Si hay alguien quiere pedir un buen libro a los Reyes Magos, creo que no se arrepentirá si elige "Evelina" (editorial d´Época), con preciosas ilustraciones, introducción y pies de página muy aclaratorios. Los entusiastas de Jane Austen descubrirán que su autora, Frances Burney, fue una de sus principales inspiradoras.
Es una novela epistolar que describe los placeres y peligros de la alta sociedad inglesa y de la vida social londinense de finales del siglo XVIII. A través de una amplia sucesión de cartas, se relata la entrada de Evelina en un mundo frívolo y cruel repleto de falsas apariencias, enredos y embarazosos malentendidos.
La narración no empalaga, sino que su desarrollo te obliga a encadenar un capítulo tras otro y las cartas transmiten tanto los estados de ánimo como el devenir de la historia que la autora nos cuenta.
Desde su oscuro nacimiento y tras la muerte de su madre al dar a luz, Evelina se cría aislada, en el campo, con su tutor, el Reverendo Mr Villars; cuando está a punto de cumplir 18 años, viaja por primera vez a Londres, donde se ve cautivada por su nuevo entorno, "le beau monde" y por el apuesto Lord Orville.
Pero su disfrute pronto se verá mortificado por la aparición de su abuela, Madame Duval, y por el libertino Sir Clement Willoughby.
Frances Burney, también conocida como Fanny Burney, es la madre de la novela inglesa. Fue reconocida en vida y ganó lo suficiente como para ser independiente. A pesar de que su obra estaba compuesta por novelas, obras de teatro, canciones, poemas... lo que prevaleció después de su muerte fueron sus "Diarios" (el 1º lo comenzó con 16 años), como magnífica fuente documental de la sociedad de su época.
En 1778, escribió su primera novela, Eveline, cuando tenía 26 años. De ideas muy avanzadas, apoyó la Revolución Francesa y contrajo matrimonio con un militar francés (que luchó al lado de Lafayette); vivió en París diez años y sólo tuvieron un hijo; en 1812 regresó a Bath (Inglaterra) donde permaneció el resto de sus días.
Con una historia de amor y divertidos enredos, en su ampia galería de personajes retrata con frescura la sociedad al completo. Así como Jane (23 años menor) utiliza una suave ironía y se centra en la "gentry rural", Fanny mira con más amplitud y su sátira es también divertida pero más incisiva y cruel. Ambas se inspiran en Samuel Richardson que con su novela epistolar "Pamela" generó toda una moda...
Fanny, que vivió en la corte del rey Jorge III y la reina Carlota y se carteó con la mayoría de las princesas reales, tuvo el coraje de ser libre y decidir acerca de su propia vida. Autodidacta, curiosa, despierta y con un gran sentido del humor hacía un poco de contrapunto con las "assez cultivées femmes françaises"...
Una vez más la mezcla de culturas, el viajar, leer, escribir, desenvolverse en diferentes ambientes y convivir con pesonas nuevas, da como resultado que un autor (en este caso autora) tenga mucho que ofrecer.
viernes, 30 de diciembre de 2016
EVELINA
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jueves, 29 de diciembre de 2016
EL LENGUAJE COMO AMPARO
Hablar, escribir, consiste en juntar palabras ajustándolas, organizándolas; es pues un acto de creación. Cada uno puede así crear en los demás la alegría, la confianza, el amor, la luz o bien la pena, la oscuridad, la enfermedad y la desesperanza. Yo pienso que la verdadera evolución consiste en aprender a servirse de la palabra, oral o escrita, para crear a través del verbo lo que es justo, bueno y hermoso. La creación no está terminada y nosotros podemos formar parte de ella ayudando con nuestro trabajo (cocreando).
Me gustaría dar calor, abrigar a los demás a través de las líneas, las filas de palabras (como hago con los puntos cuando tejo con dos agujas) y que el motivo, poco a poco, fuese apareciendo; me encanta enlazar, tanto de forma real como figurada, las palabras que dilatan, que reconfortan.
Yo sé que cuando el ser humano aprende a vivir en la intimidad de los libros descubre un lenguaje entrañable, pues leer un libro es como abrazar y ser abrazado, nada sustituye la intensidad de esa magia.
Cuando escribo, activo mi capacidad de sentir y de pensar, pero necesito la hospitalidad del lector, su capacidad de asombro y búsqueda para que, de esa forma, se pueda producir el "encuentro".
El arte da vida a lo que no la tiene y, como decía Cervantes, "la pluma es la lengua del alma". Nada me produce mayor satisfacción que comunicarme claramente con quienes me leen o escuchan. Dejo que las letras fluyan desde mis dedos y veo como la página en blanco se va llenando de palabras, de mí. En medio del silencio, brotan, vienen presurosas al encuentro de las otras; salen de mi cabeza, de mi corazón, de mi piel... o se repliegan perezosas.
Escribir es, para mí, construir y construirme, vivo en las palabras con las que me defino, con las que me expreso. Se dice que la mujer inventó el tejido para comunicar el sentido más profundo de su relación con el universo y es algo con lo que estoy de acuerdo; yo, con mis agujas de tejedora y mi pluma de escritora (tanto en el tejido como en el texto) enlazo y entrelazo, coso y descoso, hilo y trenzo, mallo y friso... Lo hago con naturalidad, sin esfuerzo.
El tejido, en entrelazado y el entremezclado han estado, están y estarán siempre presentes en la historia del hombre pues han servido tanto para su vida como para el desarrollo de la comunidad y la colectividad. El arte de tejer es una de las primeras actividades del ser humano pues a través del tejido construye soluciones y logra resultados. Cuando uno teje, transforma su existencia creando su propio modelo dentro de la organización y vida cultural. Cuando enlaza palabras puede dar alimento, refugio y protección.
