrazo para todos.

viernes, 9 de junio de 2017

FORTNUM & MASON

En 1964, W. Garfield Weston  incorporó este reloj de tres toneladas a la entrada principal de los grandes almacenes ingleses Fortnum & Mason (181, Piccadilly Street, London) en honor a sus fundadores y con su emblemático color "eau-de-Nil". Cada hora, salen, se miran,  y con música del siglo XVIII de fondo, parece que se aseguran de que todo sigue en orden y la esencia permanece: calidad y exclusividad.

En el 2007, se llevó a cabo una remodelación que costó 27 millones de libras, celebrando sus 300 años de existencia, pues los almacenes fueron fundados en 1707 por William Fortnum & Hugh Mason. William era un footman (lacayo) de la reina Ana y vendía las velas usadas en las cenas de Palacio; vivía en una pequeña habitación alquilada a Hugh, que poseía una tienda en el mercadillo de St. James.
Como en aquel momento el Imperio Británico extendía el comercio, surgía una nueva clase: la burguesía. Con la Compañía Británcia de las Indias Orientales se desarrolló el comercio del té y Londres se convirtió en la patria floreciente del comercio de especias de Oriente; por todo ello crearon un negocio de comestibles.

En 1730, sacaron sus famosas "hampers" (cestas de viaje) pues por Piccadilly  pasaban los viajeros que necesitaban provisiones y se las llenaban de manjares como pastel de carne, queso, frutas, bizcochos, vinos... En 1738 crearon el "scotch egg" (huevo cocido envuelto en carne de salchicha y rebozado), algo muy cómodo de llevar. Además, el Romanticismo había influído a la hora de disfrutar de pic-nics en el campo y los carruajes hacían cola delante del establecimiento para recoger las cestas bien surtidas que llevarían a las Regatas de Henley o al Epson Derby.

Actualmente, la cuarta generación de la familia Weston (la tercera más rica del Reino Unido) siguen cuidando hasta el menor detalle de todo lo que venden y tanto los proveedores como los clientes forman parte de su universo emocional (como los fundadores) para no perder jamás la excelencia.

En el "Jubilee Tea Salon", en la cuarta planta y al que se puede acceder en adorables ascensores de madera, se pueden degustar sus delicatessen, entre ellas la miel que (desde 2008) producen las cuatro colmenas que tienen en la azotea y cuyo sabor se debe a las flores de los parques cercanos.
Se enviaron hampers a Batallas (Crimea) y Expediciones (Everest); se ofreció una Oficina de Correos; se  cuidaba a su personal; se ganó la Medalla de Oro en la Exposición Universal; se introdujo el mundo deportivo y la ropa del hogar; se cubrió el Jubileo del rey Jorge V (1935) atendiendo a Príncipes y potentados... Y todo ello se mantiene en pleno siglo XXI.
Forman parte de lo británico en estado puro y, sin embargo, son muy poco conocidos. Acabo de estar allí y os aseguro que merece la pena, es una buena forma de conocer más a fondo a la "Merry England".