martes, 1 de noviembre de 2022

ESCUELA PERIPATÉTICA

 

El filósofo Aristóteles creó la Escuela Peripatética para cambiar el mundo. Maximizaba el nivel de comprensión de sus discípulos lejos del tedio y la rutina de los espacios cerrados, impartiendo sus conocimientos mientras caminaban por el paseo cubierto del Liceo (peripatos) o sus jardines. Mientras andaban, él iba desarrollando puntos de su lógica y su metafísica, aunque deba mayor importancia a la observación de  la naturaleza y a popularizar el estudio de la ética.

Su sabiduría fue reconocida tras haber sido el tutor de Alejandro Magno y cuando fue a Atenas estuvo durante veinte años en la Academia de Platón, situada fuera de la ciudad en un bosque de olivos sagrados, al que se llegaba por un camino dulcemente umbroso entre templos y fragantes jardines. Próxima a ella estaba la Escuela de Epicuro, en la que se gozaba de los placeres sencillos y cotidianos oteando el turbulento oleaje de la existencia humana.

Cuando Platón falleció, Aristóteles fundó el Liceo con el fin de buscar el equilibrio, elemento clave de la excelencia física e intelectual (areté). Él, como sus antecesores Sócrates y Platón, seguía el hilo sutil de las ideas, que les conducían de un teorema a otro. 

Para tener un cuerpo bello y una mente brillante, la danza y la gimnasia servían para flexibilizar de forma natural tanto el cuerpo como la mente, aportando a sus ademanes vida y prestancia.

John Butcher dijo en 1999: "Caminar es la primera cosa que quiere hacer un niño y la última a la que una persona mayor desea renunciar. Ejercicio sin gimnasio, no contamina, no cuesta, consume pocos recursos naturales, no necesita equipamiento especial, es autorregulable e intrínsecamente seguro. Es tan natural como respirar y media hora al día bate la sangre y fortalece el poder del cerebro".

Pero, además de los beneficios de aprender caminando, en su Ética Nicomáquea Aristóteles afirmaba que el ser humano podía alcanzar un alto estado de bienestar desarrolando virtudes como el coraje, la templanza, la magnificencia, la magnanimidad, el orgullo, la paciencia, la veracidad, la sabiduría, la amistad y la modestia. 

Decía Nietzsche que los mejores pensamientos son los paseados y es que, cuando paseamos, el organismo entiende que está realizando un ejercicio y que necesita más oxígeno y flujo sanguíneo. Caminando, la mente se aclara y las ideas comienzan a fluir, mientras la naturaleza derrama sus suaves influencias. 

¿Por qué no animarnos a ser los peripatéticos del siglo XXI para afrontar el turbulento oleaje social con mayor deportividad?