domingo, 17 de junio de 2018

ESCRIBIR A MANO

Después de la piedra y la arcilla, apareció la tríada de las "p": papiro, pergamino y papel. El papiro era una planta que crecía a orillas del Nilo, pero su elaboración era muy laboriosa. El pergamino se sacaba de la piel de un animal (ternera, cabra, oveja...) y su nombre venía de Pérgamo (ciudad de Asia Menor); fue soporte de la escritura desde el siglo III hasta que los árabes introdujeron el papel en el siglo VIII. El papel lo descubrió Tsi Lun (siglo V dC) que era oficial de un emperador chino y tardó en llegar a Occidente a través de los árabes, que lo copiaron a partir del 751 dC al descubrirlo entre algunos artesanos prisioneros de guerra tras una victoria sobre los chinos de Samarkanda. La utilización masiva del papel fue uno de los mayores avances en la historia de la cultura, ligado después a la imprenta y muy relacionado con ella.

Tras la revolución tecnológica estamos en un período de transición en el que "parece" que la palabra escrita ya no es fundamental. Aunque desapareciera el libro de papel (algo que me parece imposible) seguríamos escribiendo en roca, papel o pantalla de ordenador, ya que el lenguaje pertenece al ser humano y es tan inseparable de él como su propia piel: necesita grabar, esculpir, dibujar... no importa donde, todo sirve.
Sólo el hombre puede captar el pensamiento (individual o colectivo) mediante símbolos. La escritura potencia las habilidades de la comunicación: nos integramos en un entorno social y cultural alfabetizado.

Para un chino o un japonés la escritura es un exclusivo signo de identidad y la grafía es un regalo. En la fiesta del Tabanata, para ofrecérselas a los dioses, se cuelgan notas escritas en papel blanco en los árboles y el viento las mece como si fueran hojas nevadas o almendros en flor.

Para escribir basta papel y pluma y se puede hacer en cualquier parte. La pulcritud del papel blanco nos invita a cumplir con la principal misión de escribir que es "la claridad" (iluminar un trocito de realidad). Escribir es abrir un claro en el bosque de experiencias confusas, poner las cosas en limpio. Escribimos para darnos cuenta de lo que pensamos o sentimos, para tender puentes entre el pasado y el futuro, para dejar nuestra huella, para crear, para hacer que algo bello, que no existía, exista.

Utilizar la mano para escribir es un verdadero lujo, pues todo lo que poseemos es gracias a ella. La mano es un ser vivo y, como cada parte del cosmos está en correspondencia con una parte de nuestro cuerpo, la mano está unida a todo el universo, es un canal de vida y de creatividad. Personalmente no podría escribir algo realmente importante para mí si, antes de pasarlo al ordenador, no lo hubiera escrito con mi propia mano. Creo que es algo que no debemos dejar de hacer en nuestra vida diaria y que sería bueno transmitir a los niños, pues de lo contrario les estaríamos privando de la mejor manera de expresar sus pensamientos y sentimientos más íntimos.


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