La vida es como un arca inmensa llena de posibilidades. Es más bien como un enorme río lleno de posibilidades.
No es aventurado esperarlo todo. No le cuesta más trabajo a esa corriente formidable, en que están las causas y los efectos, llenar una ánfora grande que una ánfora pequeña.
La aventura más extraordinaria puede, lo mismo que la más insignificante, venir en esas crestas olas que brotan de la fuente misteriosa del Ser y a ella vuelve fecundando el infinito universo.
Revela, por tanto, gran desconocimiento de la magnitud de la vida y gran mezquindad de espíritu la desconfianza de que llegue una cosa simplemente porque es muy bella.
La cantidad de cosas bellas que diariamente se otorgan al mundo, y en las cuales el mundo suele no fijar la atención, distraído y atormentado por ansiedades vanas y egoísmos tristes, es incontable, es formidable, es pasmosa.
"Las cosas - dice un pensador - nos parecen imposibles hasta el día en que se realizan".
No creas pues jamás que la existencia de un bien es condición negativa para su advenimiento.
Abre con tu confianza todas las capacidades de tu espíritu, ante la posibilidad de recibirlo. No sea que, cerradas por las llaves de tu escepticismo tus puertas interiores, cuando llegue la felicidad suma que te tocaba en suerte, no pueda entrar... y se aleje para siempre.
"Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor, pues el amor lleva en sí plenitud". De esta reflexión del poeta mejicano Amado Nervo nació su libro "Plenitud", del que yo he sacado el fragmento de Las Posibilidades. Es un libro magnífico que se halla entre la poesía más refinada y la llamada literatura de autosuperación. Un libro de sabiduría que conduce a la reflexión serena mientras siembra en el alma semillas de auténtico conocimiento e invita a disfrutar de la vida.
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