En mi afán de tener el mayor conocimiento sobre todo lo que rodea al universo de Jane Austen, he descubierto un libro que me parece absolutamente maravilloso y que está ilustrado por una artista contemporánea de la que ya he hablado en otras ocasiones: Sara Morante.
Esta joven cántabra, que vivió en Irlanda y ahora reside en el tranquilo pueblecito francés de Hendaya, lleva una vida pausada y armoniosa que le permite dedicarse a lo que más le gusta: "la ilustración literaria". Lo hace muy bien, tiene una sensibilidad exquisita y capta a la perfección lo que la obra le sugiere cuando la va conociendo.
Removió el sector editorial en el año 2011 y dio un giro novedoso y de calidad a un arte que me parece que no se valora en toda su extensión. Siempre se ha mimado mucho a los ilustradores de cuentos, pero no tanto a los de otro tipo de trabajos literarios. Las nuevas editoriales los cuidan mucho, les dan amplios márgenes de libertad creativa y apoyo en cuanto a su expansión.
Sara no conocía muy bien el mundo de Jane, pero se fue introduciendo con curiosidad y placer y se acabó rindiendo a su encanto. Le habían ofrecido ilustrar "Los Watson", una obra corta e incompleta que su sobrina publicó como "The young sister" a mediados del siglo XIX. Le gustaba mucho descubrir como la autora logra mostrar a sus personajes de manera sutil, dejando caer los rasgos más importantes y haciendo que ideemos qué relación tendrán con la protagonista todos y cada uno de ellos.
Emma, la protagonista, es la hija que ha vuelto a casa de los Watson, la de su familia, después de haber vivido bajo la tutela de una tía riquísima y sus modales no se parecen mucho a los de sus hermanos.
Su tía se ha casado y ella no puede heredar, por lo que tiene que volver al hogar paterno. Se siente un poco distanciada de todos, excepto de Elisabeth, que es quien la recibe y la pone al día de todo lo que ocurre dentro y fuera de casa.
Este personaje tiene rasgos en común con otras de sus protagonistas, como claridad de ideas (al saber lo que quiere y lo que no) y una especie de contención para contentar al mundo...
Al no estar acabada, la novela nos deja con la miel en los labios de la que podría haber sido una gran obra con interesantes personajes, sutil e irónica crítica social y un estilo muy cuidado.
Pero la había comenzado un año antes del fallecimiento de su padre (1805) y luego no la terminó. Sin embargo, había contado a su hermana Cassandra la continuación y el final, lo que supuso una ayuda inestimable para que su sobrina la pudiera publicar. Al final del libro se cuenta un resumen de lo que hubiera sido la novela completa.
Es un placer para mí compartir con mis lectores los descubrimientos que voy haciendo y dar pistas a los amantes del libro de papel para que no abandonen su pasión por el "rastreo" que a todo buen lector le atrae a la hora de buscar "joyitas" para la biblioteca personal.
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sábado, 23 de mayo de 2015
sábado, 15 de noviembre de 2014
TRISSIE
Esta encantadora viejecita inglesa falleció a los 102 años después de haber llevado a cabo una vida razonablemente satisfactoria y entrañablemente feliz.
Nació al sur de Londres y estudió en "La Escuela del Rey Eduardo". Aunque contrajo matrimonio en 1919, profesionalmente mantuvo su nombre de soltera Susan Beatrice Pearse.
Entre 1920 y 1950 el editor George G. Harrap publicó una serie de libros para niños que se llamaba "Ameliaranne", cuya principal característica (poco común) era que trabajaban para ella ocho autores diferentes, todas mujeres, pero con una única ilustradora, su querida Trissie, como llamaban cariñosamente a Susan Beatrice.
Ameliaranne Stiggins, la protagonista de la serie, era la hija mayor de una pobre lavandera que tenía otros cinco hijos y cuyo marido no aparecía en escena... Se trataba de simples cuentos en los que la jovencita tenía que hacer frente constantemente a situaciones nuevas o difíciles de las que siempre salía airosa gracias a su imaginación e ingenio.
Lo que realmente dio fuerza y atractivo a los libros fueron sus ilustraciones, llenas de sensibilidad y ternura hacia el mundo de la infancia, que ella adoraba.
