Augusto, en el centro de la imagen, fue el fundador del Principado de Roma y una de las figuras más populares. Nació en tiempos de crisis y vivió el asesinato de César, a quien sucedió. Con gran inteligencia supo instaurar un nuevo régimen político y concluyó con las guerras civiles. Todo lo que hizo, que fue mucho, estuvo marcado por su signo de indentidad: sencillez y austeridad.
A su derecha, Agripa, reconocido militar que permaneció junto al emperador Augusto desde que tenía 18 años; se casó con Julia, su hija mayor, y construyó el Panteón, pues era arquitecto y una gran amante del arte. Fiel consejero de su amigo hasta el final.
A su izquierda, Mecenas, el otro amigo y consejero de Augusto que puso las artes al servicio del Principado, creando un vehículo de propaganda sin precedentes en la Historia. Leía y corregía los discursos del emperador consiguiendo que dulcificara y humanizara su política.
Patrocinó con su riqueza y poder a los grandes literatos de Roma y, sin su ayuda, es posible que algunos de los versos más bellos de la literatura no hubieran visto la luz.
Era el contrapunto de Agripa, pues tenía debilidad por el lujo y la fastuosidad e iba engalanado con joyas y seda. Se ceñía la túnica sobre las rodillas dejándola suelta hasta los talones, como las enaguas de una mujer y se cubría la cabeza con un manto o pallium cuando presidía algún tribunal.
Se hizo construir una magnífica residencia en el Monte Esquilino donde celebraba fiestas y banquetes para atraer a los mejores artistas. Le gustaba conciliar el sueño al son de música lejana tocada por músicos escondidos entre la vegetación exhuberante de sus jardines.
Aficionado a la música, al teatro, a la poesía y a la literatura, se rodeó de los principales escritores de Roma, como Horacio, Virgilio y Propercio, pues era consciente de que un simple poeta como Catulo había perjudicado seriamente la imagen de Julio César con acusaciones maliciosas. Convenció a los de su círculo literario para que cantaran las alabanzas del fundador del imperio y el ejemplo más claro está en "La Eneida" (Virgilio).
"Vivir sin amigos no es vivir" (Cicerón). Esta frase es un claro ejemplo de lo que ocurrió entre estos tres grandes hombres de la época más apasionante de la Historia.
Augusto, Agripa y Mecenas aúnaron esfuerzos, a pesar de sus enormes diferencias, y se apoyaron mutuamente en todas las decisiones (bélicas, políticas y artísticas). Formaban una agrupación perfecta para gobernar que hizo que Roma llegara a ser la primera potencia mundial de su tiempo.
El Renacimiento fue el momento de esplendor de los nobles que realzaron la Historia del Arte y la Arquitectura. El mecenazgo fue llevado a cabo con gran generosidad lo que dio un impulso inconmensurable a la cultura.
En la actualidad, el término Mecenas se utiliza para designar a una persona que patrocina las artes y las letras. Este humanista dejó su nombre como marca registrada para todos aquellos que juegan con el favor del arte, acortando la distancia entre el sueño y lo posible, en proyectos públicos y privados.
"Insomne en la vigilancia y en la emergencias del Estado, clarividente en sus reacciones, pero en los momentos de ocio más suntuoso y afeminado que cualquier mujer" (Horacio).
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