domingo, 21 de julio de 2024

COLEGIO NORTEAMERICANO EN SAN SEBASTIÁN

 

Gracias a la libertad religiosa de la Constitución española de 1869, el matrimonio Gulick (misioneros protestantes) se estableció en Santander en 1872. Allí abrieron una escuela y un internado (1877) para chicas en su casa; la escuela la dejaron en manos de españoles y el internado lo trasladaron a San Sebastián en 1881, ciudad más cosmopolita y liberal en la que no tardaron en integrarse socialmente.

En la Avenida de la Libertad abrieron el internado, ocupando primero dos plantas y más adelante todo el edificio, gracias a los contactos y ayudas procedentes del Woman´s Board. En 1883 contaban con 18 alumnas internas y dos externas, pero con los años llegaron a superar las cuarenta internas y un gran número de becas. 

Mujer de su época, Alice compartía con sus contemporáneos la creencia en  la educación como instrumento de reforma y regeneración social. Su Colegio, no sólo se dedicaba a la preparación intelectual, sino también a la labor social, orientada a que la mujer de clase media pudiera ganarse la vida. Sus profesoras (de Holyoke, Wellesley, Smith...), pioneras en la educación superior femenina, garantizaban la calidad de la enseñanza. 

El papel del Colegio arraigó tanto en la sociedad donostiarra que la reina doña Cristina de Habsburgo se entrevistó varias veces con Mrs Gulick e incluso le invitó a tocar el piano durante algunas veladas en su palacio de Miramar. La red de contactos de los Gulick cada vez era más extensa e importante. 

Cuando en abril de 1898 se declaró la guerra con EEUU, el Colegio tuvo que cerrar sus puertas e irse a Biarritz de forma temporal. Habían pasado casi dos décadas y en aquel internado se habían formado centenares de chicas dentro de la insignia de la modernidad. Gracias a esa experiencia pedagógica única en la ciudad, algunas de sus alumnas formaron parte de las primeras universitarias españolas. 

El emblemático edificio (actualmente Avenida de la Libertad, 40) siempre nos recuerda que, con su ilusión infatigable, Mrs Gulick logró que muchos prestigiosos intelectuales norteamericanos, hombres y mujeres, se interesaran por su proyecto educativo en España y contribuyeran de forma generosa y continuada a darle esplendor. Su gran habilidad para comunicar conocimientos, su valioso don de inspirar entusiasmo y la plena confianza en obtener siempre los mejores resultados, sin importar el esfuerzo para ello, serían para siempre su mejor legado.

No es extraño que en 1998 el Ayuntamiento de San Sebastián rotulase un parque en el barrio de Intxaurrondo (nogal) en honor a Alice Gulick, una mujer que, no sólo cambió la situación de la educación femenina española, sino que forjó nuevos roles generadores de recursos como motor de cambio y llevó a cabo una gran labor de transformación en la mentalidad de la sociedad de aquel momento.

 
 



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