Esta encantadora viejecita inglesa falleció a los 102 años después de haber llevado a cabo una vida razonablemente satisfactoria y entrañablemente feliz.
Nació al sur de Londres y estudió en "La Escuela del Rey Eduardo". Aunque contrajo matrimonio en 1919, profesionalmente mantuvo su nombre de soltera Susan Beatrice Pearse.
Entre 1920 y 1950 el editor George G. Harrap publicó una serie de libros para niños que se llamaba "Ameliaranne", cuya principal característica (poco común) era que trabajaban para ella ocho autores diferentes, todas mujeres, pero con una única ilustradora, su querida Trissie, como llamaban cariñosamente a Susan Beatrice.
Ameliaranne Stiggins, la protagonista de la serie, era la hija mayor de una pobre lavandera que tenía otros cinco hijos y cuyo marido no aparecía en escena... Se trataba de simples cuentos en los que la jovencita tenía que hacer frente constantemente a situaciones nuevas o difíciles de las que siempre salía airosa gracias a su imaginación e ingenio.
Lo que realmente dio fuerza y atractivo a los libros fueron sus ilustraciones, llenas de sensibilidad y ternura hacia el mundo de la infancia, que ella adoraba.
Para poder trabajar a gusto, se fue a vivir a un pueblecito llamado Bewbury (Berkshire), a unos 50 kms al oeste de Londres.
Este precioso lugar se hizo famoso entre los escritores y artistas y en él también se afincaron John Revel, Kenneth Grahame o Marguerite Steen...
Y fue en la sencilla y acogedora casa de sus sueños donde ella llevó a cabo su vocación de ilustradora de forma tranquila y libre, a salvo de modas y ataduras que la época imponía. En su universo pictórico abundan las muñecas a las que que es capaz de dotar de tal expresividad y dinamismo que parecen seres con vida real.
Su longevidad no fue por azar, era una persona que tenía una rigurosa disciplina y todos los días paseaba por la campiña sin importale las inclemencias del tiempo. La voluntad férrea y el sentido del humor, eran, junto a una buena taza de té frente a la chimenea, sus mejores armas para vivir con calidad.
No puede ser más gráfico el dibujo de la niña bajo el paraguas verde que, según mi opinión, enseña a sus hermanos que se puede cantar a pesar de la lluvia... (como diríamos en España: "a mal tiempo, buena cara").
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