miércoles, 27 de febrero de 2019

LA CARPA KOI


"Lo apararentemente insoportable es más soportable si tiene un sentido". Y es que, la determinación para afrontar los obstáculos de la vida, para persistir frente a los desafíos que parecen insuperables, es imprescincible para llegar a la meta que nos hemos propuesto.

Durante la primavera, se pueden ver en Japón banderas con forma de carpa, un pez que nada contracorriente. La "carpa koi" sigue su camino hasta llegar a una gran cascada y convertirse en un flamante dragón. Ella representa la firmeza de los ideales y la voluntad de conseguir los objetivos propuestos, impulsando a los hombres a cultivar valores como la paciencia, la fortaleza y el coraje o la capacidad para ser resiliente sorteando los obstáculos de la vida para acabar triunfando.

Todo objeto o persona tienen una historia. Todo nos dice algo, seamos conscientes de ello o no. Todos estos inputs producen un impacto en nosotros y no hay mayor potenciador natural que las emociones intensas. La base es  la apreciación por el detalle y, cuando leemos la vida y a las personas, todo nos parece mucho más intenso.

Las metas, del tipo que sean, exigen cierto grado de compromiso y para ello hay que hacer una inversión de recursos motivacionales (a mayor altura de meta, mayor exigencia de recursos). La paciencia nos permite conservar la capacidad para ver qué tenemos que hacer y cómo tenemos que redefinir nuestra vida para aceptar esta nueva realidad.

Lo que nos parece insoportable deja de serlo cuando nos sentimos capaces, ilusionados y con un objetivo claro.

domingo, 24 de febrero de 2019

EL ARTE DE PERSISTIR

Todos tenemos muy claro que la vida es imperfecta y vivir requiere un esfuerzo, por eso lo mejor es ir desarrollando destrezas y fortalezas emocionales que nos faciliten el camino. Si no vamos gestionando los contratiempos día a día, si dejamos acumular pequeñas adversidades sin afrontarlas, problemas sin resolver, expectativas no cumplidas o decepciones no sanadas... nos bloquearemos y sentiremos malestar.

Está muy de moda "la microgestión como estrategia de afrontamiento" y es verdad, pues con cada problema resuelto, por nimio que parezca, nos sentimos bien, más seguros y en mejor disposición para afrontar el siguiente. Carece de sentido que añadamos más esfuerzo del necesario, lo importante es concentrarse en vivir a pesar de la adversidad y cuando surjan los momentos de flaqueza tener el valor de descansar y no de abandonar.

Muchas veces nos involucramos en batallas que no son nuestras, sin saber distinguir lo importante de lo accesorio. Sabemos que la energía y la concentración son bienes fiinitos y escasos, demasiado valiosos como para arriesgarnos a perderlos en cosas innecesarias. La mejor actitud es priorizar, analizar e ir a por aquello que de verdad se relaciona con nuestras prioridades ignorando lo que no.

"Persiste, nada bueno se consigue a la primera".- Para poder persisitir debemos sentirnos competentes y capaces, con recursos para llegar a la cima. La adversidad despierta capacidades dinámicas que a veces ignoramos que tenemos, nos lleva a analizar para tomar decisiones y a desarrollar la creatividad para pensar con calidad. Si, a medida que van ocurriendo las cosas, les damos un significado positivo, reconvertiremos el problema en reto lo que nos estimulará en lugar de bloquearnos (esfuerzo sí, sufrimiento no). También el estar pendientes de la oportunidad de acción pacientemente (el lugar adecuado y en el momento oportuno) ayuda mucho a continuar para no perder de vista la meta a la que nos dirigimos sin confundir la adversidad con la imposibilidad.

miércoles, 13 de febrero de 2019

SAKURA

Los pétalos de la flor del cerezo (sakura) flotan en el aire como copos de nieve. Es algo tan bello como sencillo, lo que me lleva a afirmar - una vez más - que menos es más. Se da demasiada importancia a la "felicidad" y sin embargo no se aprecian tantas y tantas sensaciones, percepciones, sentimientos y placeres que están ahí y debemos disfrutar si queremos enriquecer nuestra vida. No todo en la vida es felicidad. Hay que aprender a disfrutar de todo, de lo grande y de lo pequeño, de lo efímero y de lo real, de lo fácil y de lo adverso, del éxito y del fracaso.

Hacer cosas por el puro placer de hacerlas o el interés que comporta su ejecución produce un enorme bienestar, pues no siempre hay que ser productivo, también necesitamos pequeños momentos de calma que nos permitan apreciar lo más - aparentemente - insignificante, lo que para muchos pasa desapercibido. Con una actitud humilde y modesta podemos saborear mejor la vida.

La humildad nos permite crecer y esforzarnos en ser mejores y la modestia nos facilita ajustar nuestras aspiraciones y modularlas para desterrar las quimeras de lo real y lo posible de lo probable. Además, siendo humildes no somos susceptibles de manipulación por personas tóxicas que intentan hacernos creer que podríamos llegar a ser maravillosos, únicos y especiales si utilizamos determinadas marcas que nos garantizan el estrellato social.

