miércoles, 24 de julio de 2024

LAS QUE FALTABAN

 

      Destejer es deshacer los relatos para tejer el propio relato.      

Cristina Oñoro ha ecrito un ensayo narrativo titulado Las que faltaban, en el que propone una nueva lectura de la historia a partir de las mujeres, esa otra mitad del mundo que siempre ha faltado, y la basa en la sonoridad: no sólo destaca a las figuras que han transcendido, sino a toda la red de apoyo que las rodeó. Es un relato de historia horizontal que no está construido por sujetos individuales, sino por una malla de relaciones entre el personaje y su contexto.

Tejer, coser, bordar... ha sido la forma alternativa de escribir en un mundo que se ha ido construyendo sin la otra mitad, un mundo monológico, sin diálogo, donde impera una única mirada. En su libro, Cristina dedica varias páginas a Penélope, quien desde Ítaca, donde reside sola y sin amigas, vive su propia aventura (su Odisea), una aventura que nadie narra, que no está puesta en las palabras, que sólo está representada por ese tejer de día y destejer de noche.

Cuando vuelve Ulises, la primera que toma la palabra es Penélope que, en esa noche de amor, le cuenta su historia. A él ya lo hemos escuchado, su historia ya ha sido contada, pero no la de ella; se ha quedado en casa, pero tiene una aventura que contar y la cuenta.

En cuanto a la figura de la hermana, nuestras hermanas son las personas que tenemos al lado y las grandes olvidadas, las que siempre estuvieron ahí, pero la historia ha cancelado. Jane Austen escribió para su hermana Cassandra; Christine de Pizan, en un poema dedicaco a su amiga Juana de Arco, la describe como criatura sobrenatural... La autora muestra la necesidad de estar enlazadas.

Publicado por Taurus en el año 2022, este original recorrido de la historia de la humanidad a través de los hilos, que conectan a trece mujeres silenciadas, ganó el Premio de Libreros al mejor libro de ensayo narrativo. Con él tenemos una visión cultural más amplia porque no nos lleva a censurar, cancelar o eliminar lo anterior, sino que nos ayuda a desarrollar un sentido crítico. 

El bordado de la portada (hecho en tela por una artesana) nos muestra que cualquier relato de la humanidad debe contar con todas las partes ausentes: no sólo la de las mujeres, sino la de otros muchos personajes que han sido silenciados o mantenidos en la oscuridad. 

Nueva épica, atrevida y poderosa, con toques de fina ironía, que desmitifica la construcción heróica y violenta del pasado en favor de una visión del mundo profundamente relacional y abierta a lo posible. Una amplia selección de imágenes acompañan la lectura de este delicioso libro.




martes, 23 de julio de 2024

EL INSTITUTO INTERNACIONAL

 

El edificio para albergar el College Hall fue el de la calle Miguel Ángel 8, que  se terminó de construir en 1910 con un proyecto llevado a cabo en los EEUU y con la firma legal del arquitecto español Joaquín Saldaña. Dotado con los fondos de otros colleges y prestigiosas instituciones norteamericanas, cuyos nombres se podían ver en los dinteles de aulas y salones, gozaba de modernas instalciones, amplias salas de clase, laboratorio, biblioteca y auditorio. La directora en aquel momento era Susan Huntington Vermon, que ya había colaborado como profesora en el Colegio Norteamericano de San Sebastián de 1895 a 1898. Volvió a su college de Wellesley y se graduó, pasando ocho años en la Universidad de Puerto Rico. 

Al no practicarse ya la enseñanza de ninguna religión, el Instituto se abrió a un alumnado más amplio y diverso. Se aumentó el número de cursos y programas como magisterio, bachillerato, preparación para el conservatorio de música, inglés e incluso un kindergarten para niñas de cuatro a seis años. Susan logró hacer del centro un lugar destacado de la vida cultural madrileña y un punto de encuentro de intelectuales españoles y norteamericanso de paso por Madrid. 

 En 1912, Castillejo (secretario de la JAE) solicitó al Instituto cooperación para dar alojamiento a las estudiantes de los cursos de verano para extranjeros que organizaba el Centro de Estudios Históricos y María de Maeztu comenzó a dar clases en 1914. En 1916 Susan regresó a EEUU, aunque siguió formando parte de la junta directiva hasta su muerte. A partir de su matrimonio con H.Wills impulsó de manera decidida el intercambio educativo entre España y Norteamérica en su fase más temprana. 

En 1932 se celebró en la sede de Fortuny 53 un homenaje en su honor, por su incondicional apoyo moral y material a través de los años, y se le impuso el nombre de Susan Huntington.




lunes, 22 de julio de 2024

ALICE GULICK

 

Desde 1890 hasta el día de su muerte, Alice Gulick se dedicó a recaudar fondos para cumplir su sueño: en 1902, adquierieron en Madrid el edificio de la calle Fortuny 53 o "casa madre" (actual Fundación Ortega-Marañón) y un año más tarde compraron el solar de Miguel Ángel 8 (actual Instituto Internacional), que terminaría de construirse en 1911. Un campus completo donde ofrecer a las jóvenes españolas una educación de máxima calidad en un entorno adecuado para tal fin. Los edificios, dotados de laboratorios, gimnasio y biblioteca se encontrarían rodeados por espléndidos jardines en los que poder practicar juegos y deportes al aire libre.

