domingo, 30 de junio de 2019

EMILIA Y EL ATENEO

El miércoles 27 de enero de 1897, el periódico El Liberal hablaba de los cursos superiores que eran explicados por eminencias de la ciencia, la política y la literatura en el Ateneo de Madrid. Las nuevas conferencias habían despertado un entusiasmo general, sincero y legítimo, motivo por el cual acudía a él gente de calidad: la aristocracia social había respondido al llamamiento de la aristocracia de los intelectuales. Por las tardes, a la hora de comenzar la conferencia de turno, se formaba una larga fila de coches que se iban deteniendo en la calle del Prado para dejar en la puerta del Ateneo a damas encopetadas del más alto linaje (generalmente abonadas al Real).

Dentro de uno de los llamados "lunes clásicos del Ateneo", Emilia Pardo Bazán, vestida sencillamente de negro, impartió su segunda lección del curso sobre los orígenes de la influencia en la literatura francesa de la literatura del norte. Políticos, literatos, marquesas, condesas, señoras y señoritas bellísimas así como el núcleo de mujeres estudiosas de Madrid, aplaudían efusivamente a la brillante conferenciante...

 El Ateneo de Madrid es la Institución Cultural Ciudadana más antigua de la capital. Se fundó en 1820 bajo el lema "sin ilustración pública no hay verdadera libertad". Sus fundadores propusieron como definición la formación de una sociedad patriótica y literaria para la comunicación de las ideas, el cultivo de las artes y las letras y el estudio de las ciencias exactas, morales, políticas... y contrbuir, en cuanto estuviese a su alcance, a propagar las luces entre sus conciudadanos.

Emilia, el 2 de febrero de 1905, ingresó como la primera mujer socia con el número 7.925. "Soy la primera mujer que pisa oficialmente el Ateneo y esto es para mí una de las mayores satisfacciones que he recibido", comentaba unos días despues. En seguida lo solicitaron también Blanca de los Ríos y Carmen de Burgos, destacadas feministas que fueron admitidas el 10 de marzo.

El primer día que se sentó en la tribuna había mucha expectación. Toda la prensa de la época se hizo eco de ello. Habló sobre "La revolución literaria en Rusia", presentando un estudio muy trabajado y demostró ser una gran oradora cultivada y con mucho ingenio. En 1906, se la nombró Presidenta de la Sección de Literatura y se la hicieron fotos ante una máquina de escribir, invento muy avanzado que era todo un símbolo de modernidad.

Éste es el único cuadro de  una mujer que hay, en la actualidad, en el Ateneo. Visionaria de un tiempo que estaba por venir y escritoria autoconsciente de su papel como mujer, su mutación interna fue producto del esfuerzo incesante para tratar de dar respuesta a las preguntas que le surgían. En su obra nos ha dejado una prueba palpable y valiosa de ese cambio y la seguridad de que la mujer debe desarrollarse por completo como persona, debe cumplir su destino sin titubear.

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