lunes, 3 de agosto de 2015

BUENOS LIBREROS

Un sector tan conservador estaba obligado a cambiar y lo ha hecho. Ahora no hay que esperar la entrada del cliente en la librería sino que hay que seducirle y animarle. Internet ha cambiado el escenario del juego, pues teniendo la posibilidad de acceder a la red, el libro ya no es el canal prioritario de transmisión de conocimiento. Además, en lo hábitos culturales, el libro ya no goza del mismo prestigio que en el pasado ya que compite con una oferta de ocio más amplia y atractiva. La crisis económica (a partir del 2008) ha hecho descender su facturación, pues aunque vaya la misma gente, su poder adquisitivo es menor.

Si bien es verdad que se han cerrado muchas librerías, también es cierto que se han abierto más de las que se han cerrado, pero con un modelo de negocio y promoción muy diferente.

Aunar estrategia cultural y comercial es un avance. La capacidad de crear comunidad a través de actividades relacionadas todas con la lectura y el uso de las redes sociales con un perfíl en facebook y un blog muy activo, sirve de gran impulso para su conocimiento a nivel global y no sólo local.

Se ha comprobado que internet no es un enemigo sino un gran aliado donde cualquier acción física se potencia; ni siquiera el libro digital es competidor. El lector digital es lector en los dos sectores y los es tres veces más que el que sólo lee papel.

Lo primero no es moverse, sino reflexionar acerca de acciones de promoción para conservar a los fieles y atraer a nuevos lectores.

Hay que marcarse unos objetivos, segmentar el público, analizar los recursos de los que se dispone para poner en marcha cualquier actividad, decidir cuando se van a hacer, cómo se van a difundir y cuando se darán a conocer y, una vez realizadas, evaluar y saber si han cumplido sus cometidos.

El gran potencial de la librería es la prescripción y la experiencia de un "buen librero", que debe estar muy bien formado, tener un control sobre las ventas, disponer de los espacios de forma atractiva y accesible y jugar al POP (point of purchase) dejando comprar con libertad, pero observando al cliente (saber a dónde va, dónde se para, facilitar su investigación y descubrimiento, cambiar todo lo que no funcione).

Un librero profesional encuentra perlas en montañas de mediocridades y, sabiendo que la mayoría de las compras se hacen por impulso, debe saber provocar al comprador con un producto muy bien presentado y envuelto en una atención personal, impecable, cordial y eficaz. Tambien es bueno que organice talleres, clubs de lectura, presentaciones de libros, puntos de encuentro...

La cadena de valor del libro (saberlo escribir, hacer, repartir, vender) es virtuosa y perder esa cadena de valor es perder potencial y sentido. ¡No lo olvidemos!

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