Después de una intensa biografía, Mrs Gulick murió a los 56 años, habiendo dedicado la mitad de su vida a España, su "país adoptivo". De sus siete hijos sólo sobrevivieron Elisabeth y Grace, que siempre le acompañaron y alentaron. Falleció en Londres el 14 de septiembre de 1903 y, por expreso deseo suyo, fue enterrada en el cementerio de Madrid. 

Alice Gordon Gulick había hecho realidad su proyecto vital: crear un  Mount Holyoke español para ofrecer a las jóvenes una educación de la más alta calidad. Al constituir en San Sebastián (1892) el International Institute for Girls in Spain, de acuerdo con las las leyes del Estado de Massachusetts e independiente del American Board of Commisioners for Foreign Missions, pudo recaudar fondos para perpetuar su legado, pues en aquel momento la ley española no permitía adquirir bienes en la nación a las comunidades religiosas.

Fruto de su vinculación con el American Board of Commisioners for Foreign Missions logró el respaldo de un conjunto de personalidades prominentes y de influencias de ámbito diplomático, universitario y político en Nueva Inglaterra. Y esa incipiente red de contactos a ambos lados del Atlántico se cristalizaría - años más tarde - en la participación de un grupo nada desdeñable de españolas en los intercambios educativos entre España y los EEUU en los años veinte y treinta del siglo XX.

Sus sueños, gracias a su tesón y esfuerzo, sí se hicieron realidad y la casa de Fortuny quedaba inaugurada con su funeral.




domingo, 21 de julio de 2024

COLEGIO NORTEAMERICANO EN SAN SEBASTIÁN

 

Gracias a la libertad religiosa de la Constitución española de 1869, el matrimonio Gulick (misioneros protestantes) se estableció en Santander en 1872. Allí abrieron una escuela y un internado (1877) para chicas en su casa; la escuela la dejaron en manos de españoles y el internado lo trasladaron a San Sebastián en 1881, ciudad más cosmopolita y liberal en la que no tardaron en integrarse socialmente.

En la Avenida de la Libertad abrieron el internado, ocupando primero dos plantas y más adelante todo el edificio, gracias a los contactos y ayudas procedentes del Woman´s Board. En 1883 contaban con 18 alumnas internas y dos externas, pero con los años llegaron a superar las cuarenta internas y un gran número de becas. 

Mujer de su época, Alice compartía con sus contemporáneos la creencia en  la educación como instrumento de reforma y regeneración social. Su Colegio, no sólo se dedicaba a la preparación intelectual, sino también a la labor social, orientada a que la mujer de clase media pudiera ganarse la vida. Sus profesoras (de Holyoke, Wellesley, Smith...), pioneras en la educación superior femenina, garantizaban la calidad de la enseñanza. 

El papel del Colegio arraigó tanto en la sociedad donostiarra que la reina doña Cristina de Habsburgo se entrevistó varias veces con Mrs Gulick e incluso le invitó a tocar el piano durante algunas veladas en su palacio de Miramar. La red de contactos de los Gulick cada vez era más extensa e importante. 

Cuando en abril de 1898 se declaró la guerra con EEUU, el Colegio tuvo que cerrar sus puertas e irse a Biarritz de forma temporal. Habían pasado casi dos décadas y en aquel internado se habían formado centenares de chicas dentro de la insignia de la modernidad. Gracias a esa experiencia pedagógica única en la ciudad, algunas de sus alumnas formaron parte de las primeras universitarias españolas. 

El emblemático edificio (actualmente Avenida de la Libertad, 40) siempre nos recuerda que, con su ilusión infatigable, Mrs Gulick logró que muchos prestigiosos intelectuales norteamericanos, hombres y mujeres, se interesaran por su proyecto educativo en España y contribuyeran de forma generosa y continuada a darle esplendor. Su gran habilidad para comunicar conocimientos, su valioso don de inspirar entusiasmo y la plena confianza en obtener siempre los mejores resultados, sin importar el esfuerzo para ello, serían para siempre su mejor legado.

No es extraño que en 1998 el Ayuntamiento de San Sebastián rotulase un parque en el barrio de Intxaurrondo (nogal) en honor a Alice Gulick, una mujer que, no sólo cambió la situación de la educación femenina española, sino que forjó nuevos roles generadores de recursos como motor de cambio y llevó a cabo una gran labor de transformación en la mentalidad de la sociedad de aquel momento.

 
 



sábado, 20 de julio de 2024

SEVEN SISTERS

 

Seven Sisters es un término habitual en el ámbito universitario estadounidense para designar centros académicos de excelencia en la educación femenina superior caracterizados por su elitismo, antigüedad, admisión selectiva y carácter privado.

