En La Lectora, cuadro pintado por Renoir, el talento del artista es capaz de mostrarnos el acto de leer, lo que Proust definía como "ese fértil milagro de comunicación en soledad". Por su parte, el libro aparece como si fuera una puerta misteriosa, que conduce a un mundo paralelo, al que sólo la protagonista puede acceder sin que nada ni nadie la perturbe. Totalmente absorta en la lectura, la expresión de su rostro nos muestra relajación, bienestar, una especie de estado meditativo y como de éxtasis.
Escribir es como pintar y el autor del libro ha creado un destino para que la lectora pueda viajar. Ha pintado con sus palabras el mundo de sus personajes, los elementos que quería mostrar y los que pretendía esconder para que ella los fuera descubriendo por sí misma. Poco a poco un profundo intercambio entre ambos ha ido en aumento, en el marco de una comunicación silenciosa y sin límites de tiempo.
El escritor ha cobrado vida, en la presencia y esencia inmutable del libro, en manos de la escritora. Y lo hace sin ningún egoismo, permitiendo que ella lo vaya recorriendo página a página sin emitir la menor queja ni sentirse invadido, perseguido o acosado, sino siempre dispuesto a brindarle lo mejor de sí mismo en ese íntimo encuentro. La lectora va experimentando lo que lee como si lo viviera en primera persona, se transporta a otros mundos y explora una realidad compartida con el autor.
La neurociencia nos dice que cuando leemos se activan diversos mecanismos en nuestro cerebro (que cumplen funciones específicas) de forma paralela y coordinada en distintas áreas del mismo. Es como si se produjera una danza sincrónica y perfecta cuyo fin no es sólo la comprensión del lenguaje, sino también la de hacernos creer que vivimos algo que en realidad no hacemos.
Una parte de nuestro cerebro está especializada en la interpretación de los símbolos, debido a lo cual somos capaces de mantener una comunicación no verbal. Estos símbolos se agrupan, se ordenan y se vinculan para poder ser entendidos. En otra área, se estimula la imaginación o la acción motora. La corteza frontal tiene el control mental y la planificación, mientras que el lóbulo temporal interviene en los procesos de emoción y memoria.
¿Qué ocurre cuando la lectora termina el libro? En un primer momento tiene la sensación de que un amigo se aleja, la abandona... pero luego se da cuenta de que ese amigo siempre permanecerá allí, al alcance de su mirada y atenderá - con su presencia callada - su súplica para aliviar su soledad.
Y es que entre la lectora, el libro y el autor se ha ido creando una relación afectuosa que conlleva unos lazos fuertes, poderosos y eternos, algo que a nuestra protagonista le produce un gozo muy sutil y la seguridad de que siempre estará acompañada.