Todo lo que se relaciona con la Maison Hermés me atrae irresistiblemente y es que su lema "piel, deporte y tradición de elegancia refinada" sigue totalmente vigente generación tras generación. Desde 1837, que fue creada, su minucioso trabajo artesanal y el tener en cuenta hasta el menor detalle del estilo de vida de sus clientes, ponen constantemente de manifiesto que su espíritu de libertad y creación no dejan de estar atentos a la evolución de la sociedad.
Cuando la Maison Hermés ya contaba con cien años de historia, la firma decidió imprimir en un trozo de seda una imagen creada en madera por uno de los miembros de la familia, Robert Dumas. Se trataba del dibujo de la primera línea de autobús, inaugurada por aquel entonces en París, entre la plaza de la Bastille y la Madeleine.
Bajo el título Jeu des omnibus et dames blanches se convertiría en el primer pañuelo de seda de la Maison y en el principio de una tradición que ha acompañado a la marca hasta nuestros días.
Su emblemático logo tuvo su origen en un cuadro titulado "Le duc attelé, Groom à l´attente" (carruaje enganchado, mozo esperando) cuyo autor era Alfred de Dreux. En 1880 el taller de arneses, en el que se trabajaban con finura discreta materiales de la mejor calidad y con la mayor garantía de resistencia, se trasladó al Faubourg Saint-Honoré, ya que su nombre estaba suficientemente asentado entre la nobleza y la alta burguesía. No en vano, en la Exposición Universal del Arte y la Industria de París (1867), su proeza técnica fue recompensada y reconocida con un premio.
Para elaborar un carré se necesitan más de 300 capullos de seda, se emplean unas 400 horas en la creación de sus grabados y son necesarias cerca de 800 personas en todo el proceso de fabricación. Una creación que se inicia con la imaginación desbordante de unos dibujantes que plasman sus ideas en papel, para contar una historia, mostrar un lugar o exaltar la naturaleza. Sus diseños son muy variados y de temática muy diversa.
Finalizado el dibujo, entra en juego uno de los éxitos del pañuelo Hermés: el color. Expertos coloristas combinan diferentes tonalidades para crear una composición sorprendente. Después, los mejores artesanos realizan las planchas con las que se imprimirá el dibujo sobre la seda y serán las costureras las que - por último - lo rematarán cosiendo a mano sus bordes a modo de roulotte, es decir, enrollándose hacia el exterior. Cada año se diseñan dos nuevas colecciones y se relanzan cinco diseños antiguos en diferentes colores de edición limitada. Buena inversión para el fondo de armario, atemporal, colorista y versátil.
Esta Maison parisina, con una maravillosa herencia y un sentido único de la excelencia, sigue triunfando en una mundo sometido a la obsolescencia programada de la tendencia; ella se mantiene fuerte y fiel a sus valores, pues sabe que su marca es la mejor respresentante de la obra bien hecha, el sentido de la elegancia y la discreción.
Casualidades del destino, el prusiano Thierry Hermés, que abrió un taller de bridas y forjados para la industria del transporte en la rue Basse-du-Rempart en París, tuvo la virtud de adivinar lo que sus clientes esperaban y de llamarse como el dios Hermes, representante de la prosperidad y protector de los viajeros.
Famosos fueron en 1900 su Haut à courroies (HAC), primer bolso-alforja para las sillas de montar; su primera chaqueta de golf con cremallera en 1918; en 1935 su sac à dépéches y, cómo no, sus bolsos Birkin y Kelly.