Entre 1837 y 1889 se fundaron en la costa noreste de los EEUU siete colleges universitarios para mujeres: Mount Holyoke Seminary, Vassar, Wellesley, Smith, Radcliffe, Bryn Mawr y Barnard. Todos ellos formaron a comienzos del siglo XX la coalición Seven Colleges Conference.

En 1915, la fecha en que se reunieron por primera vez los colleges hermanados (Seven Sisters), se fundaba en España la Residencia de Señoritas, en la calle Fortuny de Madrid, en el mismo edificio anteriormente dedicado al grupo universitario masculino.

A pesar de que se ha satirizado acerca del american dream o el american way of life, lo cierto es que no se entendería la excelencia de la educación femenina americana si no se conoce su historia.

Después de la guerra civil (1861-1865) se abrió en EEUU un tiempo marcado por el optimismo, que influyó en las sociedades misioneras que aspiraban a reeditar los avivamientos esprituales (1852-1858 previos a la contienda) con la esperanza de reconstruir la América cristiana y proseguir con la conformación de una cultura nacional común vertebrada por el protestantismo. 

La nación se autocomprendió como un paradigma para ser imitado por el resto de las naciones, dado el amplio consenso nacional en cuanto a su ejemplaridad. La combinación de los despertares, el reformismo social y los ideales civilizadores a través de la vía intelectual y la educación - como instrumento privilegiado - fortalecían la convicción de que la fe, el progreso y el bienestar eran los factores decisivos para el ascenso social.

Estos valores, heredados de la tradición de los padres peregrinos, se relacionaron con la idea del destino manifiesto que atravesó la cultura liberal norteamericana del siglo XIX y se expresó en el llamado sueño americano: asociación del patriotismo y la preponderancia de la raza blanca, por la cual la nación era el instrumento de Dios en la transformación de la civilización con el estilo de vida americano, cuyo espíritu estaba moldeado por la ética puritana y la experiencia espiritual del protestantismo. 

En este marco, las sociedades misioneras entendían que llevar la Biblia abierta con su Evangelio puro era un gesto de piedad amorosa que ayudaría a ser felices a todos los seres que fueran evangelizados y el primer college en formar misioneras fue Mount Holyoke Seminary, dirigido por la emblemática Mary Lyon.

Y fue en Mount Holyoke Seminary, fundado por la Iglesia Congregacional en 1837, donde la joven Alice Gordon se formó y se graduó en 1867; allí dió clases de filosofía y en 1871 contrajo matrimonio con William Gulick, hijo y hermano de misioneros. A las pocas semanas fueron enviados a España por La Junta de Misiones en el Extranjero para predicar el Evangelio y brindar a la mujer española una educación superior de calidad.




lunes, 22 de abril de 2024

ARQUITECTOS DE LA R.E.

 

El conjunto de edificios que iban a formar parte de la Residencia de Estudiantes se empezó a construir en 1913 con proyecto de Antonio Flórez Urdapilleta (1877-1941), muy relacionado con la ILE y la JAE y conocido como el arquitecto de colegios. Flórez había abierto un nuevo modo de trabajo en España y pretendía que los edificios de la R.E. llegaran a ser un ejemplo paradigmático y que sus pabellones rodeados de jardines, con la presencia del agua en la línea del Canalillo de Isabel II, lo convirtieran en la imagen física de todo un programa cultural.

Frente al pastiche folklorista, que hacía de la acumulación de detalles de diferentes estilos históricos su razón de ser, el arquitecto aportaba un regionalismo racionalista, el prólogo de una arquitectura más atenta a la función que a la forma y al confort que al lujo. El edificio era concebido de dentro afuera y su fachada era el resultado, no un elemento extraño superpuesto a la construcción; la casa era para el habitante y de acuerdo con lo que en ella iba a realizarse.

Los pabellones Gemelos (1913-1914) fueron los primeros que construyó Flórez: siguiendo una composición lineal en la dirección este-oeste, con todas las habitaciones orientadas a mediodía sin baños individuales, con galería de acceso a norte y terrazas solárium como cubiertas. Temas higienistas de orientación, ventilación e iluminación primaban en unos edificios cuya separación estaba determinada por las condiciones de soleamiento (tanto de las habitaciones como del espacio compartido entre ambos).

El tercer pabellón, conocido como el Transatlántico por su forma, se terminó en 1915 con ordenación norte-sur a partir de una composición simétrica por elementos: pérgolas, torreones y módulos de laboratorio. Sus rasgos regionalistas, menos depurados debido a los torreones y la amplia solana de madera a poniente, le convirtieron en el más emblemático.

Ese mismo año, Francisco-Javier de Luque se convertía en el continuador de la obra de Flórez y construyó el pabellón central, La Casa (despacho del director, comedor, administración, salón de actos y habitaciones en las plantas superiores), la biblioteca primitiva, el pabelloncito de portería y la casa del director en la entrada desde la calle del Pinar.