La primera palabra es el ruego y la segunda "el amparo". La palabra es materna, es de acogida; antes de que el niño aprenda la lengua materna ésta ya le ha acogido y le ha dado casa. De ahí que el lenguaje, antes que la casa del ser, sea la casa del hombre.
Amparar significa "proteger parando o deteniendo algo". El desamparo consiste en quedarse sin protección, sin ayuda o sin asistencia. La casa es la expresión más emblemática del amparar y del cubrir para proteger.
La casa tiene cimientos y ventanas; los cimientos y el sótano la ligan a la tierra, mientras que las ventanas y la buhardilla, al cielo. La casa une tierra y cielo. La casa es como una palabra de consuelo y calienta cuerpo y alma.
"La primera en levantarse será mamá... la oiremos encender silenciosamente el fuego, poner silenciosamente el agua sobre el fogón y recoger con sigilo del armario el molinillo de café. Estaremos de nuevo en casa" (Poema Resurrección de Vladimir Holan).
Nos quedan pocos días para despedir el año que se va y no quería dejar de exponer públicamente mi profundo agradecimiento a mi vocación de tejedora y escritora, pues gracias a ello cada vez voy entendiendo un poco mejor esta apasionante aventura que es ¡vivir!
Me gustaría dar calor, abrigar a los demás a través de las líneas, las filas de palabras (como hago con los puntos cuando tejo con dos agujas) y que el motivo, poco a poco, fuese apareciendo; me encanta enlazar, tanto de forma real como figurada, las palabras que dilatan, que reconfortan.
Yo sé que cuando el ser humano aprende a vivir en la intimidad de los libros descubre un lenguaje entrañable, pues leer un libro es como abrazar y ser abrazado, nada sustituye la intensidad de esa magia.
Cuando escribo, activo mi capacidad de sentir y de pensar, pero necesito la hospitalidad del lector, su capacidad de asombro y búsqueda para que, de esa forma, se pueda producir el "encuentro".
El arte da vida a lo que no la tiene y, como decía Cervantes, "la pluma es la lengua del alma". Nada me produce mayor satisfacción que comunicarme claramente con quienes me leen o escuchan. Dejo que las letras fluyan desde mis dedos y veo como la página en blanco se va llenando de palabras, de mí. En medio del silencio, brotan, vienen presurosas al encuentro de las otras; salen de mi cabeza, de mi corazón, de mi piel... o se repliegan perezosas.
Escribir es, para mí, construir y construirme, vivo en las palabras con las que me defino, con las que me expreso. Se dice que la mujer inventó el tejido para comunicar el sentido más profundo de su relación con el universo y es algo con lo que estoy de acuerdo; yo, con mis agujas de tejedora y mi pluma de escritora (tanto en el tejido como en el texto) enlazo y entrelazo, coso y descoso, hilo y trenzo, mallo y friso... Lo hago con naturalidad, sin esfuerzo.
El tejido, en entrelazado y el entremezclado han estado, están y estarán siempre presentes en la historia del hombre pues han servido tanto para su vida como para el desarrollo de la comunidad y la colectividad. El arte de tejer es una de las primeras actividades del ser humano pues a través del tejido construye soluciones y logra resultados. Cuando uno teje, transforma su existencia creando su propio modelo dentro de la organización y vida cultural. Cuando enlaza palabras puede dar alimento, refugio y protección.
La primera palabra es el ruego y la segunda "el amparo". La palabra es materna, es de acogida; antes de que el niño aprenda la lengua materna ésta ya le ha acogido y le ha dado casa. De ahí que el lenguaje, antes que la casa del ser, sea la casa del hombre.
Amparar significa "proteger parando o deteniendo algo". El desamparo consiste en quedarse sin protección, sin ayuda o sin asistencia. La casa es la expresión más emblemática del amparar y del cubrir para proteger.
La casa tiene cimientos y ventanas; los cimientos y el sótano la ligan a la tierra, mientras que las ventanas y la buhardilla, al cielo. La casa une tierra y cielo. La casa es como una palabra de consuelo y calienta cuerpo y alma.
"La primera en levantarse será mamá... la oiremos encender silenciosamente el fuego, poner silenciosamente el agua sobre el fogón y recoger con sigilo del armario el molinillo de café. Estaremos de nuevo en casa" (Poema Resurrección de Vladimir Holan).
Nos quedan pocos días para despedir el año que se va y no quería dejar de exponer públicamente mi profundo agradecimiento a mi vocación de tejedora y escritora, pues gracias a ello cada vez voy entendiendo un poco mejor esta apasionante aventura que es ¡vivir!
domingo, 25 de diciembre de 2016
UNA FELICITACIÓN DE NAVIDAD
Acabo de recibir esta pequeña "sugerencia" dentro de una felicitación de Navidad y por supuesto pediré a Sus Majestades, "Los Reyes Magos de Oriente", este precioso libro sobre las Navidades de Jane Austen. Como siempre, haré caso a Borja y leeré, escribiré y haré punto durante estos días de estar en casa con mi familia y mis amigos más queridos...
Me gusta mucho la edición y el tamaño de este librito y me imagino que hablará de cómo pasaba la familia Austen la Navidad, lo que nos acercará a la época georgiana y de la Regencia...
