domingo, 12 de noviembre de 2023

RESPONSABILIDAD

 

Saber lo que se hace es sabiduría; saber cómo hacerlo es inteligencia; hacerlo es virtud (D.S. Jordan). Uno de los valores genuinamente humanos es la responsabilidad. Es algo que nos distingue del resto de los seres vivos, cuyo compromiso con los suyos lo marcan las leyes naturales.

No somos animales stricto sensu, pues en un punto determinado de nuestra evolución surgió en nosotros la consciencia (algo que no compartimos con ninguna otra especie), la libertad (nos permite decidir y hace que nuestra vida se convierta en una cadena continua de elecciones), el sentido histórico (el avance, la cultura manifestada de múltiples maneras) y el amor (algo que nos hace mirar fuera de nosotros y superar nuestros intereses inmediatos).

Nosotros no formamos parte de ningún ecosistema, pues no depredamos ninguna especie y nadie nos depreda a nosotros, debido a lo cual nace nuestra responsabilidad; somos la única especie con perspectiva y capacidad de organización y futuro, por eso, si la sociedad y el corazón se basaran en valores éticos y estéticos, la conservación y el cuidado superarían con creces a la explotación y la rapiña.

Somos mucho más que simples animales racionales, somos seres responsables; responsables de nosotros mismos, de los demás y de nuestro entorno. Tenemos capacidad de pensar, de reflexionar y de elegir y somos conscientes de que toda acción tiene su consecuencia, por eso - desde el inicio de nuestra vida - debemos tomarnos en serio nuestro propio camino, nuestra andadura.

La base de todo está en reconocer nuestra dignidad, el valor que encerramos en nosotros mismos, y cuidarnos holísticamente. Nuestra principal característica es la de ser cuidadores, debido a lo cual vamos adquiriendo compromisos y fidelidades que van mucho más allá de nuestros intereses inmediatos, porque dándonos nos encontramos y entregándonos nos sentimos en plenitud.

"Creo que una hoja de hierba no es menor que el camino que recorren los astros, que no es menos la hormiga, ni un granito de arena, ni el huevo en al zorzal..., que la vaca paciendo con su cabeza baja supera a cualquier escultura, que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos..." (Walt Withman).

Nuestra responsabilidad también nos lleva a considerar que, en la existencia, toda forma de vida está provista de dignidad, por lo que también debe ser respetada y protegida. Es por ello fundamental que nos responsabilicemos de respetar y cuidar la naturaleza, fuente de inspiración estética y mística a lo largo de los siglos.

La responsabilidad no es ninguna carga, es algo que se deriva de forma natural a medida que vamos conociendo y amando a nuestro objeto de protección. Es cierto que la naturaleza nos provoca asombro y que está llena de misterio, pues gracias a sus prodigiosos mecanismos la existencia se perpetúa. Ella es a la vez madre, hermana, amiga, sustentadora... ¿Cómo no la vamos a cuidar?

El cielo estrellado que maravillaba a Kant, nos habla de nuestras proporciones, de nuestra grandeza y humildad. La naturaleza no sólo es un objeto frágil que conservar, sino maestra, de la que tanto podemos aprender a lo largo de nuestra vida.

sábado, 11 de noviembre de 2023

AMANECER

 

El comienzo del día es lo esencial, pues es cuando las nuevas fuerzas se desencadenan y se orientan. Sabemos que para actuar correctamente debemos empezar buscando la luz. Por la noche, no nos lanzamos en la oscuridad para coger algún objeto o cuando empezamos algún trabajo lo hacemos a oscuras, sino que antes encendemos una lámpara para poder ver y luego actuamos.

Es lógico, por tanto, que para cualquier circunstancia de la vida, necesitemos encender la luz primero, es decir, centrarnos, recogernos para saber cómo actuar. Porque, sin esa luz, iremos de un lado a otro, llamaremos a muchas puertas y no haremos nada bueno.

