miércoles, 24 de julio de 2024

LAS QUE FALTABAN

 

      Destejer es deshacer los relatos para tejer el propio relato.      

Cristina Oñoro ha ecrito un ensayo narrativo titulado Las que faltaban, en el que propone una nueva lectura de la historia a partir de las mujeres, esa otra mitad del mundo que siempre ha faltado, y la basa en la sonoridad: no sólo destaca a las figuras que han transcendido, sino a toda la red de apoyo que las rodeó. Es un relato de historia horizontal que no está construido por sujetos individuales, sino por una malla de relaciones entre el personaje y su contexto.

Tejer, coser, bordar... ha sido la forma alternativa de escribir en un mundo que se ha ido construyendo sin la otra mitad, un mundo monológico, sin diálogo, donde impera una única mirada. En su libro, Cristina dedica varias páginas a Penélope, quien desde Ítaca, donde reside sola y sin amigas, vive su propia aventura (su Odisea), una aventura que nadie narra, que no está puesta en las palabras, que sólo está representada por ese tejer de día y destejer de noche.

Cuando vuelve Ulises, la primera que toma la palabra es Penélope que, en esa noche de amor, le cuenta su historia. A él ya lo hemos escuchado, su historia ya ha sido contada, pero no la de ella; se ha quedado en casa, pero tiene una aventura que contar y la cuenta.

En cuanto a la figura de la hermana, nuestras hermanas son las personas que tenemos al lado y las grandes olvidadas, las que siempre estuvieron ahí, pero la historia ha cancelado. Jane Austen escribió para su hermana Cassandra; Christine de Pizan, en un poema dedicaco a su amiga Juana de Arco, la describe como criatura sobrenatural... La autora muestra la necesidad de estar enlazadas.

Publicado por Taurus en el año 2022, este original recorrido de la historia de la humanidad a través de los hilos, que conectan a trece mujeres silenciadas, ganó el Premio de Libreros al mejor libro de ensayo narrativo. Con él tenemos una visión cultural más amplia porque no nos lleva a censurar, cancelar o eliminar lo anterior, sino que nos ayuda a desarrollar un sentido crítico. 

El bordado de la portada (hecho en tela por una artesana) nos muestra que cualquier relato de la humanidad debe contar con todas las partes ausentes: no sólo la de las mujeres, sino la de otros muchos personajes que han sido silenciados o mantenidos en la oscuridad. 

Nueva épica, atrevida y poderosa, con toques de fina ironía, que desmitifica la construcción heróica y violenta del pasado en favor de una visión del mundo profundamente relacional y abierta a lo posible. Una amplia selección de imágenes acompañan la lectura de este delicioso libro.




martes, 23 de julio de 2024

EL INSTITUTO INTERNACIONAL

 

El edificio para albergar el College Hall fue el de la calle Miguel Ángel 8, que  se terminó de construir en 1910 con un proyecto llevado a cabo en los EEUU y con la firma legal del arquitecto español Joaquín Saldaña. Dotado con los fondos de otros colleges y prestigiosas instituciones norteamericanas, cuyos nombres se podían ver en los dinteles de aulas y salones, gozaba de modernas instalciones, amplias salas de clase, laboratorio, biblioteca y auditorio. La directora en aquel momento era Susan Huntington Vermon, que ya había colaborado como profesora en el Colegio Norteamericano de San Sebastián de 1895 a 1898. Volvió a su college de Wellesley y se graduó, pasando ocho años en la Universidad de Puerto Rico. 

Al no practicarse ya la enseñanza de ninguna religión, el Instituto se abrió a un alumnado más amplio y diverso. Se aumentó el número de cursos y programas como magisterio, bachillerato, preparación para el conservatorio de música, inglés e incluso un kindergarten para niñas de cuatro a seis años. Susan logró hacer del centro un lugar destacado de la vida cultural madrileña y un punto de encuentro de intelectuales españoles y norteamericanso de paso por Madrid. 