Es bueno hacer un alto en el camino y aprovechar estos días para resistirnos un poco al "contentamiento masivo" de hacer lo que se supone que hay que hacer (comidas pantagruélicas, compras sin sentido, escapismo emocional, subidones y bajones afectivos...) y celebrar las fiestas a nuestra manera. En casa, a cobijo, nos sentimos protegidos del egoísmo, de la indiferencia, de la ceguera hacia dónde nos dirigimos, de la retórica sin palabra, del absurdo, del mal, de la injusticia.
La vida es más profunda si tienes el coraje de marginarte un poco porque sólo si no se cede a lo que la mayoría impone es posible mantener la esperanza en el sentido común y abrir, en medio de la enorme confusión, el claro del sosiego y de la paz.
Ahora que acabamos de estrenar el invierno, es momento de reflexión, de concentración y de ir preparando los planes y proyectos que sembraremos el primer día del Nuevo Año que está a punto de llegar. El futuro lo preparamos nosotros, eso es algo que no deberíamos olvidar...
Me gusta mucho la edición y el tamaño de este librito y me imagino que hablará de cómo pasaba la familia Austen la Navidad, lo que nos acercará a la época georgiana y de la Regencia...
Es bueno hacer un alto en el camino y aprovechar estos días para resistirnos un poco al "contentamiento masivo" de hacer lo que se supone que hay que hacer (comidas pantagruélicas, compras sin sentido, escapismo emocional, subidones y bajones afectivos...) y celebrar las fiestas a nuestra manera. En casa, a cobijo, nos sentimos protegidos del egoísmo, de la indiferencia, de la ceguera hacia dónde nos dirigimos, de la retórica sin palabra, del absurdo, del mal, de la injusticia.
La vida es más profunda si tienes el coraje de marginarte un poco porque sólo si no se cede a lo que la mayoría impone es posible mantener la esperanza en el sentido común y abrir, en medio de la enorme confusión, el claro del sosiego y de la paz.
Ahora que acabamos de estrenar el invierno, es momento de reflexión, de concentración y de ir preparando los planes y proyectos que sembraremos el primer día del Nuevo Año que está a punto de llegar. El futuro lo preparamos nosotros, eso es algo que no deberíamos olvidar...
martes, 20 de diciembre de 2016
KYNANCE MEWS
Los "Mews" son espacios fértiles y vitales que han surgido como consecuencia de la propia evolución urbana y de la reinterpretación y uso inteligente de unos antiguos establos que, después de tres siglos, permiten que en ellos se desarrolle una próspera vida social en un contexto de convivencia inmejorable.
En dos hileras (una frente a otra) y ocultos tras las monumentales fachadas victorianas del centro de Londres (de los siglos XVIII y XIX), estaban en la parte trasera de las mansiones. En la planta baja, en contacto directo con la calle, tenían un doble acceso (peatonal y rodado) para alojar a los caballos y los carruajes. En la planta superior, vivían los sirvientes y sus familias en pésimas condiciones de habitabilidad. También había pequeños talleres de herrería y mecánica que servían de apoyo a los establos y aumentaban la densidad e insalubridad.
Con la aparición del automóvil, a comienzos del siglo XX, se llevó a cabo un reciclaje hacia otros usos de los garajes y almacenes, parecido a los "lofts" de Nueva York (años 50-60), y tanto escritores, como artistas o gente con profesiones liberales, interesados en vivir en el centro a precios económicos, decidieron reconvertirlos en viviendas de calidad utilizando la parte de abajo para su trabajo.
Su progresiva rehabilitación y acondicionamiento ha hecho que su demanda se dispare y actualmente son los lugares más deseados para vivir. Tienen el valor añadido de que, a diferencia de "las mansiones" protegidas como Patrimonio (que no se pueden tocar), ellos gozan de gran libertad para hacer todos los cambios que consideren oportunos (dentro de la Ordenanza Municipal) respecto al diseño original, tanto en el exterior como en el interior.
Cada Mews es único, dentro de un sistema de patrones comparitdo. Su mayor encanto estriba en la diversidad, la abundante vegetación y la proliferación de elementos decorativos diferentes que contrastan con la homogeneidad, monumentalidad y carácter neutro de las fachadas principales victorianas que forman parte del urbanismo formal y están protegidas por las exigencias del marco normativo.
En el centro y el oeste son muy caros, pero se están extendiendo por toda la ciudad en un claro proceso de transformación y regeneración.
Son, en realidad, verdaderos oasis en pleno centro de la ciudad, pues la falta de tráfico, el contacto directo tanto con la calle como con los vecinos, el poder realizar multitud de actividades conjuntas, la libertad y el respeto, dan lugar a una auténtica "calidad de vida". Curiosamente, son los descendientes de las grandes mansiones los que más aprecian y valoran sus antiguos establos, pero la Historia es sabia y cíclica y tiene la virtud de conseguir que "los privilegiados no sean siempre los mismos", ahora son los grandes propietarios los que, encadenados a sus posesiones, no tienen liquidez para vivir como les gustaría...
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domingo, 18 de diciembre de 2016
EL CISNE NEGRO
Llevaba mucho tiempo imaginando un lugar así al que poder ir cualquier día de diario a reponer fuerzas, a charlar con alguna amiga, a sentarme tranquilamente a ojear libros que luego me llevaría a casa o, simplemente, a hacer un alto en el camino, pero lo veía muy lejano. Hace unos días, mi amigo el pintor Borja Echevarría, que me conoce muy bien, me dijo que ya habían abierto "el lugar de mis sueños" y que tenía que ir a conocerlo lo antes posible porque me iba a encantar; ofrecía exactamente todo lo que yo estaba esperando, no me defraudaría...