Para poder trabajar a gusto, se fue a vivir a un pueblecito llamado Bewbury (Berkshire), a unos 50 kms al oeste de Londres.
Este precioso lugar se hizo famoso entre los escritores y artistas y en él también se afincaron John Revel, Kenneth Grahame o Marguerite Steen...
Y fue en la sencilla y acogedora casa de sus sueños donde ella llevó a cabo su vocación de ilustradora de forma tranquila y libre, a salvo de modas y ataduras que la época imponía. En su universo pictórico abundan las muñecas a las que que es capaz de dotar de tal expresividad y dinamismo que parecen seres con vida real.
Su longevidad no fue por azar, era una persona que tenía una rigurosa disciplina y todos los días paseaba por la campiña sin importale las inclemencias del tiempo. La voluntad férrea y el sentido del humor, eran, junto a una buena taza de té frente a la chimenea, sus mejores armas para vivir con calidad.
No puede ser más gráfico el dibujo de la niña bajo el paraguas verde que, según mi opinión, enseña a sus hermanos que se puede cantar a pesar de la lluvia... (como diríamos en España: "a mal tiempo, buena cara").
Nació al sur de Londres y estudió en "La Escuela del Rey Eduardo". Aunque contrajo matrimonio en 1919, profesionalmente mantuvo su nombre de soltera Susan Beatrice Pearse.
Entre 1920 y 1950 el editor George G. Harrap publicó una serie de libros para niños que se llamaba "Ameliaranne", cuya principal característica (poco común) era que trabajaban para ella ocho autores diferentes, todas mujeres, pero con una única ilustradora, su querida Trissie, como llamaban cariñosamente a Susan Beatrice.
Ameliaranne Stiggins, la protagonista de la serie, era la hija mayor de una pobre lavandera que tenía otros cinco hijos y cuyo marido no aparecía en escena... Se trataba de simples cuentos en los que la jovencita tenía que hacer frente constantemente a situaciones nuevas o difíciles de las que siempre salía airosa gracias a su imaginación e ingenio.
Lo que realmente dio fuerza y atractivo a los libros fueron sus ilustraciones, llenas de sensibilidad y ternura hacia el mundo de la infancia, que ella adoraba.
Para poder trabajar a gusto, se fue a vivir a un pueblecito llamado Bewbury (Berkshire), a unos 50 kms al oeste de Londres.
Este precioso lugar se hizo famoso entre los escritores y artistas y en él también se afincaron John Revel, Kenneth Grahame o Marguerite Steen...
Y fue en la sencilla y acogedora casa de sus sueños donde ella llevó a cabo su vocación de ilustradora de forma tranquila y libre, a salvo de modas y ataduras que la época imponía. En su universo pictórico abundan las muñecas a las que que es capaz de dotar de tal expresividad y dinamismo que parecen seres con vida real.
Su longevidad no fue por azar, era una persona que tenía una rigurosa disciplina y todos los días paseaba por la campiña sin importale las inclemencias del tiempo. La voluntad férrea y el sentido del humor, eran, junto a una buena taza de té frente a la chimenea, sus mejores armas para vivir con calidad.
No puede ser más gráfico el dibujo de la niña bajo el paraguas verde que, según mi opinión, enseña a sus hermanos que se puede cantar a pesar de la lluvia... (como diríamos en España: "a mal tiempo, buena cara").
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miércoles, 8 de octubre de 2014
XINGÚ
Xingú es el título de un relato corto, bellísimo, de gran calidad, que editado por "Contraseña Editorial" ganó en 2010 el premio a la mejor obra editada.
La elegante narración de Edith Wharton pone en tela de juicio las vanidades de nuestra cultura y está editada de forma tan preciosista que será pieza de coleción en pocos años, con toda seguridad...
Como Henry James, la autora hace esa mezcla (que tanto me gusta) entre lo norteamericano y lo europeo, con la que pretenden aportar claridad buscando la manera más sencilla de contar las cosas o de describir a las personas.
Su ilustradora, Sara Morante, nos hace ver el ambiente del libro con tal precisión que su aportación resulta casi imprescindible para hacernos una idea del ambiente que tanto cuidaba la escritora, amante de la moda, la decoración y de los más mínimos detalles.
