viernes, 22 de noviembre de 2019

EL ALTO IDEAL DE SOFONISBA

Enviamos invitaciones, que yo misma redacté, a las veinte damas más distinguidas, en las que se podía leer: "Merienda amenizada con música y una charla de temas femeninos". Todas nos confirmaron su asistencia y fue muy gratificante para nosotras comprobar como la preciosa sala del palacio, el café, lo dulces y un concierto de clave (instrumento que sustituía a la espineta) del compositor de moda Claudio Monteverdi, lograron crear el mejor ambiente para que se pudiera llevar a cabo la mencionada charla.

Me permití iniciarla narrando cómo a los 16 años fui invitada en Cremona por la poetisa Paternia Gallerati a mi primera "reunión de damas" en la que la anfitriona nos daba a conocer un libro cuyo título era La Ciudad de las Damas, escrito en 1405 por Christine de Pisan. Era importante que mi exposición fuera clara, concisa y amena pues me disponía a decir en público cuál era el alto ideal hacia el que me dirigía y había consagrado mi vida.

Empecé aclarando que la autora se enfrentaba al sistema misógino que imperaba en la sociedad del silgo XV y se pronunciaba abiertamente a favor de los derechos de las mujeres. En su libro contaba, con gran belleza de estilo, como estando en su estudio la visitaron tres damas que le exhortaban a rebatir las acusaciones de corte patriarcal que se hacían a la mujer. Desde el punto de vista laico, sus nombres eran: Razón, Rectitud y Justicia y desde el teológico: Fe, Esperanza y Caridad.

La Ciudad debería reunir a las mujeres más virtuosas de todos los tiempos para defenderse de las agresiones masculinas. Para ello, primero había que limpiar el terreno de ataques misóginos y después se tenían que erigir los edificios y la fortaleza en el terreno más propicio (el campo de las letras). Los cimientos debían ser sólidos y resistentes (los mejores ejemplos), unidos con la argamasa (tinta) y trabajados con la razón (la inteligencia). La tarea competiría a todas las mujeres, ya que se trataba de un trabajo colectivo nacido de un compromiso. La razón guiaría la construcción y tendrían derecho a recibir la misma educación, que es la única que facilita vivir en igualdad (tanto de sexos como de clases).

Cuando abrí el debate, el silencio fue sepulcral y fue mi suegra la que empezó preguntándome cómo había llegado a tener las ideas tan claras... A raíz de eso, las demás se animaron y hubo varias que, tímidamente todavía, se atrevieron a exponer sus propios puntos de vista...

 En 1582, Sofonisba Anguissola iba a cumplir 50 años, estaba casada con Orazio y compartían sus vidas sin cadenas ni ataduras; ella se sentía pletórica, satisfecha, repleta de experiencia y sabiduría que quería regalar y compartir. Bianca, su suegra, que llegó a conocerla muy bien, le propuso organizar un fiesta y ella accedió gustosa...

Fue a partir de aquel momento cuando empezó a firmar sus cuadros como Sofonisba Lomellina Anguissola.

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