sábado, 13 de septiembre de 2014

LA PALABRA

"Una palabra vale más que mil imagenes", esta es la conclusión en la que me voy a centrar hoy. No me gustan nada las rutinas impulsivo-compulsivas que nos alejan de la verdadera lectura. Ir de pantalla en pantalla con fugaces referencias o flashes que nos cuesta identificar es como surfear por la red pero con la imposibilidad de centrarnos en nada concreto.

La lectura como experiencia es muy beneficiosa para el ser humano que desarrolla sus cualidades y habilidades pues nos exige atención y concentración, ambas cosas imprescindibles para entender y aprender. Insistiendo en la palabra y en la comprensión de la misma, hacemos trabajar la mente y que funcione la memoria.

El libro de papel es un instrumento que aisla y jerarquiza los elementos de la realidad, es como una especie de mapa intelectual a las puertas de esa ciudad sin murallas que es internet pues el superávit de imágenes que la red nos proporciona nos acabará aislando en un vertiginoso holograma en el que nos resultará imposible concentrarnos y discenir.

Reivindico aquí y ahora el prestigio de la palabra escrita y los valores del papel pues "lo digital iguala lo desigual y el libro especifica lo diverso".

Imágenes aceleradas, relampagueantes, no pueden competir jamás con  la palabra escrita. Aquéllas van contra el orden, simplifican demasiado y proporcionan un exceso de datos que nada tiene que ver con el auténtico y genuino conocimiento pues "conocer no es almacenar datos sino saber interpretarlos, ubicarlos, valorarlos; penetrar en las realidades, superar la apariencia". 

Para terminar, sólo decir que estoy convencida de la palabra es indispensable para la reserva genética de nuestra cultura.
 

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