martes, 22 de julio de 2025

LA MIRADA ATENTA

 

Este precioso cuadro de la pintora inglesa Phyllis Dodd, titulado Prudence on Pegasus (principios del siglo XX), me ha llevado a reflexionar sobre lo importante que es, a cualquier edad, mirar atentamente. Parece que algo ha captado la atención de la niña y todo su ser está atento y sereno para descifrar, desde la distancia, qué hay detrás del objeto o la persona que ella mira atentamente. 

Mirar cuesta poco, pero mirar bien exige un esfuerzo. Con los ojos vemos, pero sólo la mirada y la atención nos aproximan a las cosas y a las personas que van apareciendo en nuestra vida, una aproximación que debe ser cuidadosa y respetuosa, ya que la ausencia de respeto nos llevaría a ser indiscretos, inoportunos y poco delicados. Siempre es bueno mantener cierta distancia para no fundirnos, confundirnos o asaltar lo que miramos. 

La atención es como la ventana del alma. A través de ella nos asomamos al exterior y podemos extender la mano, tocar el aire, respirar el cielo, dejar que las gotas de lluvia se deslicen por nuestra cara, inhalar fragancias. A medida que vamos madurando vemos mejor, con mayor amplitud y hondura, pero para ello debemos entrenarnos. 

Prestar atención es un entrenamiento de la musculatura del espíritu,  un tipo de concentración y de esfuerzo que exige no dispersarse ni distraerse. Así, cuando estamos ante lo mirado ello mismo se muestra mejor de lo que en un principio lo hacía. No hay reglas, como tampoco las hay para contemplar o amar, pero sí sabemos que hay que desarrollar la pausa, la vigilancia y la capacidad de liberarnos de lo que nos condiciona (en griego espojé).

El esfuerzo es prolongado y sostenido, por lo que exige constancia y paciencia. Para entender hay que ir despacio, hay que tomarse tiempo para mirar. Lo mismo que para montar a caballo hay que tener una disposición y un anhelo, para mirar atentamente debemos prepararnos desde la infancia. Ambas destrezas son aconsejables, no sólo la deportiva.

Sería bueno enseñar a nuestros niños a mirar con atención y ayudarles en el esfuerzo de la atención mantenida, pues les estaríamos brindando la mejor oportunidad de ir conociendo y apreciando el mundo en profundidad. 

El espíritu respira y en cada respiración se da una espera. Cada latido del corazón y cada aliento contienen un anhelo. La atención no culmina en respuestas, sino en más atención; montar a caballo no culmina en el trote, ni en el galope, ni en el salto de obstáculos, es una destreza que también requiere esfuerzo, tiempo y paciencia.

 

sábado, 19 de julio de 2025

TRAIN LANDSCAPE

Para celebrar el 200 aniversario del nacimiento del primer tren moderno de pasajeros en el Reino Unido (1825), uno de sus mayores operadores ferroviarios (Northern Rail) ha organizado un concurso que anima a artistas de todas las edades a recrear diseños de carteles  británicos tradicionales con un toque moderno para fomentar la creatividad pública, promover la excelencia artística y revitalizar lugares emblemáticos mediante una narrativa visual, ya que el ferrocarril forma parte esencial de la cultura británica. 

En la encuesta pública para seleccionar la obra más querida fue la titulada Train Landscape la más votada. Se trata de un collage llevado a cabo por la artista Tirzah Garwood, usando secciones de acuarelas pintadas por su esposo Eric Ravilious en la década de 1930. Desde la ventanilla de un vagón de tercera clase, el pintor fue capturando los diferentes paisajes a través del viaje.

Los trenes y las estaciones ferroviarias forman parte del paisaje británico y de su identidad, hasta tal punto que llegaron a llamar  God´s Wonderful Railway al GWR (Great Western Railway), icónica empresa ferroviaria que une Londres con el sudoeste y oeste de Inglaterra y la mayor parte de Gales. 

Quizá el mirar por la ventanilla del tren con atención mantenida nos brinde la posibilidad del casi perdido viaje de descubrimiento, ese que nos lleva a conocer nuevas realidades con nuestros propios ojos y no a través de una cámara, pues un mundo hecho de imágenes pone en serio peligro a la realidad. 

Hasta el turista individual y culto está sometido a la esclavitud de las imágenes. No puede dejar de buscar escenarios ya codificados por la ficción, lugares dignificados y mitificados por famosos observadores anteriores desde distintos discursos culturales; ya no se fía de su propia vivencia, sino que trata de adoptar los ángulos de vista de aquellos para experimentar, comprender o gozar como ellos, sin tener apenas en cuenta lo que le rodea de verdad. 

Es una verdadera pena comprobar cómo a la mayoría de los turistas los lugares míticos y románticos les hacen vibrar porque fueron escenarios de grandes novelas o películas y que quienes los ofertan hacen lo posible para revestirlos con los símbolos e insignias buscadas. De esta forma se redobla la ficción desde el observador y lo observado, de tal modo que la realidad queda inaccesible. 

Volver al tren en la actualidad, mirando por la ventanilla, puede darnos la posibilidad de dar sustancia al viaje real y así no perderlo para siempre...