martes, 27 de marzo de 2018

LA BONDAD ES PRÁCTICA

La "bondad" es un valor humano que va más allá de una habilidad y está enriquecida por una decisión ética. El diccionario la define como la inclinación a hacer el bien y Platón afirmaba que buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.

Además de que la bondad hace que nos sintamos mejor, es la actitud más económica y pragmática que existe, puesto que nos permite ahorrar mucha energía que desgastamos inútilmente en sospechas, preocupaciones, resentimientos, manipulación y reacciones a la defensiva.

En este momento - crucial para la humanidad - la bondad no es un lujo, es una necesidad; ser bondadoso con los demás es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos. En el siglo XXI, una persona buena no es un mutante en un mundo violento, sino alguien que sabe sacar el mejor partido de facultades como la alegría, la lealtad, la gratitud, el respeto, la consideración...

Está científicamente demostrado que el amor que no se expresa se convierte en odio y que la alegría que no proporciona un gozo verdadero acaba en depresión. Y es que estamos hechos para la bondad, es nuestro estado natural. Buda decía que el bueno duerme y se despierta con facilidad, tiene sueños agradables y la gente le quiere. Los animales le amarán y los devas (seres celestiales) le protegerán. Los peligros externos no le lastimarán, lucirá un rostro radiante y su mente será serena. No morirá en un estado de confusión.

 En estos días de vacaciones de Semana Santa, con más tiempo del habitual, me gusta profundizar en el contenido de palabras que fortalecen mi estructura interna y que me aportan mucha claridad en el comportamiento cotidiano: honestidad, calor humano, perdón, contacto, integración, humildad, paciencia, generosidad, respeto, flexibilidad, memoria, lealtad (estar con), compasión (sentir con), gratitud, servicio y alegría (la base de la bondad).

Los estudios neurocientíficos más avanzados se enfocan en la amabilidad, la ternura y la compasión y afirman categóricamente que una mente "en calma" produce un bienestar global y verdadero. No se es bueno, se llega a ser bueno después de hacer un paciente trabajo interior. No hay que claudicar, sino sembrar semillas de bondad en todos nuestros actos procurando tener la mente en sintonía con el corazón.

No nos vendrá mal, en estos tiempos convulsos que atravesamos, recapacitar acerca de las cosas que nos hacen más conscientes y responsables, que nos conducen a la verdadera libertad porque nos preparan para sacar nuestras propias conclusiones. Una persona que tiene un bienestar global es difícilmente manipulable.

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