domingo, 11 de febrero de 2024

LA IMAGINACIÓN

 

Esta niña, mirando a través de la ventana el exterior de su ámbito doméstico, representa muy bien que la vida humana es proyectiva, imaginada, argumental; que no está hecha, sino que hay que hacerla y hacia adelante, pues su temporalidad le marca esa dirección y ese avance. La vida no es sólo presente, es futuriza: ni es un hecho ni se reduce a hechos. Vivir es previvir. Vivir es imaginar. Tenemos que inventar nuestra vida haciendo así al pasado y al presente protagonistas de nuestra imaginación y a la libertad el espacio en el que se realiza nuestro proyecto.

El instante es el escenario en el que se desarrolla la imaginación, "insta y pasa", pues el entorno es temporal, no es un punto concreto. En cada hacer de la persona funcionan el pasado y el futuro como un por qué y para qué, así los instantes imaginativos actúan como eslabones entrelazados configurando la cadena que es la vida.

El conjunto de hilos que se entretejen en la trama de la vida vienen de lejos y se prolongan en el futuro dando continuidad a la historia. La imaginación no es el final del trayecto, sino que nos transporta a otro mundo, nos descubre un nuevo horizonte con entidad propia que no se contrapone a la realidad: el horizonte de la ficción (literatura, arte, cine, teatro...). Porque cuando la imaginación actúa, se desdobla en dos: una que obra sobre la realidad y otra sobre la ficción, se desborda de lo real y va más allá de lo que es, pues la vida puede ir más allá de sí misma.

Realidad e irrealidad se imbrican como expresión constante del proyecto personal. La imaginación enriquece la realidad y libera al pensamiento de la aparente inflexibilidad de lo real; construye el mundo por su poder positivo de producción de formas, algo que necesita ir más allá de un pensamiento pasivo.

Imbricar el mundo real con la imaginación hace que todo lo que la persona encuentre sea real, pues hay diversos modos de realidad que se entrelazan y mezclan compleja y misteriosamente, siendo la persona protagonista de una labor inquietante, ya que para tratar con la realidad no queda más remedio que imaginarla...

El ser humano, no sólo es capaz de imaginar lo que no existe sino que además necesita hacerlo. Gracias a la imaginación puede buscar, encontrar y relacionarse con la verdad. Necesita proyectar imaginariamente su futuro para dar sentido a su vida, acertar en sus decisiones y prever las consecuencias de sus actos. 

Conocer la realidad, proyectar el futuro, inventar poéticamente realidades inexistentes... son actividades propias del teórico, el ético y el artista y, tanto en el ámbito académico como en el profesional, estas tres capacidades deben trabajar juntas, pues se potencian mutuamente. Si la imaginación juega un papel decisivo en estos tres ámbitos... ¿no se tratará de una facultad imprescindible para superar la fragmentación de saberes que existe en la actualidad?

Todo el mundo imagina, desea, sueña... Cuando esta facultad se desencadena, toda una serie de imágenes se entrelazan una a la otra por asociación. La imaginación es una especie de pantalla situada al límite de los dos mundos (visible e invisible) donde pueden venir a reflejarse objetos y entidades que escapan habitualmente a la conciencia. Si trabajamos nuestra imaginación y la sabemos orientar bien, ésta recibirá y registrará muchas de las cosas que después seremos capaces de expresar. Lo imaginado no era una invención nuestra, sino que hemos podido captar realidades que todavía no estaban en el plano físico.

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