Como siempre, le hice caso y fui inmediatamente. Atravesé el Mercado y llegué al callejón en cuya esquina estaba "El Cisne Negro", una librería-tetería, pequeñita, pero con mucho encanto. Entré y conocí a Mer y a Gonzalo, sus dueños, que me recibieron con naturalidad y cordialidad. Nos sentamos en una de las mesitas y decidimos que sería una buena idea hablar de mi cuarto libro...
Dicho y hecho: ayer sábado, por la tarde, nos reunimos un pequeño, pero muy selecto, grupo formado por los lectores, los libreros y la escritora. Como decía Chesterton, "toda amistad verdadera comienza con el fuego, la comida, la bebida y con la aceptación de la lluvia y la escarcha".
En realidad fue una charla en la que más tarde intervenimos todos. La buena energía circulaba libremente entre unos y otros y nos sentíamos muy bien. Este tipo de "saloncitos" son escenarios magníficos para poder gozar de buena compañía y conversación.
Ellos nos ofrecen té, chocolate o café, es decir, las bebidas conocidas como "intelectuales", pues nos mantienen despiertos, favorecen la locuacidad, estimulan el sistema nervioso y reducen la fatiga mental. También se pueden degustar exquisitas delicatessen, por lo que el dulce también está presente. No olvidemos que los chinos afirman que ayuda a digerir los alimentos, es sedante, quita los espasmos, nutre la energía mental y, como consecuencia, la espiritual.
Ayer, alerededor de un humeante chocolate con canela y un riquísimo bizcocho de dátiles y nueces, compartimos mesa, nos abrimos, nos aproximamos, aumentamos nuestra intimidad y nos sentimos "en casa". Todos entramos en la dimensión del "sentir" y es que "el sentimiento" aporta una gran riqueza a la razón, facilita mucho la comprensión global de las cosas. El ser humano necesita comprender y ser comprendido y una buena taza de té, chocolate o café nos hace sentir más flexibles, más expandidos, más tolerantes.
Decía Grimon de la Reynière: "Los placeres del dulce son los primeros que se conocen, los que más tarde se abandonan y los que más a menudo se pueden saborear. ¿Podría decirme lo mismo del resto?"
Creo que es una buena noticia que en la calle San Quintín, 6 de San Lorenzo de El Escorial, podamos gozar de un lugar que nos brinda la posibilidad de gozar de todo lo que he contando junto a buenos libros.
Como siempre, le hice caso y fui inmediatamente. Atravesé el Mercado y llegué al callejón en cuya esquina estaba "El Cisne Negro", una librería-tetería, pequeñita, pero con mucho encanto. Entré y conocí a Mer y a Gonzalo, sus dueños, que me recibieron con naturalidad y cordialidad. Nos sentamos en una de las mesitas y decidimos que sería una buena idea hablar de mi cuarto libro...
Dicho y hecho: ayer sábado, por la tarde, nos reunimos un pequeño, pero muy selecto, grupo formado por los lectores, los libreros y la escritora. Como decía Chesterton, "toda amistad verdadera comienza con el fuego, la comida, la bebida y con la aceptación de la lluvia y la escarcha".
En realidad fue una charla en la que más tarde intervenimos todos. La buena energía circulaba libremente entre unos y otros y nos sentíamos muy bien. Este tipo de "saloncitos" son escenarios magníficos para poder gozar de buena compañía y conversación.
Ellos nos ofrecen té, chocolate o café, es decir, las bebidas conocidas como "intelectuales", pues nos mantienen despiertos, favorecen la locuacidad, estimulan el sistema nervioso y reducen la fatiga mental. También se pueden degustar exquisitas delicatessen, por lo que el dulce también está presente. No olvidemos que los chinos afirman que ayuda a digerir los alimentos, es sedante, quita los espasmos, nutre la energía mental y, como consecuencia, la espiritual.
Ayer, alerededor de un humeante chocolate con canela y un riquísimo bizcocho de dátiles y nueces, compartimos mesa, nos abrimos, nos aproximamos, aumentamos nuestra intimidad y nos sentimos "en casa". Todos entramos en la dimensión del "sentir" y es que "el sentimiento" aporta una gran riqueza a la razón, facilita mucho la comprensión global de las cosas. El ser humano necesita comprender y ser comprendido y una buena taza de té, chocolate o café nos hace sentir más flexibles, más expandidos, más tolerantes.
Decía Grimon de la Reynière: "Los placeres del dulce son los primeros que se conocen, los que más tarde se abandonan y los que más a menudo se pueden saborear. ¿Podría decirme lo mismo del resto?"
Creo que es una buena noticia que en la calle San Quintín, 6 de San Lorenzo de El Escorial, podamos gozar de un lugar que nos brinda la posibilidad de gozar de todo lo que he contando junto a buenos libros.
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TÉ
jueves, 15 de diciembre de 2016
MARYLEBONE
Está al sur de Regent´s Park y en él se lleva un vida tranquila al más puro estilo británico: la naturaleza forma parte de lo cotidiano. Colegios, galerías de arte, tiendas de autor con un gusto exquisito (Cath Kidston, Kushi tea, Emma Bridgewater, Oliver Bonas...), lugares muy agradables para comer o tomar algo, su Museo con la Wallace Collection y la famosa librería "Daunt Books". Una vez dentro, el lugar es acogedor, con colores clásicos, olor a madera y a papel, largas entanterías repletas de libros y claraboyas que bañan el espacio con luz natural.
En realidad lleva 20 años como librería de viajes y los libros se hallan colocados geográficamente (hay que buscar el origen del autor). Más que una tienda parece una biblioteca, con cómodas mesas y sillas para echar un vistazo a los libros, grandes jarrones de flores y un silencio casi total.
