La persona madura crece y evoluciona sabiendo que hay algo sólido en su interior y que su vida ha dado frutos después del cultivo y la poda, la templanza y el trabajo. Sabe sembrar y dejar crecer nuevas posibilidades y también sabe que, para que se sonviertan en fruto, necesitan mucho amor y empeño.
Puede llevar adelante su vida personal como un proyecto lleno de significado. Todo lo que ha vivido es un preludio de lo que le llega ahora porque es el momento de protagonizar su vida de forma auténtica, responsable y libre. El fruto ha madurado y emite toda su fragancia: una mezcla deliciosa de intuición, intelecto y experiencia.
Cuando llega el Otoño las hojas caen de los árboles y se cosechan frutos maduros y algunos, como las nueces o las castañas, pierden su envoltura. Es el período de la "separación" . De la misma forma que el fruto se separa del árbol y el hueso del fruto, el alma se separará un día del cuerpo. En ésta época el espectáculo de la naturaleza y su atmósfera también nos invitan a pensar si lo que estamos haciendo con nuestra vida merece la pena y si realmente damos importancia a lo fundamental...
Es la estación del año en la que la naturaleza se repliega y nosotros también y, eso, es muy necesario...
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