lunes, 22 de julio de 2024

ALICE GULICK

 

Desde 1890 hasta el día de su muerte, Alice Gulick se dedicó a recaudar fondos para cumplir su sueño: en 1902, adquierieron en Madrid el edificio de la calle Fortuny 53 o "casa madre" (actual Fundación Ortega-Marañón) y un año más tarde compraron el solar de Miguel Ángel 8 (actual Instituto Internacional), que terminaría de construirse en 1911. Un campus completo donde ofrecer a las jóvenes españolas una educación de máxima calidad en un entorno adecuado para tal fin. Los edificios, dotados de laboratorios, gimnasio y biblioteca se encontrarían rodeados por espléndidos jardines en los que poder practicar juegos y deportes al aire libre.

Después de una intensa biografía, Mrs Gulick murió a los 56 años, habiendo dedicado la mitad de su vida a España, su "país adoptivo". De sus siete hijos sólo sobrevivieron Elisabeth y Grace, que siempre le acompañaron y alentaron. Falleció en Londres el 14 de septiembre de 1903 y, por expreso deseo suyo, fue enterrada en el cementerio de Madrid. 

Alice Gordon Gulick había hecho realidad su proyecto vital: crear un  Mount Holyoke español para ofrecer a las jóvenes una educación de la más alta calidad. Al constituir en San Sebastián (1892) el International Institute for Girls in Spain, de acuerdo con las las leyes del Estado de Massachusetts e independiente del American Board of Commisioners for Foreign Missions, pudo recaudar fondos para perpetuar su legado, pues en aquel momento la ley española no permitía adquirir bienes en la nación a las comunidades religiosas.

Fruto de su vinculación con el American Board of Commisioners for Foreign Missions logró el respaldo de un conjunto de personalidades prominentes y de influencias de ámbito diplomático, universitario y político en Nueva Inglaterra. Y esa incipiente red de contactos a ambos lados del Atlántico se cristalizaría - años más tarde - en la participación de un grupo nada desdeñable de españolas en los intercambios educativos entre España y los EEUU en los años veinte y treinta del siglo XX.

Sus sueños, gracias a su tesón y esfuerzo, sí se hicieron realidad y la casa de Fortuny quedaba inaugurada con su funeral.




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