Nuestra jornada se encaminará en la dirección que, cuando amanece, le demos a nuestros pensamientos. Si permanecemos en una actitud alerta y vigilante, despejaremos el camino; si no lo hacemos así, lo llenaremos de todo tipo de cosas inútiles o incluso nocivas. Si queremos que nuestro día sea fructífero, debemos albergar un pensamiento fundamental alrededor del cual gravitarán todos los demás a lo largo de la jornada.

Fijada una meta precisa, una orientación concreta, un ideal para alcanzar, todas nuestras actividades se ordenarán poco a poco, se organizarán y contribuirán a la realización de ese ideal. Incluso cuando pensamientos extraños o negativos intenten penetrar en nosotros, serán desviados y obligados a ir en la dirección que nosotros mismos hayamos decidido tomar. 

Sabemos que para obtener resultados debemos mantenernos en lo que hemos emprendido y ponerlo todo a su servicio: lo bueno, lo malo, las alegrías, las penas, las esperanzas, el desánimo; esa es la verdadera construcción, ya que cada día nos aporta nuevos elementos.

Así pues, gracias al pensamiento fundamental que, ya desde muy pronto, hayamos introducido en nuestra mente y en nuestro corazón, podremos inscribir esa jornada en el gran libro de la vida.

Y puesto que todo se inscribe, una vez hayamos vivido una espléndida jornada, ésta no sólo quedará registrada y no morirá, sino que intentará arrastrar a todas las demás jornadas tras de sí para que se le parezcan. 

Un sólo día bien vivido desde el amanecer influirá en los demás y tratará de convencerles para que sean como él, equilibrados, ordenados, armoniosos. Conseguiremos así realizar el mejor arte de todos: "el arte de vivir".

jueves, 9 de noviembre de 2023

VIVIR CON VALORES

 

No corras, ve despacio, que adonde tienes que llegar es a tí mismo (J.R. Jiménez). Nos realizamos como seres humanos a través de dos dimensiones: la personal y la comunitaria. Nacemos un una familia determinada, en un país, en una época y en una historia que, plagada de aciertos y errores, lleva miles de años de andadura, pero sólo nos convertiremos en quienes estamos destinados a ser si somos valientes para vivir desarrollando nuestra vocación dando lo mejor de nosotros mismos en función de nuestras potencialidades.

El fundamento ético que damos a nuestras vidas es lo que nos caracteriza como personas. Podemos distinguir lo mejor de lo peor y gozamos de libertad para elegir y actuar en consecuencia. Si la elección es buena, no sólo nos beneficiaremos nosotros, sino la sociedad entera. Debemos construir un fuerte armazón moral personal y colectivo con valores.

¿Qué son los valores? Actitudes éticas que previamente se han comprendido, asumido y puesto en práctica. Una vez interiorizados y convertidos en hábito llegan a ser virtudes. Los valores son el fundamento de nuestra conducta y de nuestra vida, pues imprimen coherencia en nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos. En la medida en que vivimos con valores , y hacemos de ello nuestra norma de vida, nos humanizamos.

Vivir con valores nos llena, nos amuebla, nos confiere dignidad, el atributo intrínseco y más precioso de nuestra existencia; por el contrario, si preferimos los contravalores perdemos dignidad. Personas valiosas, que viven con principios éticos impregnándoselos al conjunto, integran una sociedad civil sana y fuerte.

Vivir éticamente es lo que da sentido a nuestra vida, es nuestra auténtica riqueza y lo que rearma la sociedad, pues el ejemplo es un poderoso maestro y de una forma de actuar correcta pueden desprenderse lecciones muy importantes para quienes nos rodean.

Nuestra dimensión comunitaria nos lleva a vivir y compartir valores con los demás. Crecemos comunitariamente, nos educamos y nos liberamos en comunidad. En algunos aspectos nos sentimos fuertes, pero en otros flaqueamos y necesitamos a los demás, no podemos desarrollarnos en soledad.