Todos los materiales estaban ligados a los dos paisajes madrileños presentes en el Cerro del Viento: ladrillo visto recocho (cocido dos veces) propio de tierra arcillosa y, en referencia a la Sierra de Guadarrama, madera pintada en un severo tono verde y pinceladas de granito que salpicaban los jardines (fuente del Jardín de las Adelfas y banco herreriano del duque de Alba) trazados por el paisajista Javier de Winthuysen.

A partir de 1927 Carlos Arniches Moltó, como arquitecto de la JAE, se dedicó a la conservación, ampliación y reforma de los pabellones así como al proyecto y dirección de las instalaciones deportivas más punteras y entre 1931 y 1933, junto a su socio el arquitecto y antiguo residente Martín Domínguez, levantaron el Auditórium con salón de actos, sala de conferencias, biblioteca, salas de lectura y aulas especiales, ordenando el conjunto en torno a un patio-claustro con una fuente en el centro; construcción muy sencilla basada en el razonabilismo, de superficies y volúmenes limpios y edificada en ladrillo visto. 

Todos los arquitectos de la R.E. generaron el entusiasmo suficiente para crear ambientes de convivencia y trabajo donde cada uno pudiera aportar lo mejor de sí mismo. Aquel singular oasis, donde las experiencias pedagógicas y arquitectónicas consiguieron conjugarse en un espléndido foco de actividad cultural, formó es sustrato de realidades entre las que vivimos sin apenas percibirlas. 



domingo, 17 de marzo de 2024

EL OLIVAR DE CASTILLEJO

 

José Castillejo Duarte (1877-1945) tenía la doble vertiente de intelectual y hombre de campo. En 1922 se casó con la joven inglesa Irene Claremont (dieciocho años menor que él), licenciada en Historia y Economía por la Universidad de Cambridge. Instalaron su hogar en un olivar situado entre Madrid y el pueblecito Chamartín de la Rosa y ella no tardó en apreciar la luz de Castilla, aunque le costó adaptarse a su sequedad y a los fuertes contrastes del carácter español. Al final de sus días escribió un libro, I married a stranger, para que sus nietos, nacidos y educados en Inglaterra, supieran quién había sido su abuelo. Años más tarde, en 1995, su hija Jacinta lo tradujo al español con el título Respaldada por el viento.

Alto, delgado, con quevedos y sombrero blando, Castillejo rebosaba encanto y sentido del humor; sus bellas manos y su expresividad emanaban comprensión, pero él iba a lo esencial y buscaba la eficiencia y la perfección, exigía mucho. Practicaba football, tenis, esquí, iba a clase en bici y era un gran viajero y excursionista. 

Irene, en su libro, rememoraba la vida idílica del olivar con sus cuatro hijos (Jacinta, Leonardo, David y Sorrel) a quienes criaba junto a un desconocido que fue descubriendo a través del tiempo. Catedrático de derecho romano y secretario de la JAE (Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas), en 1917 compró y parceló el olivar para - junto a algunos intelectuales y científicos - formar una pequeña colonia en la que poder trabajar lejos del ruido de la ciudad y disfrutando del contacto directo con la naturaleza. 

Cuando, en 1900, entró en contacto con Francisco Giner de los Ríos y asistió a clases de arte de Manuel B. Cossío, su mundo intelectual se transformó de forma radical, pues le infundieron una profunda fe humanista en el poder regenerador de la educación. Aprendió idiomas y viajó a Alemania e Inglaterra para estudiar, visitar, informarse y analizar todo aquello que los países europeos habían puesto ya en marcha en el plano educativo. En 1905 el Ministerio de Instrucción Pública le encargó llevar el negociado de las pensiones y en 1906 le nombró agregado al servicio de información técnica y relaciones en el extranjero. Ese fue el origen de la creación de la JAE: el mayor intento en España de modernizar la ciencia y la educación españolas; se envió al extranjero al profesorado y a la juventud de los centros docentes para formarse y actualizar sus conocimientos; se crearon nuevos tipos de instituciones educativas y las bases de la moderna investigación española.

Y fue Castillejo quien inició todo ello con sorprendente inspiración, envidiable destreza e incansable perseverancia, y, sobre todo sintiendo un gran respeto por la experiencia, tanto personal como colectiva. Como decía su mujer: convivían con él, cara a cara, como en tantos españoles, el idealista Don Quijote y el práctico, sagaz, Sancho Panza. Como Sancho, era muy refranero: "mira a dónde vas, pero no te olvides de dónde vienes".

Tesón, capacidad organizativa, dotes para la persuasión, fe en el progreso de la humanidad y tolerancia, junto al rechazo de protagonismos y honores, eran sus rasgos más distintivos. Esa fue la motivación para que sus hijos crearan en 1985 la Fundación El Olivar de Castillejo, preservando los cien olivos centenarios y convencidos de que las raíces echadas por las grandes reformas fueron tan profundas y fecundas que no se tardaría en recoger nuevos frutos de la extensa labor realizada por su padre.
 