 En 1912, Castillejo (secretario de la JAE) solicitó al Instituto cooperación para dar alojamiento a las estudiantes de los cursos de verano para extranjeros que organizaba el Centro de Estudios Históricos y María de Maeztu comenzó a dar clases en 1914. En 1916 Susan regresó a EEUU, aunque siguió formando parte de la junta directiva hasta su muerte. A partir de su matrimonio con H.Wills impulsó de manera decidida el intercambio educativo entre España y Norteamérica en su fase más temprana. 

En 1932 se celebró en la sede de Fortuny 53 un homenaje en su honor, por su incondicional apoyo moral y material a través de los años, y se le impuso el nombre de Susan Huntington.




lunes, 22 de julio de 2024

ALICE GULICK

 

Desde 1890 hasta el día de su muerte, Alice Gulick se dedicó a recaudar fondos para cumplir su sueño: en 1902, adquierieron en Madrid el edificio de la calle Fortuny 53 o "casa madre" (actual Fundación Ortega-Marañón) y un año más tarde compraron el solar de Miguel Ángel 8 (actual Instituto Internacional), que terminaría de construirse en 1911. Un campus completo donde ofrecer a las jóvenes españolas una educación de máxima calidad en un entorno adecuado para tal fin. Los edificios, dotados de laboratorios, gimnasio y biblioteca se encontrarían rodeados por espléndidos jardines en los que poder practicar juegos y deportes al aire libre.

Después de una intensa biografía, Mrs Gulick murió a los 56 años, habiendo dedicado la mitad de su vida a España, su "país adoptivo". De sus siete hijos sólo sobrevivieron Elisabeth y Grace, que siempre le acompañaron y alentaron. Falleció en Londres el 14 de septiembre de 1903 y, por expreso deseo suyo, fue enterrada en el cementerio de Madrid. 

Alice Gordon Gulick había hecho realidad su proyecto vital: crear un  Mount Holyoke español para ofrecer a las jóvenes una educación de la más alta calidad. Al constituir en San Sebastián (1892) el International Institute for Girls in Spain, de acuerdo con las las leyes del Estado de Massachusetts e independiente del American Board of Commisioners for Foreign Missions, pudo recaudar fondos para perpetuar su legado, pues en aquel momento la ley española no permitía adquirir bienes en la nación a las comunidades religiosas.

Fruto de su vinculación con el American Board of Commisioners for Foreign Missions logró el respaldo de un conjunto de personalidades prominentes y de influencias de ámbito diplomático, universitario y político en Nueva Inglaterra. Y esa incipiente red de contactos a ambos lados del Atlántico se cristalizaría - años más tarde - en la participación de un grupo nada desdeñable de españolas en los intercambios educativos entre España y los EEUU en los años veinte y treinta del siglo XX.

Sus sueños, gracias a su tesón y esfuerzo, sí se hicieron realidad y la casa de Fortuny quedaba inaugurada con su funeral.




domingo, 21 de julio de 2024

COLEGIO NORTEAMERICANO EN SAN SEBASTIÁN

 

Gracias a la libertad religiosa de la Constitución española de 1869, el matrimonio Gulick (misioneros protestantes) se estableció en Santander en 1872. Allí abrieron una escuela y un internado (1877) para chicas en su casa; la escuela la dejaron en manos de españoles y el internado lo trasladaron a San Sebastián en 1881, ciudad más cosmopolita y liberal en la que no tardaron en integrarse socialmente.

En la Avenida de la Libertad abrieron el internado, ocupando primero dos plantas y más adelante todo el edificio, gracias a los contactos y ayudas procedentes del Woman´s Board. En 1883 contaban con 18 alumnas internas y dos externas, pero con los años llegaron a superar las cuarenta internas y un gran número de becas. 

Mujer de su época, Alice compartía con sus contemporáneos la creencia en  la educación como instrumento de reforma y regeneración social. Su Colegio, no sólo se dedicaba a la preparación intelectual, sino también a la labor social, orientada a que la mujer de clase media pudiera ganarse la vida. Sus profesoras (de Holyoke, Wellesley, Smith...), pioneras en la educación superior femenina, garantizaban la calidad de la enseñanza. 