Es muy frecuente ver sus características bolsas verdes con libros junto a la cesta de la fruta o del pan en una bicicleta durante los fines de semana, que es cuando la gente puede disfrutar de la vida de su barrio de verdad. El contacto directo entre los compradores, vendedores, vecinos, paseantes... hace que las relaciones humanas sean más cálidas y naturales. Es cierto que es una zona muy cara, pero como ocurre siempre en la vida, no es cuestión de tener sino de ser: se puede dar prioridad a la calidad de vida y prescindir de otras "necesidades" superfluas, se trata más bien de tener clara la escala de valores.
Es, bajo mi punto de vista, el contrapunto perfecto de la comercial calle Oxford en la que un sábado por la tarde te sientes formar parte de un río de gente apresurada que va en busca de ¿quién sabe qué?
domingo, 11 de diciembre de 2016
EL REENCUENTRO
Esta noche, lejanas vivencias vuelven a mi mente y las siento como si fuera la primera vez. Acabo de experimentar un reencuentro con una amiga y ha sido muy reconfortante. Es una persona a la que quiero mucho y que ha dejado en mi vida una huella que, aunque parecía borrarse por momentos, hoy ha emergido con más fuerza.
Me he dado cuenta de que la amistad no caduca, de que los amigos de verdad están siempre en nuestro corazón y nosotros en el suyo. No importa el tiempo que pase, por dónde nos lleve la vida, lo cierto es que el reencuentro siempre nos produce una gran alegría.
He aprendido a valorar que un amigo cuida, respeta, no juzga, observa y cuando nos caemos nos da su mano para volvernos a levantar. Siempre está disponible para escuchar, para aconsejar o para consolar y eso es algo que no se puede olvidar...
He experimentado que quien no te busca, no te extraña y quien no te extraña, no te quiere. Que la vida decide quién entra en tu vida, pero tú decides quién se queda. Que la verdad duele sólo una vez y la mentira siempre. Por eso valoro a quien me valora y jamás trato como prioridad a quién me valora como una opción.
Este reencuentro ha sido una sorpresa y por eso tiene un valor añadido. Como decía Ortega, jamás debemos perder la capacidad de asombrarnos, de sorprendernos, ante lo que la vida nos brinda...
Me he dado cuenta de que la amistad no caduca, de que los amigos de verdad están siempre en nuestro corazón y nosotros en el suyo. No importa el tiempo que pase, por dónde nos lleve la vida, lo cierto es que el reencuentro siempre nos produce una gran alegría.
He aprendido a valorar que un amigo cuida, respeta, no juzga, observa y cuando nos caemos nos da su mano para volvernos a levantar. Siempre está disponible para escuchar, para aconsejar o para consolar y eso es algo que no se puede olvidar...
He experimentado que quien no te busca, no te extraña y quien no te extraña, no te quiere. Que la vida decide quién entra en tu vida, pero tú decides quién se queda. Que la verdad duele sólo una vez y la mentira siempre. Por eso valoro a quien me valora y jamás trato como prioridad a quién me valora como una opción.
Este reencuentro ha sido una sorpresa y por eso tiene un valor añadido. Como decía Ortega, jamás debemos perder la capacidad de asombrarnos, de sorprendernos, ante lo que la vida nos brinda...
sábado, 10 de diciembre de 2016
LA RESISTENCIA ÍNTIMA
Josep María Esquirol nos alerta acerca de que la civilización humanista está retrocediendo amenazada por los nuevos bárbaros, los "tecnobárbaros". Nos dice que contra la inmediatez compulsiva y la hiperconectividad, que nos convierten en medio-humanos, medio-máquinas, hay que oponer resistencia.
La exposición pública, la dispersión y la indiferencia deben ser frenadas con la pausa, el hablar franco, la proximidad, la diferencia, la reflexión, la reinvención de la mirada y el retorno al pensar.
El ser humano está a la intemperie (sobre una horizontal que es la tierra, se debe mantener en vertical y tender hacia el cielo en soledad) y se ve obligado a afrontar los hechos y a oponerles resistencia reaccionando con el gesto del amparo y del cuidado. Para ello son imprescindibles tanto la protección como la resistencia. La casa es cobijo, proximidad, comprensión y calidez que nos ampara de la itemperie. El verbo casar significa reunir, juntar, crear espacio de proximidad, cercanía; ella nos brinda cotidianidad, algo que no es gris ni mediocre, sino rico y profundo.
Si uno no es franco consigo mismo, no puede pensar ni dialogar de verdad. El hablar de forma sincera forma parte de la proximidad, de la familiaridad. Hay que plantar cara a todo aquello que erosiona, desgasta, aliena, absorbe; es mejor situarse en el margen ya que es una actitud que termina por ser fecunda, pues el sistema se inquieta ante lo que se le resiste y no puede seguir adelante. Debemos resistirnos a toda forma de hegemonía, a toda tendencia homogeneizadora, totalizadora, porque nos empobrece, reduce y mata.
Está claro que ta tecnociencia más el capitalismo están creando un nuevo tipo de sociedad y no podemos permitir que se erradique el misterio de la vida, pues el sentir inteligente es una maravilla y un secreto; es un error monumental perder la hondura y el misterio.
La persona que piensa, que comprende una situación, es más libre que la que no lo hace (esclavo). Pero el pensamiento necesita una soledad reflexiva (no aislamiento), un espacio para madurar la experiencia y el juicio. Como dice Simone Weil, "todo reside en la capacidad de prestar atención, en concentrar de nuevo la mirada". En la Educación habrá que olvidarse de la desmesura curricular y dar más espacios para respirar y atender. El mejor servicio que se puede hacer actualmente a la sociedad es: "mantener la diferencia".