 
 


 

martes, 5 de marzo de 2024

LA COLINA DE LOS CHOPOS

 

Cuando el poeta Juan-Ramón Jiménez llegó a la Residencia de Estudiantes, invitado como huésped de honor por su director Alberto Jiménez Fraud, el hotelito incial de la calle Fortuny resultaba insuficiente, se estaba ampliando con otros adyacentes y la construcción de un nuevo pabellón. Fue una acertada creación de la JAE (Junta de Ampliación de Estudios) para completar la enseñanza universitaria oficial con visitas frecuentes de profesores, hombres de letras y de ciencias, artistas... 

Juan-Ramón se instaló en una soleada habitación en septiembre de 1913, tres años después de la fundación de la Residencia. En ella encontró un hogar idóneo para trabajar y poder enriquecer a los estudiantes con sus facultades artísiticas y humanitarias, en contacto directo con ellos, sirviéndoles de ejemplo y estímulo; cumplía a la perfección con el "fellow" de la educación inglesa, cuyo cometido era orientar y hacer el seguimiento del avance de los estudios y de todos los aspectos de la vida del estudiante.

 Muy cerca de la ILE y de la secretaría de la JAE, el flujo de visitantes a la Residencia de altísimo nivel intelectual era constante. La biblioteca (a cuyo cargo estaba Juan-Ramón), las clases de idiomas, la pista de tenis, las visitas culturales por Madrid y las excursiones fuera de la ciudad, formaban parte fundamental de la formación de los residentes.

José Ortega y Gasset, gran amigo suyo, le consideraba el maestro de la nueva lírica y pensaba que con su poesía podría formar moral y espiritualmente a los jóvenes, educando su sensibilidad e incitándoles a aspirar a la verdad, la belleza, la bondad y la perfección que el alma anhela. Se trataba de lograr - entre todos - un prometedor y selecto grupo, de espíritu elevado y fina sensibilidad, capaz de llevar a cabo la misión regeneradora que España necesitaba. Según Ortega: cada uno llevaría en su interior una hilandera ideal, la cual sería productora de hilos sutilísimos que traspasarían otras almas hermanas y luego otras y luego otras...

En octubre de 1915 se trasladaron a unos edificios más adecuados en la zona norte de Madrid, al final de la calle del Pinar, en un montículo llamado El Cerro del Viento. Primero se construyeron los Pabellones Gemelos y en el izquierdo se hallaba la nueva habitación de Juan-Ramón, desde donde podía contemplar la Sierra de Guadarrama. Entre dichos pabellones, cuyos ladrillos rojizos se iban cubriendo de yedra, él mismo diseñó el Patio de las Adelfas con cuatro anchos marcos de bojes traidos de El Escorial y en el centro dos grandes adelfas rojas y una blanca.

Además de seguir a cargo de la biblioteca, dirigió el servicio de publicaciones con una gran belleza tipográfica en todas ellas. Proyectó escribir un libro, titulado La Colina de los Chopos, en el que incluiría prosas de su vida en la Residencia y retratos de los más asiduos a la misma. 

Recordaba el día en que trajeron tres mil chopos para ser sembrados por los estudiantes y escribió: "Qué gozo da esta gran promesa de verdor, de oro, de esbeltez, de luz, de pájaros, en esta colina yerma ayer, pedazo de planeta que en este momento nos corresponde y donde estamos poniendo, al ponerlos, para cada primavera, cada verano, cada invierno y cada otoño, con el recuerdo de cada primavera y cada verano, cada invierno y cada otoño, nuestro verdor, nuestro ardor, nuestra pureza y nuestra llamarada"

En julio de 1916 partía para EEUU con el fin de casarse con Zenobia Camprubí y al regresar el matrimonio se instaló temporalmente en la habitación de La Colina de los Chopos, nombre que había reemplazado al de El Cerro del Viento. Y allí, en aquella colina, dejó para siempre su huella de ser humano cultivado, pulcro y exquisito



 

 


domingo, 25 de febrero de 2024

MEDITACIONES DEL QUIJOTE

En julio de 1914 salía de imprenta el primer libro de José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, en las publicaciones de la Residencia de Estudiantes, al cuidado entonces de Juan-Ramón Jiménez, bajo la supervisión del director de la casa Alberto Jiménez Fraud, con quienes Ortega compartía el proyecto modernizador institucionista. En el texto se encuentran algunas líneas maestras de su pensamiento, intuiciones primarias y formulaciones definitivas que hallaron en sus páginas un tratamiento inicial y radical para su obra futura.

Cuando tenía treinta y un años, época de la actuación histórica del hombre (según sus propias palabras), el joven e ilusionado Ortega se lanzó al proyecto más ambicioso de su vida: abrir una vía española, hacia la deseada cumbre de la filosofía de su tiempo, aportando otro modo de ver y pensar el mundo, otra razón que no fuera la pura germana ni la impura mediterránea, sino un nuevo pensamiento que tendiese un puente entre ambas orillas, la del Norte y la del Sur, hermanándolas bajo una nueva matriz filosófica de nuevo cuño.