El papel del Colegio arraigó tanto en la sociedad donostiarra que la reina doña Cristina de Habsburgo se entrevistó varias veces con Mrs Gulick e incluso le invitó a tocar el piano durante algunas veladas en su palacio de Miramar. La red de contactos de los Gulick cada vez era más extensa e importante. 

Cuando en abril de 1898 se declaró la guerra con EEUU, el Colegio tuvo que cerrar sus puertas e irse a Biarritz de forma temporal. Habían pasado casi dos décadas y en aquel internado se habían formado centenares de chicas dentro de la insignia de la modernidad. Gracias a esa experiencia pedagógica única en la ciudad, algunas de sus alumnas formaron parte de las primeras universitarias españolas. 

El emblemático edificio (actualmente Avenida de la Libertad, 40) siempre nos recuerda que, con su ilusión infatigable, Mrs Gulick logró que muchos prestigiosos intelectuales norteamericanos, hombres y mujeres, se interesaran por su proyecto educativo en España y contribuyeran de forma generosa y continuada a darle esplendor. Su gran habilidad para comunicar conocimientos, su valioso don de inspirar entusiasmo y la plena confianza en obtener siempre los mejores resultados, sin importar el esfuerzo para ello, serían para siempre su mejor legado.

No es extraño que en 1998 el Ayuntamiento de San Sebastián rotulase un parque en el barrio de Intxaurrondo (nogal) en honor a Alice Gulick, una mujer que, no sólo cambió la situación de la educación femenina española, sino que forjó nuevos roles generadores de recursos como motor de cambio y llevó a cabo una gran labor de transformación en la mentalidad de la sociedad de aquel momento.

 
 



sábado, 20 de julio de 2024

SEVEN SISTERS

 

Seven Sisters es un término habitual en el ámbito universitario estadounidense para designar centros académicos de excelencia en la educación femenina superior caracterizados por su elitismo, antigüedad, admisión selectiva y carácter privado.

Entre 1837 y 1889 se fundaron en la costa noreste de los EEUU siete colleges universitarios para mujeres: Mount Holyoke Seminary, Vassar, Wellesley, Smith, Radcliffe, Bryn Mawr y Barnard. Todos ellos formaron a comienzos del siglo XX la coalición Seven Colleges Conference.

En 1915, la fecha en que se reunieron por primera vez los colleges hermanados (Seven Sisters), se fundaba en España la Residencia de Señoritas, en la calle Fortuny de Madrid, en el mismo edificio anteriormente dedicado al grupo universitario masculino.

A pesar de que se ha satirizado acerca del american dream o el american way of life, lo cierto es que no se entendería la excelencia de la educación femenina americana si no se conoce su historia.

Después de la guerra civil (1861-1865) se abrió en EEUU un tiempo marcado por el optimismo, que influyó en las sociedades misioneras que aspiraban a reeditar los avivamientos esprituales (1852-1858 previos a la contienda) con la esperanza de reconstruir la América cristiana y proseguir con la conformación de una cultura nacional común vertebrada por el protestantismo. 

La nación se autocomprendió como un paradigma para ser imitado por el resto de las naciones, dado el amplio consenso nacional en cuanto a su ejemplaridad. La combinación de los despertares, el reformismo social y los ideales civilizadores a través de la vía intelectual y la educación - como instrumento privilegiado - fortalecían la convicción de que la fe, el progreso y el bienestar eran los factores decisivos para el ascenso social.

Estos valores, heredados de la tradición de los padres peregrinos, se relacionaron con la idea del destino manifiesto que atravesó la cultura liberal norteamericana del siglo XIX y se expresó en el llamado sueño americano: asociación del patriotismo y la preponderancia de la raza blanca, por la cual la nación era el instrumento de Dios en la transformación de la civilización con el estilo de vida americano, cuyo espíritu estaba moldeado por la ética puritana y la experiencia espiritual del protestantismo. 

