domingo, 2 de agosto de 2015

UN LIBRITO

"El amante de las librerías" es el título de un libro pequeño escrito por Claude Roy, que afirma que "los libros son personas o no son nada". Se dice que la esencia se guarda en frascos pequeños y éste es el caso, pues en esta deliciosa obrita está recogida el alma del que, de verdad, ama a los libros.

Se lectura no dura más de 50 minutos, pero es un verdadero bombón, una delicatessen, un bocatto di cardinali libresco para a los que nos gusta leer en libro de papel. Su formato es muy manejable e ideal para llevarlo en el bolso.

Apenas había comenzado cuando ya me sentía en París. Me sumergí por completo en el trayecto que iba desde la casa de Roy hasta el mercado, repleto de librerías. Como vivía en el tercer piso, tenía que medir un poco el peso que traería a la vuelta y compraba libros de tamaño razonable, aunque a veces la tentación le vencía...

Después de abastecerse de yogures, fruta, café y pan rústico y con la bolsa tirando a repleta, hacía su última parada en una de sus librerías preferidas. Allí, Claude se sentaba, miraba las novedades y comentaba con sus amigos los libreros bajo las mezcladas fragancias del pan caliente y el característico olor a libros.
El protagonista no sólo veneraba las librerías (eran el lugar de descanso de toda la memoria del mundo) sino que las amaba. El no quería que los libros pasasen por sus manos de forma temporal, quería, necesitaba, poseerlos, llevarlos a casa, incorporarlos a su vida. En la librería Shakespeare and Company el dueño no aconsejaba sino que "obligaba", algo que no le agradaba demasiado a nuestro protagonista.

Pero eso no ocurría en la Maison des amis des livres (la casa de los amigos de los libros), regentada por la dulce y huraña Adrienne Monnier quien le procuró la felicidad de poder seguir sus consejos sin necesidad de obedecer ciegamente sus órdenes. Es más, ella primero prestaba los libros y los lectores sólo los compraban si les gustaban. Sabía muy bien que un lector apasionado necesita compartir su pasión y ningún lugar mejor que una librería, que ofrece la máxima obsequiosidad en un mínimo lugar.

Insisto, este librito es una joya y un regalo muy adecuado para que nos acompañe. Se lo podemos hacer a otros o a nosotros mismos, es tan bueno cuidar el alma...

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