Modelados por la misma arcilla, nos sentimos vocacionalmente orientados hacia lo bueno, pero estamos sometidos a un sinfín de debilidades, por eso es preciso prestarnos ayuda mutua para poder continuar en la larga marcha de la vida. Nos guste o no, el destino de la comunidad es colectivo y o naufragamos todos o salimos adelante.

Los valores, tanto personales como sociales, orientan y sustentan el camino a seguir, son faros que nos iluminan a la hora de avanzar en la dirección correcta y nos dan fuerza para continuar hacia un ideal que nos impide detenernos ante los retos y las dificultades.


lunes, 30 de octubre de 2023

PRÁCTICAS ESPIRITUALES

 

Del mismo modo que el cuerpo físico del ser humano necesita energía y nutrientes a diario para poder subsistir, otras dimesiones de su persona (psicológica, cultural y espiritural) deben ser igualmente nutridas y fortalecidas, pues la talla humana sólo se revela si todas ellas se hallan bien atendidas.

El culto al cuerpo de una sociedad superficial y ausente de valores se irá agotando por la insatisfacción que genera y la única alternativa es proponer un verdadero desarrollo humano en el que se promuevan todas las potencialidades de la persona.

Nuestro cuerpo ejecuta lo que le ordenamos y nuestra mente planifica y controla, pero nuestras intuiciones más profundas, los valores, el amor, la vocación, la transcendencia, el sentido de nuestra existencia... orientan nuestra vida, pues no se puede vivir sin saber por qué y para qué se vive.

Nada de lo adquirido se mantiene sin esfuerzo y trabajo, por eso debemos ejercitar una especie de gimnasia espiritual para estar en forma y la primera práctica debe ser la gratitud hacia todo lo que la existencia nos brinda, ya que una actitud de indiferencia o desconocimiento nos vuelve duros, ignorantes y materialistas.

Desde su pensamiento hinduista el maestro Sivananda dice: Este mundo es tu mejor maestro. Hay una lección en todo. Hay una lección en cada experiencia. Apréndela y vuélvete sabio. Cada fracaso es un paso hacia el éxito. La decepción comprueba tu fe. Cada enfermedad es una purificación. Cada incidente desagradable, una prueba de tu confianza en Dios. Cada tentación, una prueba de tu fuerza espiritual. Así pues: nunca desesperes, camina hacia adelante, oh héroe.

Otra práctica es meditar unos veinte minutos al día, algo que nos ayuda a mantener la mente en calma y concentrada para poder unificar nuestro ser. La meditación nos proporciona bienestar tanto a nivel físico como psicológico; gracias a ella podemos conocernos mejor, tener mayor equilibrio emocional y capacidad para afrontar los desafíos diarios; nos abre a la transcendencia y a descubrir nuevas dimensiones que debemos desarrollar. 

La lectura, el arte, la relación humana de calidad, el retiro periódico a la soledad y el recogimiento, nos ayudan a fortalecer nuestra vida espiritual. En nuestro interior está la paz, la bondad, la compasión... pero estos valores deben haberse asumido intelectualmente en la vida cotidiana, pues antes de adentrarse hacia donde se sabe (como decía San Juan de la Cruz) conviene que exista un anhelo sincero de armonía y coherencia en nuestras vidas que constituya el primer paso hacia nuevas y gratificantes experiencias.

domingo, 29 de octubre de 2023

SABER CUIDARNOS

 

La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, mental y social. Es un tesoro que no se valora hasta que no se pierde, pues nos proporciona plenitud y nos permite acometer en buenas facultades nuestros proyectos. Por eso, debemos preservarla, tanto por lo que supone de gozo y equilibrio personal como de trampolín para la vida.