Para preparar el libro, el año anterior a su publicación (1913) se retiró a El Escorial, donde escribiría una serie de ensayos en los que se pudiera percibir suavemente una doctrina de amor. En dichos ensayos de amor intelectual - a los que un humanista del siglo XVII habría llamado salvaciones - el autor buscaba lo siguiente: dado un hecho (un libro, un hombre, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor...), llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado. Colocar las materias de todo orden, que la vida en su resaca perenne arroja a nuestros pies como restos inhábiles de un naufragio, en tal posición que el sol pueda dar en ellos innumerables reverberaciones.

Dentro de cada cosa existe la indicación de una posible plenitud y un alma abierta y noble sentirá la ambición de perfeccionarla, de salvarla, para que logre esa plenitud; a través de un acto de amor, la pondrá en relación inmediata con las corrientes del espíritu, y entretejiendo ambas, quedará transformada, ¡salvada! 

Para Ortega, el odio es un afecto que aniquila los valores, ya que impide la fusión de la cosa con nuestro espíritu, convirtiendo el mundo en algo rígido, seco, sórdido, desierto; por el contrario el amor nos liga a las cosas. Cuando amamos algo lo consideramos parte de nosotros mismos, no podemos vivir sin ello y, entrando en lo más profundo de lo amado, se nos revela en todo su esplendor. A su vez, ello parte de otra cosa a la que también se halla ligado, por lo cual el amor va tejiendo cosa a cosa y todo a nosotros. Como decía Platón: "El amor es un divino arquitecto que bajó al mundo a fin de que todo en él viviera en conexión". La inconexión es aniquilamiento. El odio, que fabrica inconexión, que aisla y desliga, atomiza el orbe y pulveriza la individualidad. Debemos aspirar a que el amor vuelva a administrar el universo. 

Pero la mayor pretensión del entusiasmado filósofo, en su primer libro, era transmitir al lector que el afán de comprensión es también una actividad amorosa y que multiplicando los haces de nuestro espíritu nuestra inteligencia y sensibilidad se irán desarrollando de tal manera que, no sólo nos beneficiarán a nosotros, sino a todo lo circundante.

El hombre rinde al máximum de su capacidad cuando adquiere la plena consciencia de su circunstancia, ya que por ella se comunica con el universo. ¡La circunstancia! ¡Circum-stantia! Lo que nos rodea, silencioso y humilde, con su peculiar fisionomía, anhela su perfección, es decir que lo salvemos. Sólo así podremos salvarnos nosotros también...

De todo ello nacía la frase más emblemática de la obra de José Ortega y Gasset: "yo soy yo y mi circunstancia y, si no la salvo a ella, no me salvo yo".

 

 

 

jueves, 15 de febrero de 2024

AMISTAD

La palabra amistad tiene la misma raíz que el verbo latino amare (amar) e intenta definir la relación que existe entre dos personas, del mismo sexo o diferente, en la cual ambas vidas confluyen para influirse y enriquecerse ayudándose mutuamente a seguir la vocación de cada uno con mayor autenticidad. Fundamentada en el amor y basada en la entrega y la generosidad, protege la intimidad de los amigos y potencia al máximo sus posibilidades para que lleguen a ser quienes están destinados a ser. De todo ello surge la fidelidad, la lealtad y el anhelo de permanencia.

Para tener un amigo es necesario salir de uno mismo para poder encontrarse con el otro, algo que suele ocurrir fuera de los vínculos familiares. La amistad es elegida, sin embargo hay circunstancias que la favorecen e impulsan; su origen más frecuente es el grupo, aunque la verdadera amistad no se limita a él, pues es individual y necesita intimidad para que la buena comunicación se vaya desarrollando. 

Aunque estas amistades suelen ser duraderas, los amigos siempre han de sentirse protagonistas de proyectos inacabados, ya que una auténtica amistad no es una entrega, es estar entregándose, y así van viviendo de tal forma que sus vidas fluyen de un modo convergente.

Cuando nace, los amigos buscan puntos y actividades en común y en esas experiencias compartidas van descubriendo trayectorias comunes que, si se prolongan a lo largo del tiempo, van formando nudos de relación personal; cuando estos nudos se van acumulando, se remansan en una especie de fondo común que se constituye como el tesoro de su amistad, al cual pueden recurrir siempre en forma de recuerdo (volver a hacer presente una experiencia del corazón).

La amistad madura, serena, continuada, delicadamente cincelada, no puede darse más que entre personas que la basan en la discreción, en un amoroso respeto admirativo y en el buen gusto (tacto y delicadeza). Dice el filósofo Julián Marías: "siempre he creído que nuestros mejores amigos son nuestras amigas - y viceversa -; que si alguien es capaz de comprender desde cerca otra vida humana y darle efectiva compañía, es una persona del otro sexo".

