sábado, 24 de noviembre de 2018

EL ALMA DE LA ROSA

"El alma de la rosa" es un cuadro del prerrafaelita John William Waterhouse, pintado en 1908. Su estilo simbolista, suave y misterioso me ha parecido el más idóneo para ilustrar un escrito de María Zambrano titulado La Rosa del Tiempo, que dice así:

"El tiempo se abre en rosa. Todo lo que se abre dando a ver en unidad lo que ha aparecido como fragmentario y hasta inconexo y encontrado lo salva en rosa; en forma de rosa que admite innumerables pétalos, a partir de los cuatro iniciales, frágiles, a los que la mirada fija se diría que hace ya desprenderse en la flor entre todas hecha para ser mirada, para la mirada, mínima extensión y recinto que no apresa, pues cuando se logra ofrece la identidad del fondo y de lo visible. Forma pura de interioridad sin amenaza. Lo perdido viene a rescatarse en ella y lo condenado a quedarse oculto. Los tiempos ya pasados se ordenan por sí mismos en signo de cumplimiento sin obsesión. Lo que así aparece ya nos mira como hace cuando aparece fragmentariamente. En todo fragmento hay amenaza o llamada de auxilio, como algo que se ahoga y pide ser salvado. Y sólo un fragmento no puede serlo si esa llamada no tiene la virtud de atraer, sin anular, sin quedarse en fragmento apegado, como puesto, no como nacido recién despertado y dispuesto a estar despertándose siempre, aquella paloma que se volvía siempre porque aún no había llegado el fin del diluvio universal. El anuncio incompleto, la incompleta profecía".

En la tradición de Unamuno y Ortega, Zambrano nos muestra con belleza y contundencia que el verdadero camino del pensamiento es recuperar la vida. María vincula unidad y dispersión, ser y apariencia, ley y frenesí, tiempo y eternidad, filosofía y poesía... Ella no ha vendido su alma a la Idea, sino que ha salvaguardado su esencia única. Sólo es verdadero a sus ojos la palabra liberada del lenguaje. La vida no puede ser avasallada por la filosofía ya que pensar es operar, hacer es vivir.

Pero la vida no se basta a sí misma. Las palabras son también necesarias. Vitales. Se necesita la palabra que aclare la vida, la potencie, la eleve y que declare a la vez su fracaso, porque se trata de una cosa humana y lo humano de por sí es al mismo tiempo gloria y fracaso.

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