Que la salud se encuentre en buenas condiciones depende - en gran medida - de nuestros hábitos, debido a lo cual no podemos olvidar que somos responsables de nuestro organismo y por lo tanto debemos cuidarlo. Ante la complejidad y la grandeza de la vida que se ha puesto en nuestras manos, debemos ocuparnos de ella con dedicación y esmero. 

La voluntad no basta, hay que buscar las vías que pueden ayudar a mantenernos en buenas condiciones: saber respirar, alimenatarse correctamente, ejercitar el cuerpo, descansar, apartar las interferencias negativas...

Como todo lo que requiere cuidado habrá esfuerzo (nada puede salir adelante sin él), pero acompañado de la misma ilusión de quien se ocupa de su jardín. Cuidar de nosotros es parte de la vocación de la vida, cuyo punto de inicio comienza desde nuestra realidad.

Salud es libertad. El cuerpo y la mente pueden convertirse en prisiones que pueden disminuirnos y hasta anularnos. Por ello debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para no perder la salud por hábitos descuidados.

Cuidar la salud supone llevar las riendas de nuestra propia vida. No dejar que la vida pase por nosotros, sino nosotros por ella. Cuando cuidamos nuestra salud nos volvemos más atentos y conscientes, más predispuestos a la escucha de nuestro propio cuerpo y así somos más autónomos. Nos distanciamos del remedio farmacéutico y profundizamos en una actitud preventiva ayudándonos a nosotros mismos y a quienes nos rodean evitando gastos inútiles a la comunidad.

En definitiva, la salud es el resultado de tres interacciones: física, psíquica y socioambiental. A mayor equilibrio psicoafectivo, mayor equilibrio de las defensas biológicas. Envejecemos porque nos vamos oxidando, un proceso natural ante el que debemos estar atentos. El estrés refuerza la oxidación, pues una oxidación celular masiva activa el envejecimiento. El tabaco envejece las arterias y preoxida los lípidos que ingerimos conviritiéndolos en depósitos de colesterol que taponan y endurecen las arterias. Las grasas saturadas, el alcohol y el sedentarismo también influyen en la oxidación.

Lo mejor es reforzar hábitos positivos que contribuyan a la prevención. Las vitaminas A, C y E son antioxidantes y neutralizan los radicales libres. Una dieta equilibrada y rica en aceite de oliva, frutas y vegetales es importante, pero todo ello debe ir acompañado de una actitud ante la vida serena, alegre y armoniosa. 

El amor, la belleza, el conocimiento y la dicha son los ingredientes del alma sin los cuales no puede expandirse como ella requiere. La fortaleza y la permanencia en el tiempo son propios del espíritu. No sabremos cuidarnos bien si no tenemos en cuenta al ser humano total que somos y estamos atentos a sus necesidades tanto físicas como espirituales. 

jueves, 26 de octubre de 2023

SER Y TENER

 

Hay dos formas de posicionarse ante el mundo. Ambas, en apariencia, persiguen lo mismo, que es dar sentido a la existencia. Una lo hace a través de los valores, las convicciones y la libertad; el ser humano confía en sí mismo y en los demás, goza con lo que se le ofrece a través de la naturaleza y de las personas, es comprensivo y perseverante y cree que la realización personal llega mediante el crecimiento interior. Es, en pocas palabras, el modo de ser.

Por el contrario, personas inseguras, que tal vez no recibieran amor y confianza en sus primeros años, pueden buscar la seguridad a través de la posesión y uso de objetos y personas. Sólo si están bajo su control, pueden sentirse en paz. Y lo mismo ocurre con  los materialistas, para quienes - debido a la ausencia de valores más profundos - no queda sino el poseer y acumular como estilo de vida; es el modo de tener.

La sociedad de consumo no busca sino introducir artículos en nuestras vidas sabiendo su inutilidad o corta duración. En un marco de ausencia de referentes éticos y de debilidad moral, los bienes materiales toman el protagonismo pasando a convertirse en los que poseen a las personas (tanto tienes tanto vales).

