lunes, 25 de marzo de 2024

WELLINGTON PLACE

Cuando el matrimonio formado por Alberto Jiménez Fraud y Natalia Cossío llegó a Oxford (1938) se estableció en 2, Wellington Place, una de las cuatro casitas victorianas situadas en un pequeño rincón verde y silencioso en la acera opuesta a St. John´s College. Pronto crearon un hogar español, nacido al calor de la libertad, amparador de todas las almas y cuya animada vida cotidiana sería evocada por cuantos le visitaron, pues se sentían envueltos en una atmósfera diáfana, en lo referente a las personas y a las cosas, no carente de una gran calidez meridional.

Desde 1910 AJFraud se hizo cargo de la dirección de la Residencia de Estudiantes (primero en la calle Fortuny y luego en la Colina de los Chopos) hasta 1936, que por causa de la Guerra  Civil tuvo que exiliarse. En 1917 contrajo matrimonio con Natalia, hija de su maestro Manuel B. Cossío, formando un magnífico equipo y persiguiendo el mismo ideal institucionista. Primero en París, luego en Cambridge y por último en Oxford, sus primeros años de destierro transcurrieron en el mismo ambiente de perplejidad, angustia y sufrimiento en que vivían sus amigos, pues cada uno de ellos había visto su más íntima existencia sacudida por unas convulsiones volcánicas que hicieron temblar la tierra española.

Fue John B.Trend, el ángel benéfico de la Residencia, su más generoso anfitrión durante el exilio y cómplice hasta el final. Primer catedrático de Estudios Hispánicos en la Universidad de Cambridge, fue uno de los lúcidos y desconocidos exponentes del espíritu de entreguerras. Invitado a tomar el té en la Residencia en 1919, lo encontró muy college in Madrid y, a partir de entonces, sería uno de sus magníficos colaboradores asesorando sobre la elección de conferenciantes internacionales y haciendo de mediador con el Reino Unido. Él fue el autor de algunas de las mejores páginas que se hayan escrito sobre la JAE y la RE en su libro, A picture of modern Spain (1921) y en su posterior versión, The origins of modern Spain (1934).  

Don Alberto no había intervenido nunca en política, gracias a lo cual pudo sacar la obra de la Residencia adelante en tiempos tranquilos y momentos agitados, teniendo siempre a su lado lo mejor de España en todos los grupos sociales. De las amistades, hechas por él para su obra, estuvo siempre - en cualquier circunstancia - cercano, aunque dos de sus más íntimos amigos (Silvela y Beceña) habían sido asesinados en la terrible guerra. Cuando estalló el conflicto, la inconsciencia y la inconsistencia estaban al orden del día en uno y otro lado, debido a lo cual el grupo humanista y antidogmático de los institucionistas era incómodo para ambos.

Desde Wellington Place el matrimonio mantuvo la unión del grupo en la distancia a través de las cartas y de los numerosos visitantes que por allí pasaron. La casita inglesa era como una madre-abeja que no podía vivir sin la presión del enjambre; el espíritu de la "Resi" se mantenía vivo, activo y firme y sus mujeres, con temple, abnegación y entrega fueron decisivas para los suyos, para quienes ayudaron y para preservar el legado institucionista.

La vida de AJF giró en torno a su obra tal y como le había recomendado su maestro Giner de los Ríos, cuya hermosa tumba en el cementerio de Madrid compartió en abril de 1964. Sin prisa pero sin pausa, los proyectos llegaron a fructificar porque, habiendo germinado en suelo estable, fueron capaces de resistir en las condiciones más adversas. El tejido de redes humanas con pulcros mediadores, que anudaban relaciones, construían puentes nuevos o restablecían los rotos, logró que el racionalismo armónico de su director, pleno de calidad y pragmatismo, fuera el faro que alumbrara a todos y que, pasados los años, la RE renaciera de nuevo. 


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