Rosamunde cumplirá 90 añitos el 22 de septiembre y es una de mis escritoras británicas contemporáneas favoritas.
Nació en Lelant (Cornualles), lugar que ha considerado como su verdadero hogar y principal fuente de inspiración. Siempre que puede vuelve a pasear por su playa y se sumerge en sus raíces, que son las que le dan fuerza para seguir adelante.
Recuerda que, cuando tenía 7 años, su padre le regaló un precioso cuaderno para que se entretuviera en un largo viaje en coche. Se lo pasó tan bien y le gustó tanto lo que había escrito y dibujado en él, que en aquél preciso momento decidió que, de mayor, sería "escritora". Lo que jamás habría imaginado es que llegaría a publicar treinta libros y más de cien películas (basadas en ellos). Con su obra "Los Buscadores de Conchas" consiguió su primer best seller a nivel mundial.
Vivió una infancia feliz, junto a su madre y hermana, pues su padre trabajaba en el lejano Oriente (Birmania).
Su madre eligió un lugar precioso y alquiló una casa en Hayle Estuary, donde podían nadar, subirse a los árboles y jugar con amigos. Iban en un pequeño tren a St Ives, lugar al que se habían trasladado a vivir numerosos artistas y artesanos amigos de su madre.
Su atmósfera, tan creativa, le marcó para toda su vida, siendo la pintura, la escultura, la cerámica... y los personajes más curiosos e interesantes, parte de su universo diario. Cuando su madre y hermana partieron para ir a ver a su padre a Burma, ella se trasladó a Penzance para asistir al colegio de unos amigos de la familia. Fue la manera de conocer otra parte de Cornualles con lugares llenos de encanto, como Coves Mount´s Bay.
Cuando empezó a escribir con asiduidad fue a los quince años. Al terminar sus estudios trabajó como secretaria en la Armada y después se unió a su servicio femenino. Más tarde trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores y en 1946 se casó con Graham Pilcher. Se fueron a vivir a las afueras de Dundee (Escocia).
Allí, vivía como ama de casa y madre de cuatro niños y empezó a colaborar con revistas femeninas en las que publicaba pequeños cuentos de amor, con el pseudónimo de Jane Fraser.
En 1987, con el best seller ya mencionado, su vida experimentó un gran cambio y pasó a ser una escritora muy famosa. Había entrado en el mercado americano y eso le aportó fama y grandes ingresos.
Fue nombrada OBE (Orden del Imperio Británico) y en 2002 recibió el Premio Británico de Turismo.
Su elegante pluma es como una alfombra mágica que transporta al lector a lugares y sucesos en los que le hace sentir partícipe de sus historias. Muy pocos escritores tienen ese "don". Además, sus libros, una vez empezados no se pueden dejar, hay que llegar hasta el final...
Su destreza para descibir paisajes (internos y externos) sigue los pasos de otras grandes escritoras británicas, como Jane Austen o Las Hermanas Brontë. Te provoca la necesidad de viajar a la zona de la que habla con exactitud y minimalismo. Pero, lo mejor de todo, es que todavía disfruta escribiendo...