Aunque la obra fue escrita en 1916, encuentro que está de rigurosa actualidad. Ha pasado casi un siglo y conserva toda su frescura. Sus tres capítulos (presentación de personajes, clímax y conclusión) nos muestran una historia tejida con diálogos perfectos e hilarantes, que no dejan títere con cabeza y echan por tierra la falsa "culturalidad" de nuestra sociedad. Es un claro alegato, en tono de humor, contra los farsantes de las bellas artes. En mi opinión sería perfecta para hacer una representación teatral de tres actos (creo que funcionaría muy bien).
Os pongo el comienzo para que os hagáis una idea del estilo y el tono del relato: "La Señora Ballinger pertenece a esa categoría de damas que persigue la cultura en cuadrillas, como si fuera peligroso encontrársela a solas".
En una lujosa casa de la ciudad de Hillbridge se reúne un grupo de señoras de la alta sociedad para comentar obras de literatura y hablar de eventos culturales. Un día, reciben a la famosa escritora Osric Dane, autora de "Las Alas de la Muerte" y la nueva socia, la Señora Roby, que no lo ha leído (ni lo piensa leer) es la piedra de toque que dislocará el perfecto engranaje en el que se ha movido este grupo de féminas dedicadas a la lectura y a la intelectualidad.
La lectura del libro es una delicia, con el valor añadido de poner de manifiesto (con ternura y humor) lo ridículo y cursi que resulta lo que no es auténtico, lo falso, "las apariencias"...
Sigo insistiendo en la importancia del libro de papel "cuidado" hasta el extremo como objeto de colección y placer. Hay que buscar la forma de aportar todas las técnicas que tenemos a nuestro alcance para que logremos obras con la personalidad del siglo XXI, pues los que vengan detrás de nosotros nos lo agradecerán.
La elegante narración de Edith Wharton pone en tela de juicio las vanidades de nuestra cultura y está editada de forma tan preciosista que será pieza de coleción en pocos años, con toda seguridad...
Como Henry James, la autora hace esa mezcla (que tanto me gusta) entre lo norteamericano y lo europeo, con la que pretenden aportar claridad buscando la manera más sencilla de contar las cosas o de describir a las personas.
Su ilustradora, Sara Morante, nos hace ver el ambiente del libro con tal precisión que su aportación resulta casi imprescindible para hacernos una idea del ambiente que tanto cuidaba la escritora, amante de la moda, la decoración y de los más mínimos detalles.
Aunque la obra fue escrita en 1916, encuentro que está de rigurosa actualidad. Ha pasado casi un siglo y conserva toda su frescura. Sus tres capítulos (presentación de personajes, clímax y conclusión) nos muestran una historia tejida con diálogos perfectos e hilarantes, que no dejan títere con cabeza y echan por tierra la falsa "culturalidad" de nuestra sociedad. Es un claro alegato, en tono de humor, contra los farsantes de las bellas artes. En mi opinión sería perfecta para hacer una representación teatral de tres actos (creo que funcionaría muy bien).
Os pongo el comienzo para que os hagáis una idea del estilo y el tono del relato: "La Señora Ballinger pertenece a esa categoría de damas que persigue la cultura en cuadrillas, como si fuera peligroso encontrársela a solas".
En una lujosa casa de la ciudad de Hillbridge se reúne un grupo de señoras de la alta sociedad para comentar obras de literatura y hablar de eventos culturales. Un día, reciben a la famosa escritora Osric Dane, autora de "Las Alas de la Muerte" y la nueva socia, la Señora Roby, que no lo ha leído (ni lo piensa leer) es la piedra de toque que dislocará el perfecto engranaje en el que se ha movido este grupo de féminas dedicadas a la lectura y a la intelectualidad.
La lectura del libro es una delicia, con el valor añadido de poner de manifiesto (con ternura y humor) lo ridículo y cursi que resulta lo que no es auténtico, lo falso, "las apariencias"...