Sin embargo, en el corazón de cada ser humano se encuentra un anhelo de verdad que, hasta que no se halla, no se sacia. Ir tras ello presenta dificultades y es nadar contracorriente, salirse del rebaño. El modo de tener nos resulta familiar, pero el verdadero sentido de la vida está en el modo de ser. 

Lo material ahoga y, como una adición más, pide continuar consumiendo para que la satisfacción se mantenga, pero estas personas necesitan ser liberadas de sus cadenas interiores. ¿Qué podemos hacer para contribuir al despertar de quienes nos rodean? 

El poder del ejemplo es definitivo y si lo acompaña la palabra mucho mejor. Respetando los ritmos personales, podemos proponer preguntas y reflexiones que conduzcan al surgimiento de la conciencia, sabiendo que una vez despertada debe ser nutrida y mantenida. 

El desarrollo de la humanidad es comunitario y nos necesitamos para avanzar en común, debido a lo cual tenemos el deber de no esconder nuestros tesoros, sino ponerlos en práctica y compartirlos. El reto es alcanzar una sociedad educadora y, aunque no siempre consigamos el éxito y encontremos con frecuencia realidades refractarias, la verdad siempre será más fuerte, atractiva, luminosa, y hacia ello debe abrirse paso la humanidad.

jueves, 19 de octubre de 2023

COSSÍO, EL NIÑO Y EL MAESTRO

 

Su maestro Giner de los Ríos falleció en 1915 y a partir de ese momento Manuel Bartolomé Cossío dirigió la ILE (Institución Libre de Enseñanza). En ella estuvo primero como alumno de estudios especiales y lenguas extranjeras y luego como profesor de historia universal. Casado con Carmen López-Cortón Biqueira en 1893, tuvo dos hijas Julia y Natalia.

En su afán de modernizar la educación en España, puso en primer lugar el bienestar holístico del niño, al que consideraba como un campo fecundo pero mal cultivado; con sus sentidos abiertos y sus facultades razonadoras esperaba siempre que una mano con arte le sacara del sueño en que dormía. Es él quien tiene en su propia naturaleza la ley según la cual debe escuchársele. Posee todo lo necesario para ver, primera e ineludible condición para el conocimiento; sólo aguarda que le enseñen a hacerlo.

Pero si el maestro no puede comunicarse individualmente con cada uno de los niños, está perdido; si la escuela no se coloca en medio de la vida y abre sus ventanas de par en par a la naturaleza, está muerta. Porque la vida, toda ella, debe ser un continuo y completo aprendizaje y, en realidad, todo el mundo debería ser maestro.

Las tres cuartas partes del aprendizaje se lleva a cabo viendo las cosas, sabiendo verlas. La facultad de ver se despierta por un esfuerzo casi natural y milagroso, de un modo desordenado y casual, a partir de determinada edad. Pero la diferencia entre un hombre culto y un hombre inculto reside tan sólo en el hecho de que éste pasa a la vera de las cosas sin darse cuenta de ellas, las mira pero no las ve, pasa por ellas.

El primer material de enseñanza, el adecuado en todo caso, o el que está siempre vivo, el que no se agota jamás, es la realidad misma, que generosamente se nos ofrece. Los niños deben salir al campo, al taller, al museo, hay que enseñarles la realidad en la realidad antes que en los libros, y de esa forma el aula servirá para reflexionar, para escribir, redactar y diseñar. Para todo ello es preciso que haya buenos maestros, formados, ilusionados, con vocación y dignamente considerados tanto profesional como socialmente. Es la inversión económica más inteligente que puede hacer un país...

Un buen maestro podrá improvisar un local si no hay escuela o remodelar una antigua; él inventará el material de enseñanza si no lo tiene y atraerá de tal forma con su gozoso talante al niño que la asistencia será perfecta. 

Para reformar algo hay que empezar haciéndolo por la base de todo lo demás: buena educación, formación humana e interés profundo tanto por los educadores como por los educandos.