A diario vivimos sensaciones muy gratificantes a las que apenas damos importancia y sin embargo son la base de nuestro verdadero bienestar: comprobar que lo que ayer era una adeversidad hoy ha dejado de serlo; la paz mental que proporciona cerrar un tema pendiente; ir consiguiendo poco a poco el equilibrio entre el desafío y la calma; concentrarnos por completo en una actividad que sea proporcional a nuestras capacidades... Todas ellas van formando la malla de nuestra propia vida, de la que nosotros vamos creando a nuestra manera sin prestar demasiada atención a las directrices que otros nos intentar marcar.

No tenemos la obligación de ser felices constantemente, somos humanos, vulnerables, imperfectos... tenemos todo el derecho a sentirnos tristes, deprimidos, débiles, meláncolicos... No podemos generarnos malestar por intentar llegar a un concepto que todavía nadie ha definido. ¿Lo mejor?: vivir con sencillez, ligeros de equipaje, sin grandes pretensiones y con naturalidad.



martes, 12 de febrero de 2019

IMPULSO

El buen impulso es medido y consciente, es una metafortaleza que une motivación y cognición, que nace de una decisión voluntaria creada después de un proceso cognitivo. De esa voluntad cognitiva, la razón genera una emoción capaz de movilizarnos para conseguir grandes gestas y no escatimar esfuerzos.

No tiene nada que ver con la impulsividad, pues el impulso no es más que la fuerza motivadora que la razón puede crear a partir de un proceso de análisis, por eso nos lleva a tomar las riendas de nuestra vida y de nuestras decisiones. El buen impulso no es el compulsivo, sino el reflexivo.

Nuestra vida no es más que el resultado de las decisiones que tomamos y de las que dejamos de tomar. Sabemos que la vida es cambio y que necesitamos tanto la calma como el reto para podernos convertir en quienes estamos destinados a ser. La vida es incontrolable y hay momentos en los que nos sentimos estresados, sentimos miedo, sentimos angustia y cierta sensación de desamparo que nos deja sumidos en una profunda tristeza.

Sin embargo, eso no implica que no busquemos activamente la serenidad pues disponemos de "homeostasis": nuestro cuerpo y nuestra mente toleran ciertos niveles de tensión motivacional, pero pasados esos niveles, necesita hacer algo para recuperar el nivel homeostásico.

Cuando estamos demasiado excitados nuestro cuerpo nos lanza un mensaje para que busquemos la calma. Nuestra mente necesita tranquilidad tanto como activación y por eso, en períodos de estrés, necesitamos recuperar nuestros depósitos de sosiego y hacer algo para compensar esos niveles de tensión.

La luz tamizada de un bosque, el sonido de la lluvia, los colores y las fragancias de las flores mientras damos un paseo por el campo en cualquier estación del año nos templan el alma y es algo que tenemos al alcance de la mano sin grandes gastos ni esfuerzos. Una mente calmada piensa mejor y con mayor profundidad y si desarrollamos la paciencia contemplativa aceptaremos y observaremos lo que nos rodea con amabilidad...


lunes, 11 de febrero de 2019

SLOW DOWN

Para vivir con calidad hay que disponer de tiempo. Estar pensando en el futuro sin disfrutar plenamente del presente no es bueno. La serenidad que todos necesitamos está dentro de nosotros, pero sólo podremos descubrirla sin conectamos con nuestro ser y nos alejamos del ruido y la distracción, si tenemos el valor de escucharnos a nosotros mismos y de escuchar lo que la vida nos quiere transmitir.

Por eso es bueno desacelerar, bajar el ritmo, "slow down", reflexionar sobre nuestra propia existencia y decidir libremente qué es lo que queremos hacer con ella. Buscando la paz, la calma y la tranquilidad de forma activa, somos nosotros mismos los que vamos trazando nuestra propia vida. Sabemos que todo cambia, que la realidad es terca (como dicen los ingleses), pero lo inteligente es no resistirse a ello sino acompasarnos a lo que ocurre en nuestro contexto y, además, disfrutar haciéndolo.

Ni la falta de certeza ni los cambios deben preocuparnos, sabemos que la vida es un ir y un venir, desde o hacia, un proceso, crecer nosotros y los que nos rodean... y todo eso requiere una actitud dinámica. Si somos capaces de tolerar lo incierto y lo inesperado podemos pensar que los cambios no tienen por qué ser malos, sino aprender a desarrollar la paciencia.

La "paciencia" es una cualidad esencial que nos permite no alterarlo todo por una necesidad o una noticia inesperada. La vida es puro cambio y es impredecible. No sabemos nunca lo que nos puede pasar, por eso lo ideal es intentar buscar un equilibrio entre lo que ya pasó, lo que está pasando y lo que pasará.

No nos precipitemos haciendo elucubraciones, pues cuando nos anticipamos nos equivocamos con mucha facilidad. Es mejor ir observando y analizando la vida viendo cómo evoluciona y acompasarse a su ritmo, detectando oportunidades y gestionando problemas y limitaciones.