En este marco, las sociedades misioneras entendían que llevar la Biblia abierta con su Evangelio puro era un gesto de piedad amorosa que ayudaría a ser felices a todos los seres que fueran evangelizados y el primer college en formar misioneras fue Mount Holyoke Seminary, dirigido por la emblemática Mary Lyon.

Y fue en Mount Holyoke Seminary, fundado por la Iglesia Congregacional en 1837, donde la joven Alice Gordon se formó y se graduó en 1867; allí dió clases de filosofía y en 1871 contrajo matrimonio con William Gulick, hijo y hermano de misioneros. A las pocas semanas fueron enviados a España por La Junta de Misiones en el Extranjero para predicar el Evangelio y brindar a la mujer española una educación superior de calidad.




lunes, 22 de abril de 2024

ARQUITECTOS DE LA R.E.

 

El conjunto de edificios que iban a formar parte de la Residencia de Estudiantes se empezó a construir en 1913 con proyecto de Antonio Flórez Urdapilleta (1877-1941), muy relacionado con la ILE y la JAE y conocido como el arquitecto de colegios. Flórez había abierto un nuevo modo de trabajo en España y pretendía que los edificios de la R.E. llegaran a ser un ejemplo paradigmático y que sus pabellones rodeados de jardines, con la presencia del agua en la línea del Canalillo de Isabel II, lo convirtieran en la imagen física de todo un programa cultural.

Frente al pastiche folklorista, que hacía de la acumulación de detalles de diferentes estilos históricos su razón de ser, el arquitecto aportaba un regionalismo racionalista, el prólogo de una arquitectura más atenta a la función que a la forma y al confort que al lujo. El edificio era concebido de dentro afuera y su fachada era el resultado, no un elemento extraño superpuesto a la construcción; la casa era para el habitante y de acuerdo con lo que en ella iba a realizarse.

Los pabellones Gemelos (1913-1914) fueron los primeros que construyó Flórez: siguiendo una composición lineal en la dirección este-oeste, con todas las habitaciones orientadas a mediodía sin baños individuales, con galería de acceso a norte y terrazas solárium como cubiertas. Temas higienistas de orientación, ventilación e iluminación primaban en unos edificios cuya separación estaba determinada por las condiciones de soleamiento (tanto de las habitaciones como del espacio compartido entre ambos).

El tercer pabellón, conocido como el Transatlántico por su forma, se terminó en 1915 con ordenación norte-sur a partir de una composición simétrica por elementos: pérgolas, torreones y módulos de laboratorio. Sus rasgos regionalistas, menos depurados debido a los torreones y la amplia solana de madera a poniente, le convirtieron en el más emblemático.

Ese mismo año, Francisco-Javier de Luque se convertía en el continuador de la obra de Flórez y construyó el pabellón central, La Casa (despacho del director, comedor, administración, salón de actos y habitaciones en las plantas superiores), la biblioteca primitiva, el pabelloncito de portería y la casa del director en la entrada desde la calle del Pinar.

Todos los materiales estaban ligados a los dos paisajes madrileños presentes en el Cerro del Viento: ladrillo visto recocho (cocido dos veces) propio de tierra arcillosa y, en referencia a la Sierra de Guadarrama, madera pintada en un severo tono verde y pinceladas de granito que salpicaban los jardines (fuente del Jardín de las Adelfas y banco herreriano del duque de Alba) trazados por el paisajista Javier de Winthuysen.

A partir de 1927 Carlos Arniches Moltó, como arquitecto de la JAE, se dedicó a la conservación, ampliación y reforma de los pabellones así como al proyecto y dirección de las instalaciones deportivas más punteras y entre 1931 y 1933, junto a su socio el arquitecto y antiguo residente Martín Domínguez, levantaron el Auditórium con salón de actos, sala de conferencias, biblioteca, salas de lectura y aulas especiales, ordenando el conjunto en torno a un patio-claustro con una fuente en el centro; construcción muy sencilla basada en el razonabilismo, de superficies y volúmenes limpios y edificada en ladrillo visto. 