¿Por qué ocurre esto? Porque en este tipo de amistad se da la otra forma de ser persona y esto es lo que más fascina. En ella, entra en juego la persona sexuada (que no sexual), lo que permite experimentar con mayor autenticidad que ambos son personas pero de dos formas distintas y complementarias. Aparecen nuevas formas de hacer las cosas, de situarse frente a la realidad, de valorar y estimar, de organizar la información...; el hombre se hace más delicado y la mujer más segura, el afecto no es posesivo y se abren nuevos horizontes personales para ambos.

En una relación individual y desinteresada, como es la amistad, el amigo jamás es tratado como cosa, como algo de lo que se espera una utilidad, servicio, placer..., sino como alguien con quien se entrelaza la trayectoria vital, con quien se proyecta, con quien se comparte el mismo argumento de vida, lo que convierte a la ilusión en uno de sus ingredientes fundamentales.

"La amistad ha tenido enorme papel en mi vida. Y mis amigos han solido ser duraderos. Amistad entre dos sexos y sobre todo con mujeres, más próxima y verdadera que la que se puede mantener con la mayoría de los hombres. A todas las edades, mis mejores amistades se han encontrado entre las mujeres" (Julián Marías)




 

domingo, 11 de febrero de 2024

LA IMAGINACIÓN

 

Esta niña, mirando a través de la ventana el exterior de su ámbito doméstico, representa muy bien que la vida humana es proyectiva, imaginada, argumental; que no está hecha, sino que hay que hacerla y hacia adelante, pues su temporalidad le marca esa dirección y ese avance. La vida no es sólo presente, es futuriza: ni es un hecho ni se reduce a hechos. Vivir es previvir. Vivir es imaginar. Tenemos que inventar nuestra vida haciendo así al pasado y al presente protagonistas de nuestra imaginación y a la libertad el espacio en el que se realiza nuestro proyecto.

El instante es el escenario en el que se desarrolla la imaginación, "insta y pasa", pues el entorno es temporal, no es un punto concreto. En cada hacer de la persona funcionan el pasado y el futuro como un por qué y para qué, así los instantes imaginativos actúan como eslabones entrelazados configurando la cadena que es la vida.

El conjunto de hilos que se entretejen en la trama de la vida vienen de lejos y se prolongan en el futuro dando continuidad a la historia. La imaginación no es el final del trayecto, sino que nos transporta a otro mundo, nos descubre un nuevo horizonte con entidad propia que no se contrapone a la realidad: el horizonte de la ficción (literatura, arte, cine, teatro...). Porque cuando la imaginación actúa, se desdobla en dos: una que obra sobre la realidad y otra sobre la ficción, se desborda de lo real y va más allá de lo que es, pues la vida puede ir más allá de sí misma.

Realidad e irrealidad se imbrican como expresión constante del proyecto personal. La imaginación enriquece la realidad y libera al pensamiento de la aparente inflexibilidad de lo real; construye el mundo por su poder positivo de producción de formas, algo que necesita ir más allá de un pensamiento pasivo.

Imbricar el mundo real con la imaginación hace que todo lo que la persona encuentre sea real, pues hay diversos modos de realidad que se entrelazan y mezclan compleja y misteriosamente, siendo la persona protagonista de una labor inquietante, ya que para tratar con la realidad no queda más remedio que imaginarla...

El ser humano, no sólo es capaz de imaginar lo que no existe sino que además necesita hacerlo. Gracias a la imaginación puede buscar, encontrar y relacionarse con la verdad. Necesita proyectar imaginariamente su futuro para dar sentido a su vida, acertar en sus decisiones y prever las consecuencias de sus actos. 

Conocer la realidad, proyectar el futuro, inventar poéticamente realidades inexistentes... son actividades propias del teórico, el ético y el artista y, tanto en el ámbito académico como en el profesional, estas tres capacidades deben trabajar juntas, pues se potencian mutuamente. Si la imaginación juega un papel decisivo en estos tres ámbitos... ¿no se tratará de una facultad imprescindible para superar la fragmentación de saberes que existe en la actualidad?

Todo el mundo imagina, desea, sueña... Cuando esta facultad se desencadena, toda una serie de imágenes se entrelazan una a la otra por asociación. La imaginación es una especie de pantalla situada al límite de los dos mundos (visible e invisible) donde pueden venir a reflejarse objetos y entidades que escapan habitualmente a la conciencia. Si trabajamos nuestra imaginación y la sabemos orientar bien, ésta recibirá y registrará muchas de las cosas que después seremos capaces de expresar. Lo imaginado no era una invención nuestra, sino que hemos podido captar realidades que todavía no estaban en el plano físico.

jueves, 8 de febrero de 2024

COHERENCIA CARDÍACA

 

Nada como este pastel, pintado por la impresionista Mary Cassatt en 1880 y titulado "Madre e hijo", para ilustrar el tema de la coherencia cardíaca. Ese estado de paz que transmiten los protagonistas, esa clara sensación de estar a gusto cada uno con su papel, con el otro y con el ambiente que les rodea, es la mejor manifestación de que tanto la madre como el niño se hallan en perfecta armonía interna y externa.

