Entró como clásica de la literatura española, en el siglo XVIII, a través del Diccionario de Autoridades por su maestría en el manejo del idioma. Nació en Ágreda (Soria) y allí vivió hasta su muerte; escribió dentro de los muros conventuales, sin embargo tenía conocimiento pleno de la realidad histórica y literaria de su tiempo y estaba al día de todo lo que pasaba en la corte gracias a las cartas que se escribían Francisco de Borja (capellán de las Descalzas Reales e hijo natural del virrey de Aragón, Fernando de Borja) y ella.
Sor María, en su Mística Ciudad de Dios, escribió la historia de la Virgen María revelada por la propia Virgen. A través de su ejemplo, la Virgen nos conduce a la luz, a la perfección y a la unión con Dios, y lo hace como madre (manantial de infinita misericordia), guiándonos y brindándonos su amparo. Nos da la confianza suficiente para que nos consideremos sus amados hijos y nos ofrece la oportunidad de que podamos imitarla en su vida de oración, humildad, fidelidad, sacrificio y sencillez.
En 1899, Emilia Pardo Bazán, atraída por esta teología escrita y protagonizada por mujeres, publicó "Vida de la Virgen María" según la Venerable Sor María de Jesús de Ágreda. Emilia eliminó lo superflúo y barroco para un lector del siglo XIX, resaltando la belleza de la narración y la maestría de Sor María en el arte de escribir. Una escritura que - según Emilia - unos momentos parece pintura y otros momentos parece música. En el prólogo, la califica como teóloga, pues por primera vez la mujer deja de ser objeto en manos de intérpretes, por primera vez la mujer es leída por sí misma, por sus propios atributos como escritora, más allá de cualquier interés creado.
Kekaritomene, plena de gracia, decoro, hermosura, amabilidad, belleza honda y patente. Se trata de una hermosura que rebosa, que irradia, y se halla envuelta y envuelve en una atmósfera de amor.