Todos los arquitectos de la R.E. generaron el entusiasmo suficiente para crear ambientes de convivencia y trabajo donde cada uno pudiera aportar lo mejor de sí mismo. Aquel singular oasis, donde las experiencias pedagógicas y arquitectónicas consiguieron conjugarse en un espléndido foco de actividad cultural, formó es sustrato de realidades entre las que vivimos sin apenas percibirlas. 



domingo, 17 de marzo de 2024

EL OLIVAR DE CASTILLEJO

 

José Castillejo Duarte (1877-1945) tenía la doble vertiente de intelectual y hombre de campo. En 1922 se casó con la joven inglesa Irene Claremont (dieciocho años menor que él), licenciada en Historia y Economía por la Universidad de Cambridge. Instalaron su hogar en un olivar situado entre Madrid y el pueblecito Chamartín de la Rosa y ella no tardó en apreciar la luz de Castilla, aunque le costó adaptarse a su sequedad y a los fuertes contrastes del carácter español. Al final de sus días escribió un libro, I married a stranger, para que sus nietos, nacidos y educados en Inglaterra, supieran quién había sido su abuelo. Años más tarde, en 1995, su hija Jacinta lo tradujo al español con el título Respaldada por el viento.

Alto, delgado, con quevedos y sombrero blando, Castillejo rebosaba encanto y sentido del humor; sus bellas manos y su expresividad emanaban comprensión, pero él iba a lo esencial y buscaba la eficiencia y la perfección, exigía mucho. Practicaba football, tenis, esquí, iba a clase en bici y era un gran viajero y excursionista. 

Irene, en su libro, rememoraba la vida idílica del olivar con sus cuatro hijos (Jacinta, Leonardo, David y Sorrel) a quienes criaba junto a un desconocido que fue descubriendo a través del tiempo. Catedrático de derecho romano y secretario de la JAE (Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas), en 1917 compró y parceló el olivar para - junto a algunos intelectuales y científicos - formar una pequeña colonia en la que poder trabajar lejos del ruido de la ciudad y disfrutando del contacto directo con la naturaleza. 

Cuando, en 1900, entró en contacto con Francisco Giner de los Ríos y asistió a clases de arte de Manuel B. Cossío, su mundo intelectual se transformó de forma radical, pues le infundieron una profunda fe humanista en el poder regenerador de la educación. Aprendió idiomas y viajó a Alemania e Inglaterra para estudiar, visitar, informarse y analizar todo aquello que los países europeos habían puesto ya en marcha en el plano educativo. En 1905 el Ministerio de Instrucción Pública le encargó llevar el negociado de las pensiones y en 1906 le nombró agregado al servicio de información técnica y relaciones en el extranjero. Ese fue el origen de la creación de la JAE: el mayor intento en España de modernizar la ciencia y la educación españolas; se envió al extranjero al profesorado y a la juventud de los centros docentes para formarse y actualizar sus conocimientos; se crearon nuevos tipos de instituciones educativas y las bases de la moderna investigación española.

Y fue Castillejo quien inició todo ello con sorprendente inspiración, envidiable destreza e incansable perseverancia, y, sobre todo sintiendo un gran respeto por la experiencia, tanto personal como colectiva. Como decía su mujer: convivían con él, cara a cara, como en tantos españoles, el idealista Don Quijote y el práctico, sagaz, Sancho Panza. Como Sancho, era muy refranero: "mira a dónde vas, pero no te olvides de dónde vienes".

Tesón, capacidad organizativa, dotes para la persuasión, fe en el progreso de la humanidad y tolerancia, junto al rechazo de protagonismos y honores, eran sus rasgos más distintivos. Esa fue la motivación para que sus hijos crearan en 1985 la Fundación El Olivar de Castillejo, preservando los cien olivos centenarios y convencidos de que las raíces echadas por las grandes reformas fueron tan profundas y fecundas que no se tardaría en recoger nuevos frutos de la extensa labor realizada por su padre.