Os recomiendo fervientemente este libro de un autor al que se le va conociendo por el método publicitario más eficaz de todos los tiempos: "el boca a boca". Es cierto que ha ganado el Premio Nacional de Ensayo 2016, pero lo que de verdad le avala es el ser un Profesor de Filosofía, con ideas muy claras, que nos puede facilitar el camino y amparar con su impecable orden íntimo.
La exposición pública, la dispersión y la indiferencia deben ser frenadas con la pausa, el hablar franco, la proximidad, la diferencia, la reflexión, la reinvención de la mirada y el retorno al pensar.
El ser humano está a la intemperie (sobre una horizontal que es la tierra, se debe mantener en vertical y tender hacia el cielo en soledad) y se ve obligado a afrontar los hechos y a oponerles resistencia reaccionando con el gesto del amparo y del cuidado. Para ello son imprescindibles tanto la protección como la resistencia. La casa es cobijo, proximidad, comprensión y calidez que nos ampara de la itemperie. El verbo casar significa reunir, juntar, crear espacio de proximidad, cercanía; ella nos brinda cotidianidad, algo que no es gris ni mediocre, sino rico y profundo.
Si uno no es franco consigo mismo, no puede pensar ni dialogar de verdad. El hablar de forma sincera forma parte de la proximidad, de la familiaridad. Hay que plantar cara a todo aquello que erosiona, desgasta, aliena, absorbe; es mejor situarse en el margen ya que es una actitud que termina por ser fecunda, pues el sistema se inquieta ante lo que se le resiste y no puede seguir adelante. Debemos resistirnos a toda forma de hegemonía, a toda tendencia homogeneizadora, totalizadora, porque nos empobrece, reduce y mata.
Está claro que ta tecnociencia más el capitalismo están creando un nuevo tipo de sociedad y no podemos permitir que se erradique el misterio de la vida, pues el sentir inteligente es una maravilla y un secreto; es un error monumental perder la hondura y el misterio.
La persona que piensa, que comprende una situación, es más libre que la que no lo hace (esclavo). Pero el pensamiento necesita una soledad reflexiva (no aislamiento), un espacio para madurar la experiencia y el juicio. Como dice Simone Weil, "todo reside en la capacidad de prestar atención, en concentrar de nuevo la mirada". En la Educación habrá que olvidarse de la desmesura curricular y dar más espacios para respirar y atender. El mejor servicio que se puede hacer actualmente a la sociedad es: "mantener la diferencia".
Os recomiendo fervientemente este libro de un autor al que se le va conociendo por el método publicitario más eficaz de todos los tiempos: "el boca a boca". Es cierto que ha ganado el Premio Nacional de Ensayo 2016, pero lo que de verdad le avala es el ser un Profesor de Filosofía, con ideas muy claras, que nos puede facilitar el camino y amparar con su impecable orden íntimo.
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TECNOBÁRBAROS
jueves, 8 de diciembre de 2016
LADY MONTAGU
En 1762, un año después de su muerte, fueron publicadas las "Cartas desde Estambul" de Lady Mary Wortley Montagu y era el primer trabajo que llevaba su propio nombre (no un seudónimo).
Mary Montagu nació en Londres (1689) y era aristócrata, viajera y escritora. Su educación fue más bien autodidacta y leyó multitud de libros que iba encontrando en la nutrida biblioteca de su padre.
Siendo todavía muy joven, se atrevió a sacar a la luz ensayos y sátiras y asistía a las tertulias literarias que se organizaban en su casa. Fue muy amiga de Mary Astell, la primera feminista inglesa que luchó como ninguna por los Derechos de la Mujer.
Muy decidida y de fuerte personalidad, acompañó a su esposo a Turquía cuando fue nombrado Embajador en 1716. El fantástico viaje le abrió las puertas a una vida completamente desconocida y fue la primera mujer occidental que, gracias a su curiosidad y determinación, pudo acceder a los harenes otomanos.
Fue entonces cuando comenzó una apasionada correspondencia con amigos y familia contándoles lo que veía...
"Las mujeres turcas tienen más libertad que las inglesas y la religión musulmana no es muy distinta del cristianismo", les decía y en sus cartas les describía la vida que allí llevaba con todo lujo de detalles. Aprendió el idioma y adoptó la vestimenta turca, para identificarse con las mujeres de aquel país.
En 1718 volvió a Inglaterra y, aunque carecía de formación científica, llevó una cura contra la viruela a través de un método utilizado por los médicos árabes desde el siglo VI. Se inoculaba la viruela como profilaxis de esta enfermedad y ella misma hizo inocular a sus hijos enfrentándose a los prejuicios de los médicos conservadores y clérigos. En las tertulias literarias que seguía frecuentando pudo conocer a gente nueva y muy interesante, como al escritor francés Voltaire.
Pero el grado de libertad y autonomía que había llegado a conseguir le impidieron vivir encorsetada en un matrimonio axfisiante y decidió separarse en 1739. Viajó y residió en diferentes lugares de Europa y jamás dejó de escribir. Mayor y muy enferma, volvió a Londres y falleció en 1762.
Curiosamente, setenta años más tarde, en 1796, un doctor se interesó por sus trabajos y perfeccionó sus técnicas, pasando a la Historia como el descubridor de la viruela.
¿Nadie recordó la lucha de Mary?
Mary Montagu nació en Londres (1689) y era aristócrata, viajera y escritora. Su educación fue más bien autodidacta y leyó multitud de libros que iba encontrando en la nutrida biblioteca de su padre.
