Ayer, 21 de abril, La Reina Isabel II de Inglaterra cumplía "90 años". Siento una inmensa admiración y respeto hacia esta soberana que lleva en el trono 63 años como una profesional impecable y cumpliendo con su misión: "servir a su pueblo". Actualmente, en su país, la Monarquía goza de una altísima popularidad, ya que el 79% de los ingleses están satisfechos con la Corona.
Desde el primer momento aceptó su cometido con la consciencia y responsabilidad que se derivan de una magnífica formación humana. La discrección y firmeza envueltas en la ternura de sus coloridos conjuntos, son la representación de lo más genuinamente británico. Jamás ha concedido ninguna entrevista y ha sabido mantener, con inteligencia y sensibilidad, la distancia que su dignidad y cargo requieren.
Ha tenido el acierto rotundo de atreverse a ser ella misma y de mantener una coherencia entre el fondo y la forma. Sabe estar y se desenvuelve con una soltura increíble en todos los campos en los que actúa, que son variados y ricos en contenido. Todas las semanas tiene un encuentro con su Primer Ministro, preside actos públicos, ha llevado a cabo unos 265 viajes al exterior y ha estrechado la mano de la mayoría de los líderes religiosos y políticos. Ella es el símbolo real de la unidad de la Nación y su figura está por encima tanto de la política como de la moda, emanando prudencia y corrección en todo momento.
Llegó al Trono debido a la abdicación del hermano de su padre y se prometió a sí misma que ella no lo haría jamás, algo que cumple sin desfallecer. La relación con sus padres y hermana Margarita siempre fue entrañable, siendo un referente para un pueblo que, en los momentos más difíciles, ha contado con su ejemplo de entereza y fuerza. Su imagen no era glamurosa y sofisticada, sino más parecida a la de una clase media normal que disfruta de lo mismo que su pueblo: la vida civil entrelazada con la naturaleza.
"La Jefa", como la llaman en familia, es el engranaje principal de una Institución (la Monarquía) que debe adaptarse constantemente, sin perder su rumbo, para mantener su vigencia y funcionalidad. Procuran sacar el mejor partido de todos y cada uno de sus miembros. La sucesión está asegurada y la sonrisa del pequeño George no puede ser más esperanzadora. Su imagen proyecta "el sello de la casa" con una naturalidad abrumadora. ¿Su base?: la cultura representada en unos preciosos libros rematados con un lazo como el mejor de los regalos...
Me imagino que, después de los fastos y fiestas de celebración, Her Majesty habrá podido disfrutar de una buen paseo por el campo que la reconfortará y llenará de vitalidad para seguir con su magnífica labor.
Desde aquí mi más cordial felicitación.
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