jueves, 9 de noviembre de 2023

VIVIR CON VALORES

 

No corras, ve despacio, que adonde tienes que llegar es a tí mismo (J.R. Jiménez). Nos realizamos como seres humanos a través de dos dimensiones: la personal y la comunitaria. Nacemos un una familia determinada, en un país, en una época y en una historia que, plagada de aciertos y errores, lleva miles de años de andadura, pero sólo nos convertiremos en quienes estamos destinados a ser si somos valientes para vivir desarrollando nuestra vocación dando lo mejor de nosotros mismos en función de nuestras potencialidades.

El fundamento ético que damos a nuestras vidas es lo que nos caracteriza como personas. Podemos distinguir lo mejor de lo peor y gozamos de libertad para elegir y actuar en consecuencia. Si la elección es buena, no sólo nos beneficiaremos nosotros, sino la sociedad entera. Debemos construir un fuerte armazón moral personal y colectivo con valores.

¿Qué son los valores? Actitudes éticas que previamente se han comprendido, asumido y puesto en práctica. Una vez interiorizados y convertidos en hábito llegan a ser virtudes. Los valores son el fundamento de nuestra conducta y de nuestra vida, pues imprimen coherencia en nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos. En la medida en que vivimos con valores , y hacemos de ello nuestra norma de vida, nos humanizamos.

Vivir con valores nos llena, nos amuebla, nos confiere dignidad, el atributo intrínseco y más precioso de nuestra existencia; por el contrario, si preferimos los contravalores perdemos dignidad. Personas valiosas, que viven con principios éticos impregnándoselos al conjunto, integran una sociedad civil sana y fuerte.

Vivir éticamente es lo que da sentido a nuestra vida, es nuestra auténtica riqueza y lo que rearma la sociedad, pues el ejemplo es un poderoso maestro y de una forma de actuar correcta pueden desprenderse lecciones muy importantes para quienes nos rodean.

Nuestra dimensión comunitaria nos lleva a vivir y compartir valores con los demás. Crecemos comunitariamente, nos educamos y nos liberamos en comunidad. En algunos aspectos nos sentimos fuertes, pero en otros flaqueamos y necesitamos a los demás, no podemos desarrollarnos en soledad.

Modelados por la misma arcilla, nos sentimos vocacionalmente orientados hacia lo bueno, pero estamos sometidos a un sinfín de debilidades, por eso es preciso prestarnos ayuda mutua para poder continuar en la larga marcha de la vida. Nos guste o no, el destino de la comunidad es colectivo y o naufragamos todos o salimos adelante.

Los valores, tanto personales como sociales, orientan y sustentan el camino a seguir, son faros que nos iluminan a la hora de avanzar en la dirección correcta y nos dan fuerza para continuar hacia un ideal que nos impide detenernos ante los retos y las dificultades.


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