Siendo todavía muy joven, se atrevió a sacar a la luz ensayos y sátiras y asistía a las tertulias literarias que se organizaban en su casa. Fue muy amiga de Mary Astell, la primera feminista inglesa que luchó como ninguna por los Derechos de la Mujer.
Muy decidida y de fuerte personalidad, acompañó a su esposo a Turquía cuando fue nombrado Embajador en 1716. El fantástico viaje le abrió las puertas a una vida completamente desconocida y fue la primera mujer occidental que, gracias a su curiosidad y determinación, pudo acceder a los harenes otomanos.
Fue entonces cuando comenzó una apasionada correspondencia con amigos y familia contándoles lo que veía...
"Las mujeres turcas tienen más libertad que las inglesas y la religión musulmana no es muy distinta del cristianismo", les decía y en sus cartas les describía la vida que allí llevaba con todo lujo de detalles. Aprendió el idioma y adoptó la vestimenta turca, para identificarse con las mujeres de aquel país.
En 1718 volvió a Inglaterra y, aunque carecía de formación científica, llevó una cura contra la viruela a través de un método utilizado por los médicos árabes desde el siglo VI. Se inoculaba la viruela como profilaxis de esta enfermedad y ella misma hizo inocular a sus hijos enfrentándose a los prejuicios de los médicos conservadores y clérigos. En las tertulias literarias que seguía frecuentando pudo conocer a gente nueva y muy interesante, como al escritor francés Voltaire.
Pero el grado de libertad y autonomía que había llegado a conseguir le impidieron vivir encorsetada en un matrimonio axfisiante y decidió separarse en 1739. Viajó y residió en diferentes lugares de Europa y jamás dejó de escribir. Mayor y muy enferma, volvió a Londres y falleció en 1762.
Curiosamente, setenta años más tarde, en 1796, un doctor se interesó por sus trabajos y perfeccionó sus técnicas, pasando a la Historia como el descubridor de la viruela.
¿Nadie recordó la lucha de Mary?
LA VIAJERA
Me gusta mucho este cuadro llamado "La Viajera" y pintado por Camilo Mori. Me proporciona serenidad y me evoca la maravillosa sensación de ir sentada en un vagón de tren con la posibilidad de cerrar el libro y contemplar la vida pasar a través de la ventanilla... La soledad, el silencio, la contemplación, la calma, son cosas muy importantes en la vida de una persona a la hora de poder afrontar y asimilar lo que, a veces, la vida nos exige.
Me da la impresión de que, en pleno siglo XXI, no somos del todo conscientes del daño que nos hace el ir demasiado rápido. Es cierto que la velocidad es divertida, sexy, una descarga de adrenalina; es como una droga si somos adictos a ella. El mundo actual parece un "buffet libre" gigante de cosas por hacer, consumir, experimentar; es algo que crea la necesidad imperiosa de apresurarnos para poder abarcarlo todo.
Me temo que no es la actitud más adecuada, ni para el bienestar general de la persona, ni para afrontar o resolver dificultades con éxito.
Está claro que no todo se puede hacer a la misma velocidad, sino que cada acción tiene su tiempo justo. Frenar, favorece vivir el presente y ser consciente de él, lo que nos ayuda a disfrutar plenamente de los minutos en vez de contarlos.
Con prisas, es imposible poder valorar a los que nos rodean y cuidar las relaciones que mantenemos con ellos. Tampoco la creatividad se desarrolla en un ambiente apresurado y las oportunidades que se nos brindan, muchas veces, pasan desapercibidas porque no las hemos prestado la atención requerida.
Es bueno que nos definamos a nosotros mismos cuáles son nuestras prioridades más importantes y les dediquemos tiempo y talento, pues es bastante absurdo involucrarnos en cosas que no vamos a poder llevar a cabo y nos van a quitar una energía muy valiosa.
La paciencia, hasta con uno mismo, es el signo más elevado de la verdadera cortesía, la que indica una buena educación de fondo, la que da márgenes de confianza a las personas y a las situaciones para que se puedan desarrollar a su manera.
La reflexión también requiere sosiego, no se puede actuar por impulsos, sino después de discernir y elegir.
La vida es un viaje cuya duración desconocemos, por eso hay que disfrutar del trayecto antes de llegar al destino. No sería bueno "irnos" con cosas pendientes, por eso vale más ir tranquilamente y recordar la frase de Krishnamurti: "hollar el camino con voluntad de acero templado".
Me da la impresión de que, en pleno siglo XXI, no somos del todo conscientes del daño que nos hace el ir demasiado rápido. Es cierto que la velocidad es divertida, sexy, una descarga de adrenalina; es como una droga si somos adictos a ella. El mundo actual parece un "buffet libre" gigante de cosas por hacer, consumir, experimentar; es algo que crea la necesidad imperiosa de apresurarnos para poder abarcarlo todo.
Me temo que no es la actitud más adecuada, ni para el bienestar general de la persona, ni para afrontar o resolver dificultades con éxito.
Está claro que no todo se puede hacer a la misma velocidad, sino que cada acción tiene su tiempo justo. Frenar, favorece vivir el presente y ser consciente de él, lo que nos ayuda a disfrutar plenamente de los minutos en vez de contarlos.
Con prisas, es imposible poder valorar a los que nos rodean y cuidar las relaciones que mantenemos con ellos. Tampoco la creatividad se desarrolla en un ambiente apresurado y las oportunidades que se nos brindan, muchas veces, pasan desapercibidas porque no las hemos prestado la atención requerida.