Sigo insistiendo en la importancia del libro de papel "cuidado" hasta el extremo como objeto de colección y placer. Hay que buscar la forma de aportar todas las técnicas que tenemos a nuestro alcance para que logremos obras con la personalidad del siglo XXI, pues los que vengan detrás de nosotros nos lo agradecerán.
sábado, 28 de junio de 2014
KATE GREENAWAY
Me encanta esta ilustradora y escritora de libros infantiles que nació en Londres en 1846, en la época victoriana, y que fue una avanzada. Su padre, dibujante y grabador de madera, al ver las aptitudes de la niña para el dibujo (le encantaba dibujar muñecas y su vestuario), la estimuló e impulsó mandándola a a una escuela de arte en Kensington. Su madre tenía una tienda de ropa de niños, por lo que no es extraño que la autora escribiera literatura infantil.
Después de estudiar en la Royal School of Arts, publicó una serie de tarjetas navideñas que pronto se hicieron populares gracias a su estilo delicado y original. Su primer libro, Bajo la Ventana (1879) era una colección de versos infantiles y tuvo tal éxito que en poco tiempo se vendieron las veintemil copias y hubo que reimprimir una nueva edición.
Su influencia dentro del Movimiento Esteticista se debió a que su obra era personal y única, en la que mezclaba con rigor y sensibilidad el detalle prerrafaelista, la sencillez en el trazo y el colorido delicado, lo que ha hecho las delicias de generaciones enteras.
Aunque sus ilustraciones fueron hechas para libros, también se utilizaron para decorar papel de pared, porcelanas, azulejos, tarjetas, calendarios...En 1881 adaptó las rimas de la tradición oral Mother Goose y realizó dibujos para textos de otros autores como Edward Lear, Robert Louis Stevenson, Lewis Carroll.... Intervino en revistas infantiles: Saint Nicholas y Little Folks.
En la Slade School se garantizaba la igualdad de educación para ambos sexos por eso su padre no dudó en matricularla allí para que desarrollara todo su potencial lo que, junto a sus magníficos contactos, la prepararon para moverse en el mejor ambiente. En la empresa de Marcus Warl trabajó durante un tiempo y fue cogiendo oficio, pero al comprobar que se quedaban con sus "originales", la abandonó.
El Jardin de las Caléndulas, El Libro de los Juegos o El Libro de los Cumpleaños le dieron tal fama que no todos los ilustradores reaccionaron igual. Así como Randolph Caldecott la respetó, admiró, impulsó e incluso la pidió alguna colaboración, Walter Crane fue terriblemente crítico con ella y con su obra demostrando sin el menor pudor un total menosprecio... Era difícil, en aquél momento, asimilar a una mujer que se deshizo de los aparatosos corsés, cancanes y polisones tanto físicos como mentales...
Kate prefirió vestir a sus pesonajes a la manera de la Regencia, con vestidos de corte imperio y bonnets, por lo que no es de extrañar que esta magnífica ilustradora guste tanto a los seguidores de Jane Austen...
Después de estudiar en la Royal School of Arts, publicó una serie de tarjetas navideñas que pronto se hicieron populares gracias a su estilo delicado y original. Su primer libro, Bajo la Ventana (1879) era una colección de versos infantiles y tuvo tal éxito que en poco tiempo se vendieron las veintemil copias y hubo que reimprimir una nueva edición.
Su influencia dentro del Movimiento Esteticista se debió a que su obra era personal y única, en la que mezclaba con rigor y sensibilidad el detalle prerrafaelista, la sencillez en el trazo y el colorido delicado, lo que ha hecho las delicias de generaciones enteras.
Aunque sus ilustraciones fueron hechas para libros, también se utilizaron para decorar papel de pared, porcelanas, azulejos, tarjetas, calendarios...En 1881 adaptó las rimas de la tradición oral Mother Goose y realizó dibujos para textos de otros autores como Edward Lear, Robert Louis Stevenson, Lewis Carroll.... Intervino en revistas infantiles: Saint Nicholas y Little Folks.
En la Slade School se garantizaba la igualdad de educación para ambos sexos por eso su padre no dudó en matricularla allí para que desarrollara todo su potencial lo que, junto a sus magníficos contactos, la prepararon para moverse en el mejor ambiente. En la empresa de Marcus Warl trabajó durante un tiempo y fue cogiendo oficio, pero al comprobar que se quedaban con sus "originales", la abandonó.

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