sábado, 2 de diciembre de 2017

MARY BARTON

Es una buena historia, bien contada y que te hace pensar. Los personajes se mueven dentro de la magnífica ambientación de la novela y me produce mucha ternura Alice, pues jamás se rinde en su entrega a los demás, recibiendo a cambio el cariño que tanto merece. El ritmo es muy bueno y consigue que el lector llegue hasta el final con verdadero interés.
La autora no utiliza artificios innecesarios para aumentar el drama (aunque la obra sí es dramática) y nos transmite una sensación de tristeza. Somete a sus personajes a muchas pruebas y hace que les cueste mucho subsanar sus errores. Sin embargo, les da todas las oportunidades que necesitan y se trasluce que - a pesar de las circunstancias adversas - se puede encontrar la felicidad.

Su protagonista, Mary Barton, vive en un Manchester industrializado y convulso. Tiene su propio dilema personal y sentimental entre dos pretendientes muy distintos entre sí. El devenir de Mary, sirve de excusa a la autora para mostrarnos las dificultades, los cambios, las injusticias de la época; el hambre y las pésimas condiciones de vida de las clases menos privilegiadas, la enfermedad... pero lo hace con una gran sensibilidad y comprensión con el sufrimiento que la rodeaba y una enorme capacidad para expresarlo. Describe la situación dolorosa con tal honestidad que logra que el lector la viva.

Elisabeth Gaskell era una escritora inglesa que nació en Chelsea (Londres) en 1810 y se fue a vivir a Manchester cuando se casó con un clérigo. "Mary Barton" fue su primera novela y fue publicada en 1848 de forma anónima. Muy amiga de Dickens, colaboró en su revista "Household Words" (palabras del hogar) en la que sus novelas Cranford y Norte y Sur fueron apareciendo por capítulos. En 1857, escribió la biografía de su gran amiga Charlotte Brontë y su obra póstuma fue "Wives and daughters" (esposas e hijas).

Su marido tenía grandes inquietudes culturales y su hogar era frecuentado por intelectuales de todos los campos, entre ellos escritores y reformadores sociales, como Dickens, Carlyle, Ruskin o Eliot.
Una vez más la vida hace que la vocación de una persona surja en el momento más inesperado. Al principio de su matrimonio, se dedicaba a sus niños y a su hogar, pero el fallecimiento de uno de sus hijos hizo que se refugiara en la literatura para intentar superar tanto dolor. No es extraño por tanto que supiera empatizar con lo que le rodeaba y desarrollara su compasión (sentir con), el más alto grado del amor.

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