sábado, 11 de noviembre de 2023

AMANECER

 

El comienzo del día es lo esencial, pues es cuando las nuevas fuerzas se desencadenan y se orientan. Sabemos que para actuar correctamente debemos empezar buscando la luz. Por la noche, no nos lanzamos en la oscuridad para coger algún objeto o cuando empezamos algún trabajo lo hacemos a oscuras, sino que antes encendemos una lámpara para poder ver y luego actuamos.

Es lógico, por tanto, que para cualquier circunstancia de la vida, necesitemos encender la luz primero, es decir, centrarnos, recogernos para saber cómo actuar. Porque, sin esa luz, iremos de un lado a otro, llamaremos a muchas puertas y no haremos nada bueno.

Nuestra jornada se encaminará en la dirección que, cuando amanece, le demos a nuestros pensamientos. Si permanecemos en una actitud alerta y vigilante, despejaremos el camino; si no lo hacemos así, lo llenaremos de todo tipo de cosas inútiles o incluso nocivas. Si queremos que nuestro día sea fructífero, debemos albergar un pensamiento fundamental alrededor del cual gravitarán todos los demás a lo largo de la jornada.

Fijada una meta precisa, una orientación concreta, un ideal para alcanzar, todas nuestras actividades se ordenarán poco a poco, se organizarán y contribuirán a la realización de ese ideal. Incluso cuando pensamientos extraños o negativos intenten penetrar en nosotros, serán desviados y obligados a ir en la dirección que nosotros mismos hayamos decidido tomar. 

Sabemos que para obtener resultados debemos mantenernos en lo que hemos emprendido y ponerlo todo a su servicio: lo bueno, lo malo, las alegrías, las penas, las esperanzas, el desánimo; esa es la verdadera construcción, ya que cada día nos aporta nuevos elementos.

Así pues, gracias al pensamiento fundamental que, ya desde muy pronto, hayamos introducido en nuestra mente y en nuestro corazón, podremos inscribir esa jornada en el gran libro de la vida.

Y puesto que todo se inscribe, una vez hayamos vivido una espléndida jornada, ésta no sólo quedará registrada y no morirá, sino que intentará arrastrar a todas las demás jornadas tras de sí para que se le parezcan. 

Un sólo día bien vivido desde el amanecer influirá en los demás y tratará de convencerles para que sean como él, equilibrados, ordenados, armoniosos. Conseguiremos así realizar el mejor arte de todos: "el arte de vivir".

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