Fue en un libro de
Eliza Leslie cuando apareció por primera vez, en Estados Unidos, el término
"cupcake"; se titulaba
Receipts (1828) y en él introducía la receta de este
muffin (parecido a la magdalena, pero con menos levadura) en el que los ingredientes podían ser medidos en tazas
(cups), lo cual fue algo totalmente revolucionario en la repostería de aquella época, pues ahorraba mucho tiempo en la exacta medición de las cantidades en cocinas muy complicadas. El poder tener una taza con la que medir la leche, el azúcar, el harina... facilitaba las cosas y hacía que la elaboración fuera mucho más rápida y estuviera al alcance de cualquiera.
Los
cupcakes tienen los mismos ingredientes que los
cakes (bizcochos) con la particularidad de que se introducen, para ser horneados, en recipientes pequeños (porciones individuales), aceptan añadir a su masa variedades como la miel, la canela, la vainilla... y por enima van cubiertos con
"frostings" (azucar de diferentes colores) que permiten desarrollar la imaginación y creatividad hasta límites inosospechados y por eso están, ahora mismo, de rigurosa actualidad. En
1996 nacía en New York la tienda más famosa en el tema,
"Magnolia Bakery", creada por dos amigas que reconvirtieron una fea y aburrida panadería de barrio en la cuna de uno de los mayores booms del momento. Tuvieron la enorme habilidad y el inmenso acierto de retomar la recetas de sus abuelas y llevarlas a cabo con toda la sabiduría y cariño de lo artesanal. La pena fue que, como ocurre en tantas ocasiones, al empezar a tener un gran éxito comercial se desbordaron y se perdío la esencia de la idea original. El tema llegó a tal punto que se abrieron
300 tiendas del mismo estilo en Estados Unidos y fue habitual ver cupcakes en las revistas de moda más prestigiosas...
Poco se podía imaginar
Miss Leslie, como le llamaba las miles de seguidoras que seguían sus consejos, que su aportación iba a tener una repercusión tan grande y lejana en el tiempo.
Aunque había nacido en Filadelfia, pasó gran parte de su infancia en Londres, ciudad en la que su padre se dedicaba al comercio. Cuando regresaron a Estados Unidos, la economía de la familia no era muy boyante, por lo que
Liza tuvo que posponer su vocación de escritora para aprender costura y cocina, que serían de más utilidad para ayudar en la economía familiar.
Sin embargo, ella no se dio por vencida y logró publicar cuentos para niños. Se le ocurrió compaginar la cocina con la escritura y fue un acierto rotundo pues escribió un libro que le dio enorme popularidad:
"American Girl´s Book".
Descubrió, de esa forma, que la escritura podía ser un vehículo formidable para ayudar a las amas de casa en su amplísima gama de actividades y empezó a ordenar y publicar libros de gran utilidad y exquisita sensibilidad que la mayoría de las familias americanas guardan como verdaderos tesoros en sus bibliotecas.
No se limitó a recetas de cocina y repostería, sino que se preocupó también de temas tan importantes como la organización del hogar en su
"The House Book" o en las buenas maneras en su famoso
"Miss Leslie´s Behaviour Book".
Gracias a mujeres como ella, que no perdieron de vista su auténtica vocación (escritora), nos hemos beneficiado todos y es un claro ejemplo de cómo las situaciones, aparentemente contrarias, se pueden reconvertir en algo mucho mejor y que ni siquiera habíamos planeado.
Me temo que a
Miss Leslie, si viera la situación actual, le entrarían unas ganas irrefrenables de escribir una enciclopedia enorme para recuperar el orden en la casa, la esencia de la repostería y, sobre todo, las
"good manners" o
"buena educación" de la que estamos tan escasos en los tiempos que corren...