sábado, 19 de diciembre de 2015

MARÍA EDGEWORTH

María era una niña tan pequeñita que en uno de los internados que estuvo durante su infancia le pusieron pesos en las piernas y los pies para que creciera. Le marcó de tal forma que se prometió a sí misma que la estatura física no le impediría llegar a ser una "gran mujer" y lo consiguió.

Nació en Oxfordshire (Inglaterra) y estudió en Derby y más tarde en Londres. Su padre creía que la educación era fundamental para la construcción del nuevo individuo del siglo XVIII, que debía ascender en la vida por méritos propios y no por su linaje.

Llegó a ser muy avanzada en lo social y conservadora en lo político, pero fue sin duda una de las escritoras más influyentes de su época. Aunque se la ha considerado "la Jane Austen irlandesa" y "la Walter Scott femenina", lo cierto es que fue ella quien influyó a ambos autores con sus bocetos de la vida irlandesa, la sátira sobre la sociedad inglesa y la instrucción moral para niños.


Se fue a vivir con su padre a Edgeworthstown, una hacienda en Irlanda de la que era propietario, para trabajar como administradora de la misma. Ella era la segunda de los 22 hermanos (de cuatro esposas) y la más capacitada para hacerlo. Fue allí donde recopiló el material para sus novelas sobre terratenientes y campesinos irlandeses, pero también se imbuyó de las ideas de su padre sobre las teorías de la educación, siendo uno de sus autores favoritos Rousseau.


 Lo primero que escibió fue: "Letters for literary ladies", una declaración acerca de que se reformase la educación de las mujeres, pues haciendo buen uso de la razón mejorarían considerablemente como seres humanos, como madres y como esposas... Más tarde, y evitando la intromisión de su padre, escribió de forma anónima "Castel Rackrent" (en 1800), del que fue apasionado lector el monarca Jorge III, pues era la primera vez que en una novela se desplegaba la historia de una familia durante un extenso período de tiempo.

Rechazó casarse con un conde vinculado a la Corona de Suecia, lo que le inspiró para escribir "Leonora". Más tarde, se centró en la realidad social de Irlanda y, tras la muerte de su padre, menguó el ritmo de producción e hizo viajes al extranjero; visitaba Londres con frecuencia. Sin embargo no descudió ni la hacienda, ni el cuidado de su familia, ni las hambrunas de Irlanda, hasta que falleció.

"Ennui" (hastío vital) era el segundo volumen de una recopilación de textos que fue muy bien recibido en Inglaterra y la convirtió en la novelista de mayor éxito comercial durante la primera década del siglo XIX. De este libro dijo Francis Jeffrey: "Es la mejor y más entretenida de sus obras. Los personajes irlandeses son inimitables; está escrito con espíritu, delicadeza y precisión".

Se trataba de diferentes historias bien delimitadas a través de las cuales el protagonista va madurando y se va despojando de esa sensación de hastío y aburrimiento que le impide hacer nada productivo (ennui). 


Tuvo una fluída y nutrida correspondencia con Walter Scott, que alababa su rebosante buen humor, su ternura poética y su admirable buen gusto así como el haber sido capaz de dar a conocer a los ingleses el carácter de sus alegres y cordiales vecinos de Irlanda. Ella le fue a visitar a su preciosa casa de Escocia, donde intuyo que se divertirían comentando los excesos de la vida lujosa y extravagante de la clase alta y alabarían los caracteres de los humildes y modestos aldeanos, llenos de corazón, confiados y dignos...

"Hablas del amor como si fuera algo terrible. Por mi parte, me da mucha más pena alguien que se cae por las escaleras que aquél que cae abatido por las flechas de Cupido. Porque, querida, ¿acaso está cayendo de muy alto la Señorita Tracy? No vive en las nubes, Clementina, como tú. Ahora ninguna dama vive allí y por el mejor de los motivos: porque allí no hay hombres".
 


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