Las diferentes ondas que sus corazones generan están sincronizadas, pues al seguir una determinada frecuencia, forma y amplitud, generan un patrón repetitivo, ordenado y predecible. Y es en esa alternancia armoniosa donde se produce la coherencia cardíaca.

La coherencia influye en el ritmo psicológico, ya que la respiración y la tensión arterial se sincronizan con el ritmo del corazón, igual que lo hacen el sistema endocrino y el nervioso (coherencia cruzada); cuando los principales sistemas del organismo están sincronizados y armonizados, éste se halla en un estado de coherencia psicofisiológica.

¿Por qué es beneficiosa esta coherencia? Porque aumenta la capacidad de atención y concentración, baja la producción de cortisol (generador de estrés y fatiga), pone fin al caos fisiológico y facilita la autorregulación emocional, debido a que el sistema parasimpático genera neurotransmisores que favorecen un estado de calma y sosiego.

Cuando la fisiología está en un estado de equilibrio óptimo, la mente se expande y la resiliencia crece; la calidad del sueño aumenta; el sistema inmunológico se fortalece con la aparición de inmunoglobulinas (defensas contra agentes infecciosos) y se segrega la llamada hormona de la juventud (DHEA), aumentando así el bienestar y la calidad de vida. 

¿Hay algo más natural y maravilloso que ver a un niño en los brazos amorosos de alguien que le profesa cariño, cuidado y potección de forma generosa e incondicional? Su pureza, su ternura y su vulnerabilidad provocan, en quienes lo van a mantener en su regazo, procurar estar en las mejores condiciones para que la experiencia se viva desde la profundidad y con la honesta intención de ofrecer lo mejor de sí mismos.

No podemos olvidar jamás que, desde el primer momento de la crianza de un bebé, el amor debe estar en todo lo que hacemos y en su entorno y que, para que éste sea lo más puro posible, debemos cuidar nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos. Creo que es otro de los mejores regalos que le podemos brindar: nuestra propia coherencia cardíaca para facilitar y favorecer la suya.

 


lunes, 29 de enero de 2024

ATMÓSFERA AMOROSA

 

¿Por qué al contemplar un bebé nos sentimos tan bien? Porque su belleza y su pureza nos facilitan llegar a su esencia, el amor, el bien más preciado de todos, el valor de los valores. La persona no es un qué, sino un quién, y sólo ella tiene la capacidad de amar y ser amada. A esa esencia, al ser espiritual, sólo se puede llegar a través del corazón y de la intuición.

La palabra valor formó parte del lenguaje ético cotidiano muy entrado el siglo XIX y se consolidó en el XX con "La Teoría de los Valores" de Max Scheler (1874-1928): Las cosas no son buenas porque agradan, sino que agradan porque son buenas. Es el valor lo que provoca el agrado, pues valorar no es dar valor, sino reconocer el valor que la cosa tiene.

Y esa esencia tan valiosa, ese espíritu, debe contar desde el primer instante de su llegada al mundo con una atmósfera amorosa para que su desarrollo - a todos los niveles - sea lo mejor posible. Según el neurocientífico Dan Sieguel: "más importante que un exceso de estimulación sensorial son los patrones de interacción entre el niño y su cuidador, pues esa interacción colaborativa es clave para que su desarrollo sea saludable".

Está científicamente demostrado que una crianza llena de amor, de apego, favorece el desarrollo del hipotálamo, un área del cerebro que afecta a la memoria y a la regulación de los estados emocionales que permiten asociar sensaciones positivas (o negativas) en base a los recuerdos. Así, a medida que el niño va creciendo envuelto en cariño, confianza y seguridad (contacto corporal, cuidado constante, método razonable...) su autoestima se va fortaleciendo, lo que facilitará que cuando se relacione con los demás lo haga de forma natural y espontánea. 

Educar, amar y vida son palabras preciosas si aprendemos a conjugarlas sabiamente (con inteligencia y sensibilidad), pues nos harán capaces de emprender con el niño el viaje más apasionante de toda su vida: la alegría de ser y de vivir. 

El amor a la vida es el gran motor de la educación, una cualidad esencial y muy poderosa que debe tener el educador porque brota del alma y es impulsada por ella. Él será el encargado de invitar al niño a descubrir el mundo y maravillarse, sin olvidar jamás que la adversidad forma parte del camino. Calentará su corazón e iluminará sus pasos enseñándole también que, cuando el dolor se mira de frente y se abraza, la alegría puede renacer; las penas necesitan su tiempo y espacio, no hay que evitar la tristeza, pues es más valiosa una tristeza verdadera que una alegría falsa.

La belleza y la ternura de un bebé mueven y conmueven, generan amor y alegría, nos inducen a ser más amables, delicados, compasivos, comprensivos, agradecidos... En definitiva, un bebé siempre nos hace mejores personas, pues está envuelto y envuelve en una atmósfera de amor.