Es bueno que nos definamos a nosotros mismos cuáles son nuestras prioridades más importantes y les dediquemos tiempo y talento, pues es bastante absurdo involucrarnos en cosas que no vamos a poder llevar a cabo y nos van a quitar una energía muy valiosa.
La paciencia, hasta con uno mismo, es el signo más elevado de la verdadera cortesía, la que indica una buena educación de fondo, la que da márgenes de confianza a las personas y a las situaciones para que se puedan desarrollar a su manera.
La reflexión también requiere sosiego, no se puede actuar por impulsos, sino después de discernir y elegir.
La vida es un viaje cuya duración desconocemos, por eso hay que disfrutar del trayecto antes de llegar al destino. No sería bueno "irnos" con cosas pendientes, por eso vale más ir tranquilamente y recordar la frase de Krishnamurti: "hollar el camino con voluntad de acero templado".
domingo, 4 de diciembre de 2016
DUELO Y CORAJE
En estos momentos escribo con un profundo dolor en mi corazón por la pérdida física de un ser muy querido y fundamental en mi existencia. Cuando yo llegué al mundo, ella y su hermana (que falleció hace unos años) estaban ya en mi casa y desde aquel momento jamás nos han dejado de querer, cuidar, proteger, y sobre todo, con su ejemplo, educar en valores, con disciplina y elegancia (mano de hierro en guante de seda). Gracias a ellos y a la fortaleza emocional que nos proporcionó su entrega incondicional, ahora puedo afrontar, de nuevo, la prueba del "duelo" con "coraje".
Ellas, con su impecable ejemplo, nos enseñaron que hay una serie de virtudes, las del amor, que se pueden practicar en cualquier momento:
. paciencia: el amor es paciente
. bondad: el amor es benigno
. generosidad: el amor no se consume por los celos
. humildad: el amor no se jacta, no se enorgullece
. delicadeza: el amor no se porta de forma inconveniente
. entrega: el amor no busca sus intereses
. tolerancia: el amor no se exaspera
. inocencia: el amor no guarda rencor
. sinceridad: el amor no se alegra con las injusticias, se regocija con la verdad
Mi mayor consuelo es que sé que las dos descansan en paz y que, aunque no están de forma física, su esencia siempre está entre nosotros.
Las ilustraciones, de mi querido amigo el pintor Diego Hergueta, expresan perfectamente mi estado de ánimo y el crudo día que hoy ha amanecido en San Lorenzo de El Escorial.
Ellas, con su impecable ejemplo, nos enseñaron que hay una serie de virtudes, las del amor, que se pueden practicar en cualquier momento:
. paciencia: el amor es paciente
. bondad: el amor es benigno
. generosidad: el amor no se consume por los celos
. humildad: el amor no se jacta, no se enorgullece
. delicadeza: el amor no se porta de forma inconveniente
. entrega: el amor no busca sus intereses
. tolerancia: el amor no se exaspera
. inocencia: el amor no guarda rencor
. sinceridad: el amor no se alegra con las injusticias, se regocija con la verdad
Mi mayor consuelo es que sé que las dos descansan en paz y que, aunque no están de forma física, su esencia siempre está entre nosotros.
Las ilustraciones, de mi querido amigo el pintor Diego Hergueta, expresan perfectamente mi estado de ánimo y el crudo día que hoy ha amanecido en San Lorenzo de El Escorial.
sábado, 3 de diciembre de 2016
JOAN-CARLO Y MAURICE
Si algún día me ves triste, no me digas nada,
sólo quiéreme.
Si me encuentras en la soledad de la oscura noche, no me preguntes nada,
sólo acompáñame.
Si me miras y no te miro, no pienses nada,
compréndeme.
Si lo que necesitas es amor, no tengas miedo,
ámame.
Pero si alguna vez dejaras de quererme, no me digas nada,
recuérdame.
Cuando alguna vez te sientas solo y veas alrededor sólo vacío y no puedas llorar,
yo estoy contigo.
Y cuando alguna vez te sientas triste y sientas la verdad como una herida y que todo está muerto,
yo soy la vida.
Y cuando alguna vez no sientas nada y quieras sonreír, pero no puedas y quieras escapar,
yo soy la puerta.
Estos versos de Mario Benedetti me parece que expresan la ausencia de seres queridos de forma suave y delicada y nos ayudan a atravesar el drama que supone la ausencia física en el momento de la partida.
sólo quiéreme.
Si me encuentras en la soledad de la oscura noche, no me preguntes nada,
sólo acompáñame.
Si me miras y no te miro, no pienses nada,
compréndeme.
Si lo que necesitas es amor, no tengas miedo,
ámame.
Pero si alguna vez dejaras de quererme, no me digas nada,
recuérdame.
Cuando alguna vez te sientas solo y veas alrededor sólo vacío y no puedas llorar,
yo estoy contigo.
Y cuando alguna vez te sientas triste y sientas la verdad como una herida y que todo está muerto,
yo soy la vida.
Y cuando alguna vez no sientas nada y quieras sonreír, pero no puedas y quieras escapar,
yo soy la puerta.
Estos versos de Mario Benedetti me parece que expresan la ausencia de seres queridos de forma suave y delicada y nos ayudan a atravesar el drama que supone la ausencia física en el momento de la partida.
HUSILLOS DE CAMPOS
pues yo no estoy ahí,
yo no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan
el brillo de un diamante en la nieve
la luz del sol sobre el grano maduro
la suave lluvia de verano.
En el silencio delicado del amanecer
soy un ave rápida en vuelo.
No vayas a mi tumba y llores,
yo no estoy ahí,
yo no morí.
Este bello poema es de un indio americano anónimo...
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